LOS REGADÍOS
Regadío de Codés, puentes y proyectos de nuevo regadío
En 1702 se había
ampliado el regadío de Codés, abriendo un nuevo canal en el término de Palomar.
Para cruzar brazales de Codés, yasas y barrancos, se hicieron pequeños puentes.
Se solían arreglar en trabajos comunitarios vecinales (beredas) que incluían limpieza, arrancar piedras y
trasladarlas en carros. Se contrataba algún maestro albañil. Por menos de 200
reales en cada año, se realizan arreglos y se construyen puentes menores, en
yeso, cal, ladrillo y piedra. Veánse algunos de ellos:
1697: dos
puentes nuevos, uno junto al huerto de Isidro Carasa y otro en Carra Imas;
arreglo del de Ordóñez.
1699: puente
nuevo de ladrillo y piedra, en el Río Madre de Carra Imas, para que pasen los
carros.
1709: arreglo de
puente de ladrillo en el río que pasa por la Villa.
1722: reparos al
puente del Cespediado y al Puente Grande.
1741: arreglos
de los pasos del Río del Moral y del Pontizo, destruidos por la crecida de
septiembre.
Por estos años
el arreglo más notorio fue el realizado en el Puente Grande, con bocales y
calzada (1707). Se contrató a Mathias Calleja, Maestro albañil de la villa, a
quien se le pagaron 409 reales.
El ayuntamiento,
además de aprovechar las aguas de Codés, miraba ampliar el regadío de Ebro.
Algunas mediciones y trazas hicieron los maestros Francisco de Echeverría, José
González Falcón (1722), Juan de La Reya, de Larraga (1724), fray Marcos de
Santa Teresa, del convento de carmelitas descalzos la villa Marquina, Señorío
de Vizcaya (1724). Ninguna de sus propuestas pudo ejecutarse.
Reconstrucción del Puente Grande (1748)
A causa del maltrato del puente por el
uso de carros forasteros, galeras y coches que transitaban por él, el
ayuntamiento decidió reconstruirlo en 1748. Se queda con el trabajo el maestro
Blas García, vecino de Lodosa, por algo más de 2.300 reales. En las condiciones
del contrato detalla el trabajo de fortificación del puente, cambiando piedras
dañadas, mejorando el arco, colocando pilastras y antepechos, etc… Se agrega una calzada empedrada para la salida
del puente (de 78 varas de largo y cinco de ancho). Para parte del trabajo se
contrata al cantero Joseph de Iloro, al que se le pagan 430 reales, después del
reconocimiento del mismo por el maestro Ventura de Ziarza, vecino de Sansol.
Finalmente, se refuerza el puente mediante un trabajo menor de emplomado que
realiza un herrero. El plomo se trae desde Logroño.
Obras en el río que baja de Codés y otros arreglos de puentes (1751-1758)
El 29 de enero de 1751 el ayuntamiento
encarga a Santiago Eleta y Lorenzo Ibar, canteros franceses, residenciados en
Mues, el arreglo de varios puentes en el regadío: dos en el camino a Legarda,
otro en el Río Madre de Carra Logroño, otro en Parte el Prado, otro en San
Felices, otro en la pasada de Legarda a Imas y otro en Carra el Soto. Las
piedras las pueden sacar de las canteras de Imas. Al término del trabajo fray
Pascual Galve, religioso de la Orden de San Bernardo, hizo la declaración de conformidad.
El 6 de junio de 1751, sale a remate de
candela la obra de arreglo del pontizo de dos bocales en arco y su calzada, que
está cercano al Puente Grande y va para la Ciudad de Pamplona, por estar casi
derruido. Queda rematada la obra por Domingo Ibar, maestro cantero, hermano de
Lorenzo, en 342 reales. El 6 de octubre se termina.
Fray Pascual Galve presentó las trazas y
condiciones para construir una presa en el regadío de Carra Imas. El 13 de
Octubre de 1751 fray Pascual Galve hace la declaración de la obra; Domingo Ibar
hace postura y se queda con la obra en 1.808 reales, que incluye presa, bocal,
casilla y calzada en el lugar que donde se dividen las aguas entre Carra Imas y
la granja de Imas. A fines de noviembre se vio necesario hacer otra presa,
bocal y calzada para la conducción de las aguas hacia El Cabo y El Molino.
Ocasionó 1702 reales de gastos adicionales. En 1753 se agregan calzadas al
Puente Grande, más presas, bocales y casilla al río que baja de Codés. Se le
pagan a Ibar 426 reales. El maestro de obras, Martín de Marcarán, da por buenas
las obras, todas de Domingo Ibar, con trazas de fray Pascual.
Fray Pascual Galve
Religioso
San Bernardo, notable tracista y maestro de obras, es llamado a reconocer la
capilla de Nuestra Señora de las Nieves hecha por Vicente Arizu en Puente la
Reina el año 1752. En
diversas ocasiones fue llamado por el Ayuntamiento de Mendavia para la
realización y reconocimiento de diversas obras entre 1745 y 1755: el molino, la
iglesia y los regadíos de Codés y Río Nuevo.
La mano de obra ordinaria la efectuaban
los vecinos a bereda, a cambio tan sólo de pan, vino y queso. En 1743 llevan
piedra desde Imas para reparar los puentes del Camino de Legarda, de San
Felices, de la Madre de Carra Logroño y de El Palomar. En 1751 sobreponen y
terraplenan la calzada desde los bocales hasta el Crucifijo. En 1752
terraplenan y componen las calzadas desde la villa al puente Grande. En 1758
realizan un trabajo mayor para arreglar “los rompimientos” ocasionados por el
Ebro desde el puente Francés hasta el de la Cárcaba. Para dar paso al término
de El Arenal, “para el gozo de aquel término del ganado del arrendador de la
carnicería”, se hizo un puente de madera por El Matarral del Soto de Arriba.
En 1758 se le paga al cantero Martín
Ibar un trabajo menor para componer el puente debajo de San Bartolomé que se
dirige al camino que llaman Carra el Soto, para el uso y tránsito de
caballerías.
Construcción del Regadío del Río Nuevo (1753-1756)
El río de Codés se hace insuficiente
para el riego de las tierras de Mendavia. La villa de Los Arcos toma el agua
para regar largos prados. Han extendido sus regadíos las villas de Aguilar,
Azuelo, Espronceda, Torres y Sansol, la Granja de la Monjía, propia del Real
Monasterio de Iranzu y el lugar de Lazagurría. A Mendavia escasamente llega una
corta porción de agua y sólo en los meses de enero a abril.
El 15 de agosto del año 1753 se
determina en junta de concejo, con 2/3 de vecinos, que fray Pascual Galve
inicie las trazas para el Río Nuevo. Se pide al Real Consejo la autorización
para tomar sus pagos de las rentas de la villa, que ésta obtendrá de los
vecinos que se benifician con el riego. El 28 de agosto llega fray Pascual a reconocer el cauce. Fray Pascual reconoce
un primer intento de regadío en la Veguilla (1725-1726), abandonado por
costoso, largo y hondo. Un segundo intento lo hizo el maestro catalán Joseph de
Montelion, sin éxito. Y propone el cauce que se conocerá como el Río nuevo. Nace en el Pontón, atraviesa el río de El
Arenal (del regadío viejo), pasa otro río en el camino de Legarda; llega al río
viejo de Belzunz; pasa a la Vega, donde propone construir un molino; y desde
ahí llega hasta la Granja de Imas, que podría también regarse. Esteban de
Muzquiz, maestro de Obras, recibe casi 500 reales por un mes de reconocimiento
y nivelación del cauce, desde la caseta del Pontón hasta el término de la
Granja de Imas, según la traza de fray Pascual. En noviembre, Esteban de
Muzquiz propone en nueva declaración la construcción de siete puentes: en el
Sestil (1), Fustero (2), San Pedro (3), viña de Ramón Ordóñez (4), Legarda (5),
San Felices (6) y El Altillo (7). Pueden
apreciarse en el mapa de Google.
El 16 de abril de 1754, Jerónimo
Marquelí, ingeniero jefe, realiza una segunda nivelación, que hace ver que el
proyecto resultará más costoso de lo estipulado en la primera. En un informe
presenta los puntos principales y el costo de su proyecto: a) en el Portalón,
caseta sobre la Peña y conductos: 3.500 reales; b) protección con 4.000
carretadas de piedra gruesa: 8.000 reales; c) fortificación con triple
estacada: 1.200 reales; d) cauce hasta encontrase con el Río Mayor de 23.500
pies de largo: 30.680 reales y medio; e) conducto embovedado por debajo de la
corriente de Codés: 5.800 reales; f) continuación del cauce de 5.444 pies:
12.094 reales y 12 maravedíes; g) paraderas y sangraderas: 400 reales. Más
otros detalles, el total es de 62.484 reales y 30 mrs. de plata. Los diversos
puentes, el molino proyectado y el terreno comprado a los vecinos no se
calculan en esta primera etapa.
Se proyectan regar 13.200 robadas, a
saber: 9.200 de la villa de Mendavia y sus vecinos y 4.000 del Monasterio de
Irache. Incluye los términos de El Arenal, hasta Legarda (con viñas); de
Legarda al Río Mayor, incluidos los Sotos; del Río Mayor hasta la Granja de
Imas; y la Granja de Imas.
El 14 de Julio de 1754 se saca en
candela la obra de la caseta y bocales por donde se ha de sacar el agua para el
nuevo regadío. Se hicieron viajes de reconocimiento y de búsqueda de fondos
para el proyecto. Domingo Ibar, maestro cantero, hizo la caseta y los bocales.
Simón de Irigoien comienza a trabajar en la estacada y se llevan 89 peones para
limpiar un juncal cerca de la caseta del Río Nuevo antes de la llegada del
invierno. El Real Consejo les concedió facultad para cortar en los sotos las
estacas necesarias, con la condición de vender los despojos. Cortaron 390
estacas. Se necesitaron 27 yuntas, cinco carros, y más de 50 hombres. A los
peones les pagaron a 2 reales de costa y jornal.
En 1755 Fernando Díaz de Jáuregui,
maestro de obras de Pamplona, hace un tercer reconocimiento del cauce y de los
puentes: los mide y los tasa. Joseph Gaspar de Iriarte, agrimensor y maestro de
la escuela de Mendavia midió de nuevo el cauce. Irigoien construye los puentes,
que deben hacerse anchos para el paso del ganado concejil. Se pide a Esteban de Muzquiz que los regule y
trace. Se traen 25 carretadas de piedra de la villa de Murillo para fortalecer
la caseta y vocales ya construidos. Martín Barcaraz, cantero, hace las trazas
para una paradera. Se retrasan las obras. En septiembre las crecidas del Ebro
rompen la estacada y se repara.
Esteban de Múzquiz
En el
Obispado de Pamplona, a partir del siglo XVII se sucedieron en el cargo de
veedor de obras de cantería Francisco Palear Fratín (1602-1637), su hijo Pedro
Palear Fratín (1637-1698), Juan Antonio San Juan (1698-1741), y ya en la
segunda mitad del siglo XVIII diversos maestros entre los que destacan José
Pérez de Eulate, Esteban de Múzquiz, Manuel de Iribarren o Manuel de Larrondo. (Tomado
de José Azanza)
El 9 de Octubre de 1755, el alcalde
Francisco Lodosa, en presencia de Regidores y vecinos convocados a concejo,
observan lo sucedido desde el día 7 en que el alcalde abrió la llave de la
caseta para echar el agua por el cauce del Río nuevo: algunos terrenos se
vinieron abajo. Para continuar con las obras se acuerda pedir dinero prestado a
algunos vecinos pudientes de la comarca y al abad de Irache.
En diciembre de 1755 deciden construir
una antepara que frene las aguas. Los acuerdos no eran fáciles. Se saca a
candela el 15 de diciembre de 1755. Se presenta Barcarán, maestro cantero.
Expone su proyecto de paradera que proteja el canal de Río Nuevo en caso de
crecidas del Ebro. El proyecto y el costo se envía al Real Consejo. Barcarán da
las trazas para su construcción y la valora en la cantidad de 1.500 reales.
Manuel Pavía rebajó 80 reales. Antonio García, maestro albañil de Lodosa, se
ofrece en 1.250 reales. El 22 de Diciembre se encendió una candela. Manuel
Pavía la valoró finalmente en 1.901 reales y medio. Este Pavía, el 29 de
Diciembre cedió la obra a Martín de Barcarán.
El 21 de febrero de 1756 echan de nuevo
el agua por el río nuevo y a su impulso se rompen algunas porciones y el borde
de la Cárcaba. En marzo de 1756 dos vecinos rompen el canal para tomar agua
para su siembra. Son apresados y obtienen, en el Tribunal de Lerín, libertad
bajo fianza. En mayo de 1756 Martín de Barcarán declara que el trabajo está
concluido en el paraje que llaman el Sestil y que la pared de la antipara está
concluida con su paradera. Joseph del Castillo, Maestro de Obras de
Piedramillera, declara que la obra está bien, aunque hace algunas observaciones.
Antonio Albaina, agrimensor de Viana, mide las tierras de los vecinos en el
Raso y Matalamora. Manuel Iribarren, Maestro de Obras, en el mes de julio
reconoce finalmente las aberturas en el Arenal y la obra de la caseta y bocales
en la orilla del Río Ebro, y declara ser
conforme, ajustando algunas mejoras y comprometiéndose Ibar con algunos trabajos
adicionales.
El río de Codés
En
1760 se trata en junta con los vecinos sobre el regadío de Codés. No hay
agua suficiente y se administra mal, por lo que se decide reparar la presa del
río Mayor destruida por una riada y nombrar un encargado de administrar el
agua.
En 1763 se hace una bereda para
construir la presa, y en 1764 se decide que se rieguen los huertos por turno,
antes las hortalizas que los cáñamos y linos; y se nombra regador a Simón de
Yrigoien. A finales de este año se conducen 12 carretadas de piedra desde Imas,
para reparar la caseta y bocales que dividen el Río Mayor entre la villa y
Carra Imas. El monasterio aportó 90 reales para ese arreglo, por las 24 horas
semanales que toma para el propio riego. Por nuevas crecidas, en 1969 se
volvieron a reparar brocales y caseta. Nuevos arreglos se realizaron en años
posteriores. En la presa del Sosal se hizo una paradera en 1786, para poder
regar los términos de Carra Imas y los de Imas. La Granja apagó un tercio de
los costos.
La relación con el Monasterio por el uso
de estas aguas se complicó poco después. En 1771 hay abierta una causa de la
villa en su contra por la llave de esta caseta. En 1773 delimitan con mojones
las tierras de Monte Redondo y otras, a causa de las disputas habidas con el
Administrador de Imas, los pastores y criados. En 1783 el prior denuncia que le
quitaron el agua el día que le correspondía.
Los riegos ocasionan algunos problemas
más entre vecinos y en varias ocasiones se realizan denuncias, varias de las
cuales terminan en sanciones. Bien sea por dejar pasar el agua a otros huertos
(1765) o a la carretera (1784) o a las
casas cercanas (1788). En 1769 y 1776 es sancionado el molinero por no echar el
agua a los huertos a la hora señalada.
El Río Nuevo (1757-1767)
En 1757 Barcarán concluye la obra de la
antepara del río Nuevo. Ildefonso García menor, maestro albañil, la reconoce
como hecha conforme a arte y debida perfección. Se organiza además el riego de
los sotos por el nuevo cauce para la producción de hierba y leña, por cuanto no
baja agua por el regadío viejo. Para ello se planifica la limpieza del cauce.
En 1758 se contratan un carro con dos
yuntas y ocho personas en La Salceda, para sacar del Ebro una madera de pino
que el río bajó en una de sus crecidas.
Se trae al pueblo, y con su madera se hace un canal para pasar el agua
sobre el cauce del Nuevo Regadío. Se reparan rompimientos del Ebro desde el
Puente del Francés hasta la Cárcaba que
impedían el trabajo de labor en El Arenal y el crecimiento de pastos
para los ganados de la carnicería. Se hizo un puente provisional de madera para
el Matarral del Soto Arriba para estos ganados. Juaquín de Sesma se queda con
el remate para hacer siete bocales en el cauce del Nuevo Regadío.
En 1759
y 1760 se hacen caseta y bocales para regar los términos del Raso y Matalamora
del río Nuevo. Se añaden orejones y entibo para recoger mejor el agua en tiempos
de “aguas bajas” (entibo: muro que se usa para contrarrestar el empuje del
agua). Se compone la antepara del Sestil con una estacada, y se refuerza el
puente de la Cárcaba. Diego de Estenoz, Domingo Ibar y Pedro Arizpe, maestros
canteros, se quedan con los trabajos. En octubre de 1760 los reconocen Martín
Maduro, vecino de Viana, y Antonio Barinaga.
En 1761, mediante beredas se conducen
las aguas del Río Nuevo a los Sotos (árboles y hierbas) porque al río de Codés le faltó el agua, y se
fabrican estacadas en la Cárcaba. Se decide hacer una presa para poder conducir
el agua hasta el término de La Vega.
En 1767
se llama a Sebastián de Ondecola y a
Juan de Alzuat, maestros canteros, para que continúen la obra de la antepara.
Los canteros piden traer la piedra de la cantera de Imas, a 4 reales fuertes la
carretada.
Desde
1757 a 1764 se realizan trabajos en bereda para limpieza del cauce del Río
Nuevo. Se pagan repartimientos para ello. Aunque en ocasiones se obliga a
realizar los trabajos a los jornaleros. En 1764 se obligó a los interesados, so
pago de pena de multa, a la limpieza del cauce principal para regar el Raso y Matalamora.
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