Puente de El Arenal (1767)
En 1767 se sacó en candela la obra del
puente de El Arenal, para el paso de las ganaderías concejiles. Se había de
hacer con arreglo a las declaraciones de Gerónimo Solano, maestro de obras
vecino de Sesma. Se debe demoler la obra vieja, y construir el nuevo con piedra
de sillería traída de Imas. Se queda la obra Joseph García, albañil vecino de
Lodosa, en 1.000 reales.
Mejoramiento del Regadío Nuevo (1776-1779)
El ingeniero hidráulico francés Francisco Gency y el alcalde Mathias Palacios protagonizan
nuevos arreglos del Regadío Nuevo. En 1776 se llama a Francisco Gency para que
haga las trazas para las mejoras del cauce del nuevo regadío. Apoyan el
proyecto fray Veremundo Foio y fray Joaquín de Solchaga, abades del Monasterio
Real de Irache en este año y el siguiente, respectivamente, interesados en el
riego de las tierras de Ntra. Sra. de Legarda.
En 1779 se ha comenzado a trabajar en el
proyecto. Francisco Gency presenta inconvenientes técnicos para hacer el vertedero
de las aguas con su antepara en el principio del Alto de la Veguilla; los
vecinos determinan que se suspenda esta antepara y se llame a otros técnicos
para que opinen; finalmente se decide que Gency ponga dicha antepara en el
paraje más cómodo y que menor daño cause al terreno, con un criterio digno de
la actual sensibilidad ecológica.
A final de año se concluye la obra y se
determina nombrar, después de la mediación del Real Consejo, a Manuel Espinosa
y Antonio Ezcondu, maestros de obras vecinos de Olite y Mendigorría, para hacer
el reconocimiento por parte de la villa; y a Vicente de Arizu, maestro de obras
vecino de Tafalla, y a Pedro Joseph Lezaun, vecino de Estella, por parte de
Francisco Gency.
Algunas observaciones detalladas de
quienes reconocieron la obra permiten ajustar los pagos, de modo que Gency
tiene que dar fianzas y responder hasta tres años de concluida la obra. Se le
pagarán 17.500 pesos en ese momento y los otros 20.000 pesos durante los tres
años siguientes. Hubo de intervenir el Real Consejo, con varios decretos, pues
ni Gency solucionaba los problemas que se presentaron en su obra ni la villa le
pagaba lo acordado. En 1780 la villa pide autorización para endeudarse (pagar a
censo). Los vecinos beneficiados comienzan aportando algunos dineros. Todavía a
finales de 1781 el asunto está sin resolver. Aún en 1782, Manuel Modet,
apoderado de la Viuda de Lalane, y ésta apoderada de Francisco Gency, solicitan
se le paguen las mejoras a fin de evitar pleitos.
Agua para Pamplona, con Francisco
Gency
Sistema de
abastecimiento de agua a Pamplona, anterior al aprovechamiento del manantial de
Arteta. Consistía en la captación de los manantiales de Subiza y su traída
hasta Pamplona. Las obras dieron comienzo en abril de 1779, de acuerdo con el
proyecto redactado por el Ingeniero hidráulico francés Francisco Gency en 1777,
reformado a su vez del elaborado por el mismo Ingeniero en 1774, para adecuarlo
al informe emitido por la Real Academia Matritense de San Fernando, que sugirió
sustituir las tuberías inclinadas del trayecto, por el clásico procedimiento de
los acueductos con agua rodada.
Regadío en El Arenal (1779-1781)
En 1779 se proyecta abrir la Madre de El
Arenal, sus brazales y demás conductos para el riego. El importe lo deben
satisfacer los interesados según sus tierras. Se comienza pagando una peseta
por robada. Se norma que en adelante todas las limpias de esta Madre y sus brazales, y los rompimientos
que experimentaren, “no siendo a mano airada”, se paguen en común, en
proporción a las tierras que se posean.
Manuel de Espinosa, maestro de obras
vecino de Olite, hace las trazas y presupuesta en 16.676 reales sin incluir las
regaderas ordinarias que deberán hacerse por los mismos interesados. Parecen
excesivos los costos. También se opina sobre la necesidad de dividir las aguas
y unos dicen que no es necesario hacerla
y que se reponga la antepara antigua que se deshizo sin consentimiento
de los vecinos. Por fin, se llama a Ángel Santos Ochandátegui, maestro de
obras, para que conozca las trazas y condiciones, y dé su parecer. Finalmente
se siguen sus observaciones y se realiza su plan. Las obras del regadío
dirigidas por Ochandátegui son reconocidas por Domingo Fernández de Campomanes
y José Pablo de Olóriz, comisionados del
Consejo del Reino. Observan que tiene más caída de la que debía tener (18
pulgadas de más) y por eso sufre las consecuencias de las riadas del mes de
diciembre.
(Es caída conveniente 1/4 de pulgada
(0.64 cm) por cada 12 pulgadas (30.48 cm) de longitud. Se puede expresar aproximadamente
como "1/4 de pulgada por pie" ("0.64 cm por 30.5 cm") o bien
2% de caída. La caída de la Madre puede estimarse con un medidor actual de
altura (sistemas GPS) en la Madre, desde el punto en que la caída se pronuncia.
Debe medirse la longitud del canal y las alturas inicial y final. El porcentaje
debería ser menor de 2 %. El canal debería haber salido más adelante, pero supondría
más metros de longitud, y más costo. Las 18 pulgadas (46 cm) se refiere a la altura
de diferencia con la altura proyectada como ideal para la desembocadura en el Ebro).
El
regadío de Mendavia no fue uno de los mejores logros de Ochandátegui. Posteriormente
hubo de hacérsele ajustes. Participarán en ellos los maestros de obra Sebastián
de Ondicola, vecino de Oteiza, Vicente Arizu, Juan Marzal, Manuel de Espinosa,
Antonio Alonso y Joseph Arróniz. En
1781, después de algunas discusiones, a
Sebastián de Ondicola le pagan algunas mejoras realizadas al proyecto
inicial.
Santos Ángel de Ochandátegui Ituño
Ochandátegui fue maestro arquitecto vizcaíno nacido
en Durango en 1749. Activo en Navarra entre 1777 y 1802, año de su muerte, y
reconocido por sus obras. Trabajó principalmente con Ventura Rodríguez, siendo
los introductores del neoclasicismo en Navarra. El remate de la torre de San
Pedro de Puente la Reina (1777) representa en la obra de Ochandátegui la
primera manifestación de la evolución del tardo-barroco hacia formas
clasicistas. Autor de la torre de la parroquia de Mendavia (1782), es en la
iglesia de San Pedro de Mañeru donde alcanza plenitud con el nuevo estilo
neoclásico. Fue director técnico de las obras del acueducto de Noain entre 1782
y 1790, siendo su obra cumbre la fachada de la catedral de Pamplona, en la que
participa bajo la dirección de Rodríguez en 1782. Construyó, además, la casa
prioral de Pamplona y el regadío de Puente la Reina.
Ochandátegui, director de Caminos de Navarra entre
los años 1780 y 1801, proyectó -por las rutas en las que hoy pasan- carreteras que
las consideraron "completamente disparatadas": una carretera que unía Pamplona con San
Sebastián por el Leizarana, a Logroño (por la actual Nacional 111), a Sangüesa (por
la N-240) y a Bayona. Otro sueño más descabellado de Santos Ochandátegui fue el
de la Navarra navegable. Curiosamente, ese proyecto no fue del todo desdeñado
por la Diputación. Las Cortes ya habían considerado en 1775 la posibilidad de
unir el Ebro con el Bidasoa. En 1788, Ochandátegui propuso la ruta por el
Aragón, adentrándose en el Arga, subiendo por el Arakil hasta Irurzun, remontando
el Larraun para salir por un túnel al Araxes, desde donde se ganaría el Oria.
En sus sueños imposibles, Ochandátegui había unido el Mediterráneo con el
Cantábrico. La Diputación navarra tomó muy en serio su sueño, pero al no ver la
manera de financiarlo, sólo queda un vestigio: 7 km al sur de Tudela, se
encuentra la presa (bocal) de Fontellas, un dique seco. Mientras tanto Ochandátegui
construyó canales en Milagro, Puente la Reina y Mendavia.
Mejoras en el cauce de la Vega (1782-1783)
Eugenio Gómez; Mathías Odériz y Martín
Joseph Odériz su hijo, agrimensores;
Andrés García; Manuel de Espinosa y Josef Arvizu ejecutan algunas obras
para perfeccionar las obras del cauce para el riego del término de la Vega.
Juan Gómez, maestro de Calahorra, declara lo hecho.
Otros pequeños puentes
Muchos otros pequeños puentes se
construyeron en estos años. En 1768 José García, albañil de Lodosa, arregla el
puente Fustero. En 1773 se componen los puentes de Carra el Soto, el de los
bocales y el del huerto de Torres. En 1779 se repara el Puente de El Arenal que
llaman El Francés. Ese mismo año Manuel Irigoyen y Gregorio Aragón, hacen un
puente de madera y barda en la Veguilla, para paso de gente, ganados mayores y menudos
para el abrevadero del río Ebro. En 1783 se hace un puente de madera en El
Fustero, para paso de carros y caballerías al término de El Arenal y otro
puente de madera en la Cárcaba para el paso del ganado de la Dehesa. Se hacen
varios pequeños puentes más con grandes piedras o maderas colocadas en los ríos
para tránsito de personas y caballerías en el acarreo de mieses.
Normativas: delimitación de tierras, cultivos y derecho de riego (1780-1782)
Una vez que se construye el regadío, se
van creando las normas para el riego. Quitar el agua, usar agua perdida o
sobrada, dejar abiertas las hiladas, partir las aguas, poner paraderas, son
acciones que generan discusiones, acusaciones y en algunos casos multas. Todo
ello va llevando a regularizar los riegos por turnos, tierras y cultivos. Desde
1767 se comienza por establecer algunas normas, hasta que se ven formalizadas
en 1780.
El año 1782 se siguen realizando juntas
para determinar los pagos por hacer y acordar algunas normas para el riego.
Determinaron que se riegue por turnos, en primer lugar los trigos y cebadas.
Los términos de cultivo se dividían en
pagos, hojas y tablares. La tierras de cereal se partían en dos hojas o
sectores en los terrenos de año en vez. El viñedo y los frutales, por ejemplo,
se situaban en zonas determinadas de cultivo o pagos, distinguibles de
barbechos, pastizales o rastrojos, como modo de protección frente a la acción
de los ganados. Los tablares eran delimitaciones de las tierras de regadío
destinadas a hortalizas y legumbres, principalmente. Se hace distinción de las
tierras que son o no “cañemar”, ya que el lino y cáñamo se podían cultivar cada
año en lugar de “año vez”. Se consideran
cañemares algunas zonas cercanas al pueblo, junto al camino de Legarda, El
Prado, Carra Logroño…. En las demás zonas deben sembrarse las hojas
correspondientes al año “según costumbre”. Sin embargo, habas, legumbres e
ilarzas pueden sembrarse en cualquier parte todos los años.
Conflictos por riego (1794-1795) y Ordenanzas Municipales (1797)
En los años 1794-1795 se ocasionaron
diversos conflictos en relación con los riegos. En 1794 el molinero no abrió la
presa y un vecino por su cuenta la abrió dañando la puerta de la caseta. En 1795 un par de vecinos regaron las casas
del pueblo al regar su huerto.
Para solventar estas y otra situaciones,
en el año 1797 se hacen unas Ordenanzas Municipales de Mendavia. Referentes al riego se acuerda, entre otras:
Poner regadores para las viñas. Las viñas recién plantadas tienen prioridad de
riego el primer año. Poner regador para controlar el agua de Codés, para los
huertos, para las hortalizas y para los cáñamos. Deben dar prioridad a las
hortalizas cuando tienen falta. Se establecen turnos de riego y no se puede
quitar el agua al regador. Los vecinos e interesados en tierras, o sus
arrendatarios, están obligados a pagar, o a limpiar los brazales que tocan a
sus tierras. Nadie puede “picar las lintes”, sino que debe tomar el agua por
donde les toque el riego; no se puede cruzar caminos, ni pasadas con agua de
riego; ni se puede regar caminos, o barbechos para desaguar su heredad. Muchas
de estas normas han subsistido como “costumbre” hasta hoy.
Pleitos con Imas (1798-1799)
El derecho de aguas del monasterio, o
sus pretensiones sobre el riego con agua del Ebro, acarrearon varios pleitos, a
pesar de la aprobación de las Ordenanzas, o tal vez a causa de ellas. En 1798 y
1799 se denunció repetidas veces al prior de Imas, fray Plácido Gutiérrez, y a
fray Félix Peláez, prior de Legarda, por haber roto brazales para regar con
agua del Ebro (en La Vega y en Legarda). En la Real Corte se llegó a abrir un
litigio contra el Monasterio de Irache por esta causa.
Finalmente, se hizo el amojonamiento con
el Administrador de la Granja de Imas para señalar lo correspondiente al goce
de las aguas vertientes y el Monte Redondo, según expresan las Concordias que
la villa tiene con el Monasterio de Irache y a causa de las dudas y
dificultades que había sobre el modo de gozar dichos términos, lo que ocasiaba
muchas disputas con el Administrador de Imas, sus pastores y criados.
El lechonero o porquero era el que
cuidaba la piara de la granja de Imas, ya que en el pueblo los cerdos se
cuidaban en las casas, y a veces hubo bandos prohibiendo que camparan por las
calles y huertos. Para evitar perjuicios, se llegó a permitir que el que
encontrara un cerdo en su huerto causando perjuicio pudiera matarlo.
Introducciones en tierras y caminos
En ocasiones,
algunos mendavieses quisieron aumentar su porción de tierra y labraron tierras
de comunal, se salían de las piezas agregando terreno de los caminos y a veces
incluso traspasaban las lindes de los vecinos. Por roturar en Las Rozas (1701),
Las Tajueras (1762), El Arenal (La Cárcaba y el Sotillo), El Rubio (linde al
camino de Viana y senda del Barco) (1771) se castiga con multas y se obliga a
dejar sin cultivar.
En 1782 se inspecciona la introducción en los
caminos. Multan a numerosos vecinos y les obligan a dejar los caminos con su
respectiva anchura. Por los caminos de Carra Imas, 25 vecinos; por Carra la
Orza, 30; por San Felices y el Soto, 15; por la Pasada de Legarda, 6; por la pasada del bocal de Carra el Carro
hasta la Casa de Ntra. Sra. de Legarda, 10;
por Carra la Rueda, 18 piezas y 18 viñas; por los Majuelos de Arriezu,
23 viñas; por la Pasada de las Largas, 43 viñas; por Carra Logroño, 18; por la
Callejada, 7; por la Pasada del Altillo, 10 vecinos, por el camino de Los
Arcos, 1. Se determina el ancho de los caminos en cada lugar, entre 17 y 35
pies. Sin embargo, similar situación se presentó en 1799. Se pagó al comisario
Murillo, con varios agrimensores, como peritos evaluadores. Algún caso se da en
que un vecino se introduce incluso en piezas de otro (1797).
No hay comentarios:
Publicar un comentario