domingo, 24 de mayo de 2015

REINADO DE LOS AUSTRIAS (IX - Frailes de Mendavia)


Fray Domingo, Fray Francisco, Fray Pedro y el escribano Sebastián de Mendavia

Para cerrar este capítulo, hay algunos personajes de Mendavia,vinculados a los monasterios o a tierras de América (3 de ellos), que vale la pena reseñar. 

En el siglo XIII, siendo abad Domingo de Mendavia, se empieza a estudiar el cambio del monasterio de Leyre, de comunidad benedictina a Orden del Císter. El abad Fray Domingo de Mendavia denuncia el estado de indisciplina en que se halla su congregación y llega a Roma para pedir al papa el cambio de regencia. Hay documentación que avala que el abad había asegurado al rey Teobaldo el pago de mil maravedís de oro si los cistercienses entraban a regir el monasterio. En 1239 se pasa la regencia del monasterio de Leyre de la Orden benedictina a la Orden del Císter.

Tres siglos después, en 1534, Fray Francisco de Mendavia fue hecho prior del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Victoria. Fue elegido en capítulo general, por lo que pueden intuirse sus capacidades para tal misión. Era el octavo prior de este monasterio  fundado en 1475. Fray Francisco había profesado en el Monastrerio de Lupiana, que era la casa madre de la Orden de San Jerónimo, fundado gracias a Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa, y cuya regla fue aprobada por Gregorio XI en 1373. En 1537 se le entrega al general de la orden de San Jerónimo una Real Cédula comunicándole haber sido presentado para el obispado de Nicaragua, Fray Francisco de Mendavia, prior del Monasterio de la Victoria de Salamanca. En 1538 la monarquía (Carlos V) dispuso que se diera una asignación anual perpetua de 500.000 M. para el sostenimiento del Obispado de Nicaragua, y en carta de S. M. de ese mismo año fue urgido el nuevo Obispo para que pasara a ocupar su cargo cuanto antes, sin embargo, sólo a principios de 1540 partió hacia su sede de León (Nicaragua).
En 1539 se otorga una Real Provisión a su paisano Sebastián de Mendavia, concediéndole el título de escribano y notario público de las Indias.
El nuevo Obispo llevó a Nicaragua la concesión regia de todos los diezmos de la Provincia para el Obispado de León a fin de que se procediera a construir en forma la Catedral; se le otorgaron para su servicio las mismas encomiendas que al anterior y primer Obispo de Nicaragua, Osorio. Fray Francisco llevaba a seis sacerdotes jerónimos, tres criados y doce caballos, acompañándoles también algunos de sus hermanos y muchos ornamentos, cálices y libros para la iglesia.

Ya estando en León, Fray Francisco de Mendavia, en el ejercicio de su misión, designó Deán al Br. en Artes y Derecho Canónico Fray Pedro de Mendavia quien era hermano del Obispo, y exsacerdote de Pamplona. Fue declarado cabeza del Cabildo y representante del Obispo en su defecto. Todo esto ante testigos y asentado por el Notario apostólico, Sebastián de Mendavia. Los nombramientos de los miembros del cabildo catedralicio de León, fueron realizados por la Corona y confirmados por el Papa, de acuerdo con el Patronato Real. El primer miembro del cabildo registrado, Pedro de Mendavia, fue nombrado por la reina doña Isabel de Portugal, esposa de Carlos V.
El 6 de Octubre de 1540 murió el Obispo Fray Francisco de Mendavia. Fue enterrado al día siguiente en la Iglesia Mayor de la Ciudad de León, a los cuarenta días de estar ejerciendo su cargo en la Provincia de Nicaragua, no habiendo podido realizar ninguna obra de mérito en tan corto lapso de tiempo. Murió aparentemente de muerte natural. Siendo sepultado en la Catedral.
Fray Pedro de Mendavia, a la muerte del obispo, protagonizó uno de los capítulos más sombríos de la Diócesis de León, al enfrentarse con el Tesorero y Gobernador Interino Pedro de los Ríos, yerno de Rodrigo de Contreras, cuando en 1543, el 13 de mayo, cuatro de sus partidarios fueron descuartizados por órdenes de los Ríos. Fray Pedro de Mendavía quedó al mando de la Diócesis, por lo que le correspondió a él tratar de frenar la ambición desmedida de Rodrigo de Contreras y Pedro de los Ríos, excomulgando a Contreras en 1541 y logrando su prisión en julio de 1542 en Panamá, por el obispo Fray Tomás de Berlarga, lo que obligó al Gobernador ir a España a defenderse, dejando en su lugar a De los Ríos. Éste no acató las disposiciones Eclesiásticas de Fray Pedro de Mendavia, por lo que lo encarceló el 12 de mayo de 1543, siendo liberado por un grupo de partidarios, después de lo cual de los Ríos encarceló a Mendavia el 14 de mayo, acusándolo de falsificar su nombramiento como Juez Eclesiástico y lo envió encadenado a Sevilla, España, no sin antes haber promovido el asesinato de Fray Pedro de Chávez, de la Orden San Francisco y al Padre Diego Tello, Cura de la Catedral, a manos de Martín Membreño, escribano público y soldado de los Ríos. Ese fatídico 13 de mayo, Pedro de los Ríos tomó venganza del Deán ordenando el descuartizamiento de cuatro de sus colaboradores: Matute, Pérez, Pinar Negrillo y Ramírez. Sus restos descuartizados fueron expuestos en público, hasta que un Juez de residencia ordenó su sepultura en la Catedral. Se dice que fueron sepultados sin cabezas, pues éstas se las habían separado del cuerpo y puesto en estacas, y  luego desaparecieron, expuestas como estaban a la intemperie.
Al volver el Gobernador Contreras será quien mate en 1550 al conocido obispo de Nicaragua, mártir defensor de los indios, y sucesor del de Mendavia, Fr. Antonio de Valdivieso, de la Orden de Sto. Domingo. Por lo que se puede concluir que el deán Pedro de Mendavia, lejos de ser un falsificador, sin llegar a la dimensión de “denunciador profético”, posiblemente fue un “cura bueno” que tuvo los primeros enfrentamientos con el Gobernador a causa de abusos contra los indios. 

De 1541 se conserva una Carta de fray Juan de Gandauo y fray Francisco de Aragón, franciscanos, al presidente y oidores del Consejo de Indias, en la que copian la recibida del deán D. Pedro de Mendavia sobre las persecuciones padecidas en Nicaragua por cumplir su misión evangélica. También se conservan documentos que permiten seguir las acusaciones tramposas. De 1543 hay un documento de la Justicia y Regimiento de la ciudad de León de Nicaragua contra el bachiller Pedro de Mendavia, sobre la falsificación de una provisión real. De 1545 existe una Real cédula a Antonio de Santoyo, alguacil de la casa y corte, para que traiga preso desde Sevilla al bachiller Pedro de Mendavia, deán de Nicaragua. De 1549 se conserva una Real cédula al obispo de Calahorra, ordenándoles proceder legalmente contra el bachiller Pedro de Mendavia, condenado en Nicaragua por diversos delitos y fugado de la cárcel de Sevilla, a esas tierras, a petición de Gómez Arias Dávila, vecino de la provincia de Nicaragua, que quería resacirse de los gastos de traerlo preso a España.

jueves, 14 de mayo de 2015

REINADO DE LOS AUSTRIAS (VIII - Cofradías y otros)

Cofradías y hermandades

La situación económica de las cofradías solía ser muy precaria. El grueso de sus ingresos procedía de donaciones –casi siempre testamentarias- de los fieles. Otros procedían de la misma hermandad que invertía bienes propios, a cambio de una renta a perpetuidad. Era relativamente frecuente que en los testamentos se legasen las propiedades a los herederos, pero eso sí, situando sobre ellas una o más cargas a favor de alguna imagen o cofradía de su devoción. De los archivos parroquiales de Mendavia se obtiene esta tabla ilustrativa:


Benditas Ánimas del purgatorio
Ntra. Sra. del Pilar
Ntra. Sra. de Nieva de Mendavia
Ntra. Sra. del Rosario
Ntra. Sra. de Beraza
San Sebastián
Vera Cruz
Cathalina de Ulzurrun, 1601



12 libras de aceite
una carga de trigo
1 ducado
2 ducados
Francisco de Larrea, 1601



½ ducado
½ ducado
½ ducado
½  ducado
José Sádaba, 1792


un robo




Manuel Ruiz, 1795
20 ovejas






Francisca Sarrate

2 robos de trigo






En diferentes audiencias y libros de testamentos de Mendavia se refleja la existencia de cofradías, más tarde desaparecidas, como la de Nuestra Señora del Rosario o la de San Sebastián, de las cuales no quedan reglas ni estatutos. En el siglo XVII existen estas dos cofradías. El Obispo don Pedro Roche ordena en 1672 que la primicia y las cofradías del Rosario y San Sebastián entreguen los libros de cuentas. Los Altares de Nuestra Señora del Rosario y de San Sebastián, quedarán bajo el cuidado de la Cofradía de la Vera Cruz, según se verá.

La Vera Cruz

En Tierra Estella se desarrollaron con fuerza las cofradías de La Vera Cruz. Al frente de ellas estaba un abad o prior seglar. En ocasiones había además otro abad eclesiástico, el vicario, que participa en la cofradía celebrando las funciones religiosas, asesorando las decisiones y haciendo a la vez de secretario en las juntas.
Se hacía elección de dos mayordomos. Junto con el abad dirigían las juntas y participaban en la toma de decisiones. Eran los encargados de la administración de los bienes y gastos de la cofradía, para lo cual estaban obligados a llevar al día los libros de cuentas. Dos cursores pregonaban a todos los cofrades lo que el Abad y mayordomos dispusieran, y llamaban a reuniones mediante el toque de campanilla. Los diputados, entre dos y diez, participaban con el vicario, el abad y los mayordomos en la toma de decisiones en los asuntos que necesitaran de una especial deliberación. Entre otros cargos menores cabe destacar al pendonero, encargado de llevar los estandartes de la hermandad en las procesiones y por último, otra persona era nombraba para que portara el Árbol de la Cruz, la cruz de la cofradía, en los entierros.
Como se ve a continuación, estos fueron los criterios generales con los que se organizó en Mendavia esta  cofradía. El 12 de enero de 1709 se fundó en Mendavia con objeto de atender a los enfermos y enterrar a los difuntos. Los cofrades velaban a los enfermos, y si no tenían con qué alimentarse, pedían limosna para ellos. Por la asistencia de los cofrades en los entierros se cobrará la cera y 8 reales de limosna.
En 1773 se redactan las constituciones, tomando como santo protector a San Francisco de Asís: Se admitirán hombres y mujeres, pero éstas no intervendrán en las juntas. Se juntarán el día de la invención de la Santa Cruz el 3 de mayo. Los aspirantes se presentarán ese día, y se nombrarán los cargos para el año. Con el abad, dos hermanos seglares y dos sacerdotes nombrarán dos mayordomos que harán lo necesario para la conservación de la cofradía. También se juntaban la tarde de Jueves Santo durante los Maitines. En las juntas habrá cuatro hermanos seglares y dos sacerdotes además del Abad. Se nombrarán dos Mayordomos y un Cursor, para que, con los anteriores, hagan lo necesario para la conservación de la Cofradía. El primer Mayordomo tendrá la llave de la cera. El segundo Mayordomo cuidará que la lámpara de la capilla de los pasos esté encendida todos los días de fiesta y todas las noches de sermón en la cuaresma. Los cursores se encargarán de avisar a las juntas y de que sacar la cajeta de la Ánimas los días de fiesta y en los entierros. Asistirán a todas las misas de la Cofradía, entierros y procesiones. Los cofrades tendrán obligación de  asistir  a vísperas y misas en algunas fiestas religiosas del año, en particular en la Santa Cruz del 3 de mayo y en la Exaltación de la Cruz, el 13 de septiembre. En la Procesión de Jueves Santo los hermanos irán vestidos de blanco.
Se describe con todo detalle su papel en los entierros: Asistirán a los entierros 23 hermanos con velas desde la casa del difunto. Los Diputados y Mayordomos al oír las campanas irán a la Iglesia, para que junto con los señores del Cabildo y el Santísimo Cristo de la Cofradía, acompañado de dos hachas, partan a buscar el cadáver. Los otros estén en la puerta al tiempo de tomar el cuerpo y luego que lleguen a la Iglesia entregarán las velas a los cursores para que las acomoden, 6 en el Altar Mayor, 2 en el de Nuestra Señora del Rosario, 2 en el de San Sebastián, 2 en el Santísimo Cristo de la Cofradía y las hachas, a los lados del difunto.
Habrá dos libros foliados, uno para las Constituciones y nombres de cofrades, y estará en poder del primer Mayordomo. El segundo en poder del señor Abad. Las cuentas se darán el día 15 de septiembre en casa del señor Abad.
Se nombrará una Camarera de las Santas Imágenes, cuidará de su limpieza, del Altar y los manteles. La imagen del Santo Cristo estará limpísima, igual que las túnicas, remendadas con el mayor aseo que sea posible. Angela Chavarría fue una de las Camareras.
Para poder financiarse, además de las cuotas de los hermanos, se hacía una subasta para tener derecho a llevar los pasos en la procesión de Jueves Santo. En 1801 el Ecce Homo se lo queda Santiago Juvera por 3 reales y medio. 13 reales pedían por bajar el Santo Cristo de la Vera Cruz al entierro y la cera que ardía durante el entierro. Los nuevos Hermanos darán 2 reales de entrada. Cuando se necesitaba dinero para algún enfermo, se pedía limosna por las puertas.

Hermandad del Cabildo Eclesiástico

En 1750 el cabildo eclesiástico pasa a un nuevo libro las reglas y constituciones de su hermandad, recoge obligaciones, derechos y ayudas entre ellos. Se advierte que es obligatorio prestar juramento a cualquier nuevo beneficiado antes de ser admitido, conforme a la costumbre inmemorial. El reglamento ordena la presencia en los oficios, nombramiento de mayordomos, orden en procesiones, asientos en el coro y sacristía, misas cantadas y rezadas, incluso el aseo personal y vestidos decentes, había multas para los infractores de hasta 4 ducados.
Los nuevos beneficiados tenían obligación de presentarse el día de San Martín y el que no se presentase ese día sería tenido por ausente todo el año. Por San Martín (11 de noviembre) el mayordomo tenía obligación de preparar comida para todos los beneficiados, a costa del cabildo. Ese día se daban las cuentas. El 1 de agosto repartían los corderos y el trigo de añales. El cabido tenía tierras agregadas a los beneficios. Se vendieron por orden real en marzo de 1807: se midieron y resultaron ser 483,5 robadas.

Cofradía de San Isidro y San Antonio Abad

El año 1787 se fundó una cofradía que agrupó a labradores y ganaderos, secularmente enfrentados por los roturos de tierras, por parte de los agricultores, y por los intereses en los pastos y cortes de leña, que los mesteros usaban para hacer rediles donde “acubillar” el ganado. Se escoge el patronato de San Isidro Labrador y San Antonio Abad, "para que el Señor perdone nuestras culpas, para muchos beneficios espirituales y temporales y para mayor gloria de los Santos".
Las reglas eran parecidas a las de la Vera Cruz (asistencia a los entierros, celebración especial de misa mensual rezada, visita frecuente a los hermanos enfermos…). Especificaban que sólo habría 100 hermanos, labradores y ganaderos, sin mezcla de otro oficio bajo, y si en éste se mezclare quien ya está admitido, se ordene sea expulsado. Esta regla de expulsión se abolió en julio de 1830.
El día de San Miguel, 11 de septiembre, se reunían para las cuentas el capellán, mayordomos y los doce junteros perpetuos, que a la hora de la misa pasaban lista para ver si estaban todos. Los cargos pasaban de padres a hijos o en su defecto a yernos. Las mujeres, hijos, nietos y yernos de cofrade pagaban 4 reales de entrada, la mitad de la cuota, y debían tener 21 años. Si había que sustituir a un cargo difunto, podía entrar un hijo que tuviera 18 años.
El año de su constitución, para recabar fondos compraron un toro a Lorenzo Lacalle que costó 190 reales, el toro lo rifaron y sacaron 357 reales y 9 maravedíes. Pagaron 153 reales a Manuel Urbiola por la tela del pendón, 12 reales para el forro y la costurera y 2 reales por el viaje para traer la tela.
En 1791 venden dos novillos a 24 ducados y con disposición de dinero encargaron un retablo para San Isidro a Ramón Villodas. Con el producto de las limosnas pedidas por las casas en trigo y cebada consiguieron dinero para hacer un santo "de bulto" que encargaron a Anselmo Salanova, escultor de Logroño, que les cobró 600 reales.
Otro modo de recabar fondos era salir los cofrades a pedir. En 1826, no obstante, los cofrades se negaron a hacerlo. Aunque al año siguiente recogieron 6 robos de trigo y 2 de cebada, además de 5 sueldos en dinero.
El día de San Isidro, la cofradía repartía entre 12 y 20 cántaros de vino. Desde la víspera, salían los dulzaineros o gaiteros y se repartía varias cántaras de vino de la mejor calidad; no podían faltar fuegos (cohetes) en abundancia. El día 15 de mayo, misa solemne, procesión, gaita y fuegos. En años difíciles se suprimieron los gaiteros, pero los fuegos y el vino nunca faltaron en mayor o menor cantidad.
San Antón se celebraba con hogueras en las principales calles del pueblo.

La arqueta de las Ánimas del Purgatorio

La devoción de las Animas era sin duda muy antigua ya que desde las primeras anotaciones de las cuentas del Ayuntamiento (1690) se repite durante siglos la partida de 6 robos de trigo pagados al pregonero público por el encargo que tiene en convocar de noche a las ánimas (Propios, 1690).
En torno al siglo XVIII se usa convocar (1699), echar (1701, 1721) y publicar (1740-1810) las ánimas. Los nuncios pregoneros públicos ejercitan este encargo tañendo las campanas por la noche para que los devotos las encomienden a Dios. Estos pregoneros reciben un pago en trigo por parte del ayuntamiento. Sin existir aún cofradía, desde 1736 hay constancia de subastas de toros o novillos, que los mesteros donaban para financiar las limosnas de las misas de las ánimas. Los labradores que llevaban el grano a moler depositaban sus limosnas en harina, en un arca para las ánimas que la parroquia tenía en el molino (Audiencias, 1763).
Sin embargo, la cofradía se fundó el año 1801, un siglo después de la de Vera Cruz. Sus constituciones se hicieron el 30 de mayo de 1803 bajo la protección de la Asunción de Nuestra Señora. El pleno lo celebraban el 13 de noviembre con el oficio de ánimas. Debían recibir la comunión y ofrecerla por las ánimas, rezar una parte del rosario y ofrecer ayunos. El 6 de noviembre se hacían los nombramientos y el 20 de enero se daban las cuentas. Las oraciones, misas y ayunos por los difuntos y la ayuda a hermanos enfermos era la principal tarea de esta cofradía. La cofradía se ocupaba de que la Cajeta de las Ánimas saliera los días de fiesta, en el entierro de los hermanos, y el día de San Gregorio, en que se recogía el diezmo de los corderos.
Se conservan con detalle las cuentas de la cofradía de varios años entre 1803 y 1850. La cofradía tienen como propios algunos animales. Los ingresos provienen de la cuota de los hermanos, de cerdos, corderos o terneras donados, que luego  rifan o venden, en vivo o como carne y pieles. El día de San Gregorio (9 de mayo) los mesteros pagaban los diezmos de los corderos a la iglesia, y entregaban algún cordero a la cofradía. En el mes de agosto los cursores pasan por las puertas pidiendo limosna del trigo de la cosecha del año. Desde 1829 la cofradía disponía asimismo de una romana que alquilaban a los vecinos para pesar sus frutos.
Los gastos de la cofradía eran en pendones, varas para los cursores, cera, custodia de las vacas o novillos de la cofradía, o atención a los hermanos enfermos. En 1848 hace un pendón nuevo con 16 varas de damasco de seda negro a 15 reales y pagan al maestro sastre Pedro García 16 reales por las hechuras, compostura de borlas y cordones pagados en Logroño, hacen un total de 258 reales. En 1850 pagan 320 reales por un cuadro que, con anuencia de la junta, se mandó hacer al abad Isidro Elvira; pagan además 100 reales por el lienzo del cuadro, pintura y marco. El pintor fue Prudencio Echeverría.
En 1861 determinan bajar la cuota de ingreso a una peseta en vez de dos, por haber pocos hermanos. Nombran dos cursores que se han ofrecido a serlo mientras Dios les conserve la vida, por no poder cumplir el ermitaño de Legarda. En esta fecha están 118 hermanos.
En 1865 se incrementó el número de hermanos, pues había 224 hermanos. En 1888 la cofradía decae, suprimen hermanos por falta de pago, y en 1900 la cofradía contaba tan solo con 30 personas y 102 pesetas.
Aún después de desaparecida la cofradía, quedó la costumbre en muchos entierros de bajar a buscar el cadáver a las casas con el Cristo de la Enagüillas (llevaba un especie de falda de terciopelo con pasamanería). Algunos niños de la familia o vecinos llevaban velas a los dos lados del ataúd desde la casa del finado a la iglesia, y desde la iglesia hasta el convento, donde se despedía el duelo.

Cambio de modelo de asociaciones religiosas

Con la desamortización Mardoz (1855) se declararon en venta las posesiones de cofradías, capellanías y obras pías, entre otras… Las ventas se realizaron hasta finales de siglo. Estos procesos afectaron tanto al Hospital de Mendavia, según se vio, como a la Cofradía de las Ánimas. La Hermandad del Cabildo ya había vendido sus tierras en 1807.
Las asociaciones religiosas fueron mutándose y surgieron otras con distinto funcionamiento. En 1858 se colocó en la iglesia el altar de la Cofradía de Ntra. Sra. del Amor Hermoso, donado por María Jiménez, entre el cancel de la puerta de la calle San Juan y el altar de San Francisco Javier, donde estuvo colocado antes el altar de San Antón.
La cofradía de San Isidro se mantuvo, aunque modificándose sustancialmente su modo de organización. Nacieron otras asociaciones religiosas particulares como Terciarias Carmelitas, Acción Católica o Adoración Nocturna que no tuvieron la importancia que durante décadas ostentaron la Vera Cruz, las Ánimas o San Isidro.

Los entierros

Los difuntos se enterraban en el interior de la iglesia, más cerca del altar mayor cuanto más relevancia social tenía. Las sepulturas se pagaban según su posición dentro del templo. En la última década del siglo XVI se sabe que debajo del coro se paga 1 ducado; de los púlpitos hacia arriba, 2 ducados; en la capilla de San Sebastián, 2 ducados.
Pobres y desconocidos se entierran de limosna. Los pobres de solemnidad, forasteros difuntos o ahogados en el Ebro o sus afluentes, cuya identidad se desconocía, eran enterrados en el cementerio que se encontraba a las puertas de la iglesia. Varias mujeres dejan en el testamento vestidos, sábanas, manteles y otros útiles de cocina. Con ellos se pagan los sufragios por sus almas. Otras dejan casas y viñas.
Al estar el cementerio en una calle estrecha se presentan situaciones embarazosas. Un carro descompone la puerta del cementerio (1739). Esto lleva a prohibir que entren carros o ganados, que hagan labores allí, o que echen escombros u otros residuos  (1753-59).
Algunos muertos se entierran en Legarda: “El día del Señor San Marcos murió Pierriquis, pastor de Ymas, mandóse enterrar en Ntra. Sra. de Legarda” (1596).
Para los entierros, las vestiduras de los difuntos son especiales cuando se trata de beneficiados o cofrades. Los hermanos de las cofradías generalmente eran amortajados con las túnicas procesionales. Los sacerdotes eran enterrados revestidos como para celebrar misa. Otras personas eran vestidas con sus mejores ropas, y por las audiencias sabemos que otros, generalmente de familias acomodadas, eran amortajados con hábitos de alguna orden religiosa. En 1597 enterraron a don Joan Pérez, Beneficiado, y le pusieron vestiduras sacerdotales. A los tres años, en su memoria, se mandó hacer una casulla de damasco blanco y un cáliz de 10 ducados.

viernes, 8 de mayo de 2015

COYUNTURA 1

Mendavieses en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen

Ángel Alegría Mateo, de la CNT, fue exterminado el 1-1-42 en el campo de concentración de Gusen, Austria. Ángel Alegría (CNT), nacido en Mendavia el 3 de octubre de 1918,  logra pasar a Francia con su amigo Félix González, un tal Ochoa y otros; fueron enrolados en el ejército francés, integrados en compañías de trabajo para labores defensivas del frente, apresados por los alemanes y conducidos al campo de concentración de Gusen. Ángel enfermó, por lo que lo ejecutaron e incineraron en Gusen, Austria, el 1 de enero de 1942. Félix Gonzalez logró sobrevivir.
Un año antes, el 1 de enero de 1941, los campos en Gusen y Mauthausen se habían convertido en los únicos campos de la categoría III, “campos sin retorno”, en el Tercer Reich.
Todos los españoles que acabaron en los campos de concentración nazis se habían exiliado en Francia tras la victoria franquista de 1939. Los españoles que estuvieron recluidos en los campos de concentración nazis, de los que hay constancia documental, ascienden a 9.328. De ellos murieron 5.185, sobrevivieron 3.809 y figuran como desaparecidos 334.  La mayoría de ellos perecieron en Gusen, un subcampo situado a 5 kilómetros de Mauthausen. A él fueron a parar 5.266 españoles de los que fueron asesinados 3.959.
Los primeros deportados a Gusen sirvieron en las filas del Ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, capturados por los nazis en junio de 1940; los primeros republicanos llegaron el 6 de agosto de 1940. Eran 400 hombres trasladados desde el campo de prisioneros de guerra de Moosburg, cercano a la ciudad alemana de Múnich. En un plazo de poco más de un mes llegarían otros cinco convoyes cargados con cerca de 900 españoles.  El flujo prácticamente se detuvo hasta que en diciembre de 1940 comenzó el gran desembarco. Entre el 13 de diciembre y el 27 de enero de 1940 llegaron más de 3.000 españoles a bordo de tres grandes transportes. Otros 1.300 lo harían entre marzo y abril de 1941. A partir de ahí, y hasta diciembre, los ingresos se redujeron notablemente y apenas llegaron 600 hombres repartidos en pequeños grupos.
En el plazo de un año la población de Gusen creció de 800 a 4.000 internos a primeros de 1941. Debido a la abundancia de trabajo en la cantera de Gusen, los alemanes decidieron construir la cantera más grande de Europa en ese sitio. El trabajo de construcción pesado fue hecho por millares de presos españoles enviados a Gusen en 1941. En el momento en que la cantera de piedra fue operativa, aproximadamente 2.000 españoles habían muerto en su construcción.
La gran deportación española a Mauthausen-Gusen concluyó el 19 de diciembre de 1941, con la llegada del último convoy con más de 300 republicanos, procedentes del stalag XVII-B, situado junto a la ciudad austriaca de Krems. Desde entonces y hasta el final de la guerra seguirían entrando españoles con cuentagotas. La práctica totalidad de ellos eran miembros de la Resistencia francesa capturados por la policía francesa de Pétain y por la Gestapo y conducidos a los campos en 1942, 1943 y 1944. 
El régimen franquista negoció con la cúpula del Reich y con el gobierno colaboracionista de Pétain el traslado de todos ellos a campos de concentración donde debían ser exterminados. Podría pensarse que los españoles recibirían el triángulo rojo de prisioneros políticos, como de hecho ocurrió, años más tarde, en el resto de los campos. Sin embargo, en Mauthausen, los republicanos españoles recibieron el triángulo azul que les distinguía como apátridas. Un triángulo azul sobre el que aparecía escrita una «S» que les definía como spanier, es decir, como apátridas españoles. Los españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados, ahorcados, con duchas frías… Sin embargo, la mayoría pereció por el hambre, el trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades. Al final de la guerra europea, unos pocos sobrevivientes fueron liberados.

Entre los mendavieses liberados de campos de concentración se encuentran Teófilo Elvira, liberado el 10/03/1945 (en este caso del campo de Sachsenhausen) y Félix Gonzalo Sáinz, liberado el 05/05/1945 de Mauthausen.

viernes, 1 de mayo de 2015

REINADO DE LOS AUSTRIAS (VII - Capellanías y otras)

Capellanías, fundaciones y obras pías

Muchas personas dejaban fundaciones y capellanías a perpetuo, para sufragio de su alma; en ellas se recogían tierras, viñas, huertas, casas, etc. Con estos bienes y los recolectados de añales, diezmos y primicias, los beneficiados de Mendavia repartían anualmente sus rentas, separando lo correspondiente al señor Obispo (y arcedianato de Santa Gema) y al Abad de Irache; y en algunas ocasiones al rey.
Un modelo de reparto típico de las fundaciones era: la mitad para el Abad de Irache y la otra mitad para  los Beneficiados. El Beneficiado mayor era el vicario. Tenía como una de sus obligaciones la de residir en el lugar del Beneficio.
La Capellanía consistía en la dotación de una plaza vitalicia de cura (un capellán) que se vinculaba a una ermita o templo ya existente o a una capilla privada con la obligación de cierto número de misas que el capellán se comprometía a realizar por el alma del fundador y, habitualmente, también por su familia. La erección de una capellanía conllevaba siempre un importante desembolso por parte del fundador ya que normalmente debía dejar bienes suficientes para conseguir sitio en la iglesia, construir una capilla y dotarla de enseres convenientemente, además de una parte de su patrimonio que generara rentas para el mantenimeinto de la capilla y el pago por las misas de aniversario. Los fundadores de capellanías, según la creencia religiosa del tiempo, aseguraban quien rezase por ellos, requisito imprescindible para acortar las penas del purgatorio y poder alcanzar la salvación eterna. De acuerdo a su patrimonio los fundadores establecían el tipo de capellanía, nombraban al patrono o administrador, designaban al beneficiario y establecían el proceso de sucesión cuando la capellanía quedara vacante. Esta decisión de dejar un número de misas a perpetuidad por su alma y las de sus familiares más allegados suponía dotar de unas rentas los dichos sufragios que en adelante formarían parte del salario de algún capellán, normalmente el pariente más cercano. En ocasiones, los religiosos pugnaban por opositar a las capellanías bien dotadas ya que les permitía completar sus precarias economías y llevar una vida más holgada, a cambio de rezar las correspondientes misas.
El Libro de Capellanías y Testamentos de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de la villa de Mendavia fue comenzado en 1663. Recoge algunas fundaciones anteriores anotadas por Bonifacio de Morentin. La última fecha del Libro es de 1804. Sebastián Fernández, fundó una capellanía, sobre una viña en Mata la Mora y sobre su casa del Arrabal (1564). Joan de San Miguel fundó una capellanía sobre una viña de 40 robadas en el Camino de Carre la Rueda y una pieza de regadío, en la pieza de Ranço, de 9 robadas y media. La viuda intercede ante la condesa de Lerín para que las piezas cambien el arriendo, pasando al usufructo de su hijo (1566). María Berthol, mujer de Lorenzo Escudero, fundó capellanía para sufragar misas a perpetuidad con dos viñas, una que llaman La Larga (5 robadas) en Carre la Rueda, y otra Tras el Castillo (2,5 robadas), que las usufructúen Mari Sanctorum o sus hijos, el que se usufructúe, deberá pagar dos misas cantadas cada año (1584). En 1576 fundan una capellanía sobre una viña de tierra blanca de 23 robadas poco mas o menos, en la endrecera llamada Río Hondo,  con la condición de que dicha heredad no se pueda vender ni enajenar, partir ni dividir, ni sobre ella cargar otro censo ni obligación, que la de los 50 reales destinados a sufragios por su alma. Otras se fundan sobre viñas en las Rozas, término de la Carrera de Logroño; en Camino que va a Arrúbal (La Rioja); y en La Fuente. Miguel Quadrado mayor fundó una capellanía, y como murió el día de San Juan de Junio, se mandaron decir misas en la víspera de San Pedro, a perpetuo (1591). Joan Quadrado fundó una Capellanía con buena parte de su patrimonio: “una pieza que dejo a Joan Remírez y María de Carasa, su mujer. Son 60 robadas en el término de esta villa que llaman Mende la Vieja y todas las viñas que pareciesen ser mías en dicho término. Y así bien les mando dos vacas con sus crías y dos yeguas con sus crías y un potro de dos años y una potranca de dos años, y les mando una huerta en el término de Entre los Ríos, y todo el ganado menudo que tengo y pareciese ser mío… Les mando también todo el semencero que tengo, un carro y todos los aparejos para labrar”. La capellanía es de una misa cantada cada semana, a perpetuidad (1592). En 1612 María Carasa debe declarar la ubicación de las 60 robadas de Mende la Vieja. Son en la Requeja, junto al palomar de Miguel Quadrado, en el sendero de la fuente, en Carra Legarda, en Río Ondo y en Carra Logroño. Petri de Osses, pastor nacido en el lugar de Osses en la Baxa Navarra y residente en Mendavia de Navarra la Alta, funda una capellanía con 500 ducados, una pieza de 3 robadas en Los Tiemblos, Cañamares, otra viña en el Prado, otra en Matalamora, otra en la Serna, otra en Carra la Orza a Unte de la Casa de Ntra. Sra. de Legarda y otra en las Tamarices (1607). Don Diego de Sada y Laguardia, Obispo en 1661, ordena se adecente la Basílica de san Andrés con la capellanía de Miguel de Oñate (Beneficiado y Mayordomo de la Parroquia en 1612). La capellanía de Francisco Remírez se funda sobre el cerrado de viña que tiene en el término de Tras el Castillo, otra en la Recueja, en la pieza de Carre San Felices, la pieza del camino que va por detrás de San Pedro y la de Carre Logroño (1613). Don Fausto Liñan, presbítero beneficiado de la villa de Mendavia, funda en 1673 una capellanía, con una viña en el Arenal llamado de los Sesmeros; una viña en el Camino de San Pedro, llamado Bazán; una viña en el término de Carra la Rueda llamado el Junco; otra viña en la Fuente; una pieza en el Olivar de María Carasa y Prado de la Villa; otra pieza en Carra el Soto que llaman Juanaz.; y otra en el Moredo, teniente en el camino que van a Ymas.
En 1682 se recoge una fundación sobre una viña en Carra la Rueda, que llaman la del Olivo. Otra, sobre once robadas de viña y pieza en el término que llaman Belzuz (1718). Y otra en 1799 sobre una viña en Carracuesta, una pieza en las Lagunas, otra en Carraymas y otra en el paraje de las Tamarices. En los testamentos se reflejan además otras fundaciones y mandas pías. Son de varios tipos. Algunas son encargos simples de misas. Dado que la capellanía solía salir muy cara para el fundador porque implicaba la creación de un patronato, de una capilla y la compra de ornamentos, retablos, etcétera, la dotación sencillamente de unas misas de tabla era una buena solución. Efectivamente, para muchos mendavieses de capital más o menos modesto existía esta opción que les permitía dejar una memoria anual a cambio de una pequeña cantidad de dinero. Para pagarlas bastaba con crear un pequeño censo sobre alguna de las propiedades legadas a sus descendientes, normalmente sus propias casas, viñas u otras piezas. A veces el encargo era limitado en el tiempo y número de misas, y variaba también la frecuencia anual de ellas. En la tabla que sigue se aprecian algunos ejemplos:




Cabo de año
Misas de cuerpo presente, de entierro
Misas rezadas
Misas cantadas
Misas de Cartujano
Cathalina de Ulzurrun, 1601


26
en San Juan del Ramo
100

Francisco de Larrea, 1601
si
1 + novena

100

Francisco Lezcano, 1604
si
1 + novena

40

Juan Sagredo, 1700

3
150


Magdala Mangado, 1722


1.000


Josefa Pagola, 1722


200


Francisca García, 1729
si
3
20


Juan de Gumiel, 1731
si
3
300

6
María Antonia Morcate, 1767


600


Ramón Carasa,1781
si
3
25


Magdalena Urquizu, 1791

3
200


Francisca Sarrate
si
3
200


Manuel Ruiz, 1795

3



Antonio García, 1807


500


Manuel Suberviola, 1823
si
1
1
(2 reales)


Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez, 1828
si
12
400


Justo Pérez, 1835
si


2



La Misa cartujana, testimonio viviente de la Misa romana - cluniacense del s. IX, se celebraba en una Cartuja. Los cartujos sacerdotes, de acuerdo con su vida eremítica, la celebraban en las solitarias capillas del claustro. No se sabe a qué Cartuja encargarían las misas los deudos de Juan Gumiel. Otras misas son encargos exclusivos para aniversarios:


Cathalina de Ulzurrun, 1601
24 robos de trigo de añal
Francisco de Larrea, 1601
cuatro cargas de trigo de añal
Francisco Lezcano, 1604
12 robos de trigo de añal
6 robos de ofrenda.
Magdala Mangado, 1722
5 aniversarios a favor del cabildo de la villa de Sesma;  2 a favor del de Mendavia
Antonio García, 1807
seis aniversarios
Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez, 1828
Cuatro aniversarios, los días del Dulce nombre de Jesús, Virgen de Nieva, San José y San Francisco Javier.

Podían darse, además, algunas condiciones específicas para estas mandas pías:

Justo Pérez, 1835
13 misas cantadas de la Hermandad del Cabildo con sus respectivos nocturnos
Andresa Ximénez, 1792
cuatro entierros mayores, y las misas rezadas a disposición de su marido

Algunos encargos testamentarios se refieren a fundaciones sobre casas o tierras, con el fin de que sus usufructuarios anualmente encarguen misas en fechas establecidas.

María Berthol, 1584
dos misas cantadas cada año a perpetuidad
Miguel Quadrado mayor, 1591
misa en la víspera de San Pedro, a perpetuo
Joan Quadrado, 1592
misa cantada cada semana, a perpetuidad
Juan Sagredo, 1700
fundación de dos aniversarios radicados a perpetuo
Juan de Gumiel, 1731
fundó una misa a perpetuo con limosna de 8 reales, para el día de la Natividad de San Juan Bautista.
Ramón Carasa, 1781
25 ducados para la fundación de un aniversario en la octava de San Antonio de Padua
Francisca Sarrate
fundado el aniversario el día de Sta. Teresa

Esteban Mira Caballos en un estudio sobre estas fundaciones en Montijo llega a sumar “974 misas rezadas de tabla así como unas 55 cantadas, en total unas 1.029 misas por las que se pagaban 2.957 reales”, a 2,25 las rezadas y 13,81 las cantadas. De Mendavia se conoce que el costo de una misa rezada en 1823 era de 2 reales, y que desde 1736 estaba regulado que las tierras dejadas para fundaciones agregadas a un Beneficio dieran a robo de trigo por robada y a 5 reales el robo. Como ejemplos del siglo XVI que ayudan a analizar los costos, se tiene que María Berthol dejó 7,5 robadas para dos misas cantadas cada año (1584), a 3,75 robadas por misa. Joan Quadrado dejó 60 robadas por 52 misas cantadas cada semana (1592), a 1,1 robada la misa. Al precio de 5 reales por robada, cobrarían entre 5,5 y 16 reales por misa cantada, dependiendo de las regulaciones del momento.
La obra pía tenía por objeto la beneficencia. Ésta podía ser de muy diverso tipo, desde dotar a doncellas huérfanas para el matrimonio o para entrar en un cenobio como monja, a la redención de cautivos, escolarización de pobres u hospitalización de enfermos. La obra pía era una fundación, generalmente de carácter benéfico, en la que se establecían una serie de servicios piadoso-asistenciales más o menos amplios sobre una base patrimonial, fijando también las condiciones, los beneficiarios y el funcionamiento. Los bienes que se destinaban a tales instituciones formaban un todo indivisible que pasaba a formar parte del patrimonio de la Iglesia como propiedades vinculadas, por lo que, en la mayor parte de los casos, no se podían enajenar sin el permiso de las autoridades eclesiásticas. Capellanías y obras pías existían en las ciudades, pero sobre todo se prodigaban en los ambientes rurales, más desatendidos y necesitados que la población urbana de la época.
El libro Pagamentos del Cabildo de Mendavia ofrece información  sobre algunas de estas obras pías en Mendavia. Las más comunes fueron la Redención de cautivos, la Casa Santa de Jerusalén, el Hospital de la villa y el Hospital de Pamplona. La tabla que sigue complementa lo dicho.

Bienhechor
Obra pía
Donación
Año
Francisco de Larrea
Hospital de la villa
dos sábanas
1601
Magdalena Urquizu, Viuda de Sebastián Sagredo
Redención de cautivos
Casa Santa de Jerusalén Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
1 robo de trigo
1 robo de trigo
2 robos de trigo
1 robo de trigo
1791
Andresa Ximénez
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
4 sábanas de estopa
1 peso duro
1 peso duro
1 peso duro
1792
José Sádaba
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1792
Josefa Gurrea
Hospital de la villa
1 robo de centeno
1793
Francisca Sarrate
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
Casa Santa de Jerusalén
2 pesetas
2 pesetas
2 pesetas
2 pesetas
1807
Antonio García (marido de Jerónima Ximénez)

Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
A los pobres
½ onza
4 duros
½ onza
½ onza
300 pesos (se pide que los reparta un sacerdote)
1807
Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
Niños expósitos
Pobres viudas
y huérfanos
1 onza de oro
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
40 pesetas    (a peseta por necesitado)
1828
Manuel Suberviola
Hospital de la villa
dos ovejas jóvenes
1823

Junto a las posibles intenciones benéfico-asistenciales de capellanías, fundaciones y obras pías, se mezclaban algunas otras estrategias socio-económicas, pues:
  • los beneficiarios de las capellanías solían ser los familiares del fundador, con lo que este tipo de instituciones proporcionaban medios de vida a los allegados sin que las propiedades y sus rentas (al ser bienes eclesiásticos) estuvieran sometidas a pechas.
  • mediante las capellanías se adquirían unas rentas fijas que facilitaban el camino hacia el ennoblecimiento; la carrera eclesiástica era un medio para conseguir la promoción social, y estos beneficios convertían a sus beneficiarios en rentistas.
  • capellanías y obras pías servían como instrumento de prestigio social, en especial en el lugar del nacimiento del promotor. Del fundador se conservaba el recuerdo por "su generosidad" y los herederos y familiares adquirían preeminencia social.
Las capellanías fueron desapareciendo con los procesos de desamortización del siglo XIX.