Capellanías, fundaciones y obras pías
Muchas personas dejaban fundaciones y
capellanías a perpetuo, para sufragio de su alma; en ellas se recogían tierras,
viñas, huertas, casas, etc. Con estos bienes y los recolectados de añales,
diezmos y primicias, los beneficiados de Mendavia repartían anualmente sus
rentas, separando lo correspondiente al señor Obispo (y arcedianato de Santa
Gema) y al Abad de Irache; y en algunas ocasiones al rey.
Un modelo de reparto típico de las
fundaciones era: la mitad para el Abad de Irache y la otra mitad para los Beneficiados. El Beneficiado mayor era el
vicario. Tenía como una de sus obligaciones la de residir en el lugar del
Beneficio.
La Capellanía consistía en la dotación
de una plaza vitalicia de cura (un capellán) que se vinculaba a una ermita o
templo ya existente o a una capilla privada con la obligación de cierto número
de misas que el capellán se comprometía a realizar por el alma del fundador y,
habitualmente, también por su familia. La erección de una capellanía conllevaba
siempre un importante desembolso por parte del fundador ya que normalmente
debía dejar bienes suficientes para conseguir sitio en la iglesia, construir
una capilla y dotarla de enseres convenientemente, además de una parte de su
patrimonio que generara rentas para el mantenimeinto de la capilla y el pago
por las misas de aniversario. Los fundadores de capellanías, según la creencia
religiosa del tiempo, aseguraban quien rezase por ellos, requisito imprescindible
para acortar las penas del purgatorio y poder alcanzar la salvación eterna. De
acuerdo a su patrimonio los fundadores establecían el tipo de capellanía,
nombraban al patrono o administrador, designaban al beneficiario y establecían
el proceso de sucesión cuando la capellanía quedara vacante. Esta decisión de
dejar un número de misas a perpetuidad por su alma y las de sus familiares más
allegados suponía dotar de unas rentas los dichos sufragios que en adelante
formarían parte del salario de algún capellán, normalmente el pariente más
cercano. En ocasiones, los religiosos pugnaban por opositar a las capellanías
bien dotadas ya que les permitía completar sus precarias economías y llevar una
vida más holgada, a cambio de rezar las correspondientes misas.
El Libro de Capellanías y Testamentos de
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de la villa de Mendavia fue
comenzado en 1663. Recoge algunas fundaciones anteriores anotadas por Bonifacio
de Morentin. La última fecha del Libro es de 1804. Sebastián Fernández, fundó
una capellanía, sobre una viña en Mata la Mora y sobre su casa del Arrabal (1564).
Joan de San Miguel fundó una capellanía sobre una viña de 40 robadas en el
Camino de Carre la Rueda y una pieza de regadío, en la pieza de Ranço, de 9
robadas y media. La viuda intercede ante la condesa de Lerín para que las
piezas cambien el arriendo, pasando al usufructo de su hijo (1566). María
Berthol, mujer de Lorenzo Escudero, fundó capellanía para sufragar misas a
perpetuidad con dos viñas, una que llaman La Larga (5 robadas) en Carre la
Rueda, y otra Tras el Castillo (2,5 robadas), que las usufructúen Mari Sanctorum
o sus hijos, el que se usufructúe, deberá pagar dos misas cantadas cada año (1584).
En 1576 fundan una capellanía sobre una viña de tierra blanca de 23 robadas
poco mas o menos, en la endrecera llamada Río Hondo, con la condición de que dicha heredad no se
pueda vender ni enajenar, partir ni dividir, ni sobre ella cargar otro censo ni
obligación, que la de los 50 reales destinados a sufragios por su alma. Otras
se fundan sobre viñas en las Rozas, término de la Carrera de Logroño; en Camino
que va a Arrúbal (La Rioja); y en La Fuente. Miguel Quadrado mayor fundó una
capellanía, y como murió el día de San Juan de Junio, se mandaron decir misas
en la víspera de San Pedro, a perpetuo (1591). Joan Quadrado fundó una
Capellanía con buena parte de su patrimonio: “una pieza que dejo a Joan Remírez
y María de Carasa, su mujer. Son 60 robadas en el término de esta villa que
llaman Mende la Vieja y todas las viñas que pareciesen ser mías en dicho
término. Y así bien les mando dos vacas con sus crías y dos yeguas con sus
crías y un potro de dos años y una potranca de dos años, y les mando una huerta
en el término de Entre los Ríos, y todo el ganado menudo que tengo y pareciese
ser mío… Les mando también todo el semencero que tengo, un carro y todos los aparejos
para labrar”. La capellanía es de una misa cantada cada semana, a perpetuidad
(1592). En 1612 María Carasa debe declarar la ubicación de las 60 robadas de
Mende la Vieja. Son en la Requeja, junto al palomar de Miguel Quadrado, en el
sendero de la fuente, en Carra Legarda, en Río Ondo y en Carra Logroño. Petri
de Osses, pastor nacido en el lugar de Osses en la Baxa Navarra y residente en
Mendavia de Navarra la Alta, funda una capellanía con 500 ducados, una pieza de
3 robadas en Los Tiemblos, Cañamares, otra viña en el Prado, otra en
Matalamora, otra en la Serna, otra en Carra la Orza a Unte de la Casa de Ntra.
Sra. de Legarda y otra en las Tamarices (1607). Don Diego de Sada y Laguardia,
Obispo en 1661, ordena se adecente la Basílica de san Andrés con la capellanía
de Miguel de Oñate (Beneficiado y Mayordomo de la Parroquia en 1612). La
capellanía de Francisco Remírez se funda sobre el cerrado de viña que tiene en
el término de Tras el Castillo, otra en la Recueja, en la pieza de Carre San
Felices, la pieza del camino que va por detrás de San Pedro y la de Carre
Logroño (1613). Don Fausto Liñan, presbítero beneficiado de la villa de
Mendavia, funda en 1673 una capellanía, con una viña en el Arenal llamado de
los Sesmeros; una viña en el Camino de San Pedro, llamado Bazán; una viña en el
término de Carra la Rueda llamado el Junco; otra viña en la Fuente; una pieza en el
Olivar de María Carasa y Prado de la Villa; otra pieza en Carra el Soto que
llaman Juanaz.; y otra en el Moredo, teniente en el camino que van a Ymas.
En 1682 se recoge una fundación sobre
una viña en Carra la Rueda, que llaman la del Olivo. Otra, sobre once robadas
de viña y pieza en el término que llaman Belzuz (1718). Y otra en 1799 sobre
una viña en Carracuesta, una pieza en las Lagunas, otra en Carraymas y otra en
el paraje de las Tamarices. En los testamentos se reflejan además otras
fundaciones y mandas pías. Son de varios tipos. Algunas son encargos simples de
misas. Dado que la capellanía solía salir muy cara para el fundador porque
implicaba la creación de un patronato, de una capilla y la compra de
ornamentos, retablos, etcétera, la dotación sencillamente de unas misas de tabla
era una buena solución. Efectivamente, para muchos mendavieses de capital más o
menos modesto existía esta opción que les permitía dejar una memoria anual a
cambio de una pequeña cantidad de dinero. Para pagarlas bastaba con crear un
pequeño censo sobre alguna de las propiedades legadas a sus descendientes, normalmente
sus propias casas, viñas u otras piezas. A veces el encargo era limitado en el
tiempo y número de misas, y variaba también la frecuencia anual de ellas. En la
tabla que sigue se aprecian algunos ejemplos:
Cabo de año
|
Misas de cuerpo presente, de entierro
|
Misas rezadas
|
Misas cantadas
|
Misas de Cartujano
|
|
Cathalina de Ulzurrun, 1601
|
|
|
26
en San Juan
del Ramo
|
100
|
|
Francisco de Larrea, 1601
|
si
|
1 + novena
|
|
100
|
|
Francisco Lezcano, 1604
|
si
|
1 + novena
|
|
40
|
|
Juan Sagredo, 1700
|
|
3
|
150
|
|
|
Magdala Mangado, 1722
|
|
|
1.000
|
|
|
Josefa Pagola, 1722
|
|
|
200
|
|
|
Francisca García, 1729
|
si
|
3
|
20
|
|
|
Juan de Gumiel, 1731
|
si
|
3
|
300
|
|
6
|
María Antonia Morcate, 1767
|
|
|
600
|
|
|
Ramón Carasa,1781
|
si
|
3
|
25
|
|
|
Magdalena Urquizu, 1791
|
|
3
|
200
|
|
|
Francisca Sarrate
|
si
|
3
|
200
|
|
|
Manuel Ruiz, 1795
|
|
3
|
|
|
|
Antonio García, 1807
|
|
|
500
|
|
|
Manuel Suberviola, 1823
|
si
|
1
|
1
(2 reales)
|
|
|
Manuel de Urbiola y Bárbara
Martínez, 1828
|
si
|
12
|
400
|
|
|
Justo Pérez, 1835
|
si
|
|
|
2
|
|
La
Misa cartujana, testimonio viviente de la Misa romana - cluniacense del s. IX, se
celebraba en una Cartuja. Los cartujos sacerdotes, de acuerdo con su vida
eremítica, la celebraban en las solitarias capillas del claustro. No se sabe a
qué Cartuja encargarían las misas los deudos de Juan Gumiel. Otras misas son encargos
exclusivos para aniversarios:
Cathalina de
Ulzurrun, 1601
|
24 robos de
trigo de añal
|
Francisco de
Larrea, 1601
|
cuatro cargas
de trigo de añal
|
Francisco
Lezcano, 1604
|
12 robos de
trigo de añal
6 robos de
ofrenda.
|
Magdala
Mangado, 1722
|
5 aniversarios
a favor del cabildo de la villa de Sesma;
2 a favor del de Mendavia
|
Antonio
García, 1807
|
seis
aniversarios
|
Manuel de
Urbiola y Bárbara Martínez, 1828
|
Cuatro
aniversarios, los días del Dulce nombre de Jesús, Virgen de Nieva, San José y
San Francisco Javier.
|
Podían darse, además, algunas
condiciones específicas para estas mandas pías:
Justo Pérez,
1835
|
13 misas
cantadas de la Hermandad del Cabildo con sus respectivos nocturnos
|
Andresa
Ximénez, 1792
|
cuatro
entierros mayores, y las misas rezadas a disposición de su marido
|
Algunos encargos testamentarios se
refieren a fundaciones sobre casas o tierras, con el fin de que sus
usufructuarios anualmente encarguen misas en fechas establecidas.
María Berthol,
1584
|
dos misas
cantadas cada año a perpetuidad
|
Miguel
Quadrado mayor, 1591
|
misa en la
víspera de San Pedro, a perpetuo
|
Joan Quadrado,
1592
|
misa cantada
cada semana, a perpetuidad
|
Juan Sagredo,
1700
|
fundación de
dos aniversarios radicados a perpetuo
|
Juan de
Gumiel, 1731
|
fundó una misa
a perpetuo con limosna de 8 reales, para el día de la Natividad de San Juan
Bautista.
|
Ramón Carasa, 1781
|
25 ducados
para la fundación de un aniversario en la octava de San Antonio de Padua
|
Francisca
Sarrate
|
fundado el
aniversario el día de Sta. Teresa
|
Esteban Mira Caballos en un estudio
sobre estas fundaciones en Montijo llega a sumar “974 misas rezadas de tabla
así como unas 55 cantadas, en total unas 1.029 misas por las que se pagaban
2.957 reales”, a 2,25 las rezadas y 13,81 las cantadas. De Mendavia se conoce
que el costo de una misa rezada en 1823 era de 2 reales, y que desde 1736 estaba
regulado que las tierras dejadas para fundaciones agregadas a un Beneficio dieran
a robo de trigo por robada y a 5 reales el robo. Como ejemplos del siglo XVI
que ayudan a analizar los costos, se tiene que María Berthol dejó 7,5 robadas para
dos misas cantadas cada año (1584), a 3,75 robadas por misa. Joan Quadrado dejó
60 robadas por 52 misas cantadas cada semana (1592), a 1,1 robada la misa. Al
precio de 5 reales por robada, cobrarían entre 5,5 y 16 reales por misa
cantada, dependiendo de las regulaciones del momento.
La obra pía tenía por objeto la
beneficencia. Ésta podía ser de muy diverso tipo, desde dotar a doncellas
huérfanas para el matrimonio o para entrar en un cenobio como monja, a la
redención de cautivos, escolarización de pobres u hospitalización de enfermos.
La obra pía era una fundación, generalmente de carácter benéfico, en la que se
establecían una serie de servicios piadoso-asistenciales más o menos amplios
sobre una base patrimonial, fijando también las condiciones, los beneficiarios
y el funcionamiento. Los bienes que se destinaban a tales instituciones formaban
un todo indivisible que pasaba a formar parte del patrimonio de la Iglesia como
propiedades vinculadas, por lo que, en la mayor parte de los casos, no se
podían enajenar sin el permiso de las autoridades eclesiásticas. Capellanías y
obras pías existían en las ciudades, pero sobre todo se prodigaban en los
ambientes rurales, más desatendidos y necesitados que la población urbana de la
época.
El libro Pagamentos del Cabildo de
Mendavia ofrece información sobre
algunas de estas obras pías en Mendavia. Las más comunes fueron la Redención de
cautivos, la Casa Santa de Jerusalén, el Hospital de la villa y el Hospital de
Pamplona. La tabla que sigue complementa lo dicho.
Bienhechor
|
Obra pía
|
Donación
|
Año
|
Francisco
de Larrea
|
Hospital
de la villa
|
dos
sábanas
|
1601
|
Magdalena
Urquizu, Viuda de Sebastián Sagredo
|
Redención
de cautivos
Casa
Santa de Jerusalén Hospital de la villa
Hospital
de Pamplona
|
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
2
robos de trigo
1 robo
de trigo
|
1791
|
Andresa
Ximénez
|
Hospital
de la villa
Hospital
de Pamplona
Casa Santa
de Jerusalén
Redención
de Cautivos
|
4
sábanas de estopa
1 peso
duro
1 peso
duro
1 peso
duro
|
1792
|
José
Sádaba
|
Hospital
de la villa
Hospital
de Pamplona
Hospital
de Zaragoza
|
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
|
1792
|
Josefa
Gurrea
|
Hospital
de la villa
|
1 robo
de centeno
|
1793
|
Francisca
Sarrate
|
Hospital
de la villa
Hospital
de Pamplona
Hospital
de Zaragoza
Casa Santa
de Jerusalén
|
2
pesetas
2
pesetas
2
pesetas
2
pesetas
|
1807
|
Antonio
García (marido de Jerónima Ximénez)
|
Hospital
de la villa
Hospital
de Pamplona
Casa Santa
de Jerusalén
Redención
de Cautivos
A los
pobres
|
½ onza
4
duros
½ onza
½ onza
300
pesos (se
pide que los reparta un sacerdote)
|
1807
|
Manuel
de Urbiola y Bárbara Martínez
|
Hospital
de la villa
Hospital
de Pamplona
Hospital
de Zaragoza
Casa Santa
de Jerusalén
Redención
de Cautivos
Niños
expósitos
Pobres
viudas
y
huérfanos
|
1 onza
de oro
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
1 robo
de trigo
40
pesetas (a peseta por necesitado)
|
1828
|
Manuel
Suberviola
|
Hospital
de la villa
|
dos
ovejas jóvenes
|
1823
|
Junto a las posibles intenciones benéfico-asistenciales
de capellanías, fundaciones y obras pías, se mezclaban algunas otras
estrategias socio-económicas, pues:
- los beneficiarios de las capellanías solían ser los familiares del fundador, con lo que este tipo de instituciones proporcionaban medios de vida a los allegados sin que las propiedades y sus rentas (al ser bienes eclesiásticos) estuvieran sometidas a pechas.
- mediante las capellanías se adquirían unas rentas fijas que facilitaban el camino hacia el ennoblecimiento; la carrera eclesiástica era un medio para conseguir la promoción social, y estos beneficios convertían a sus beneficiarios en rentistas.
- capellanías y obras pías servían como instrumento de prestigio social, en especial en el lugar del nacimiento del promotor. Del fundador se conservaba el recuerdo por "su generosidad" y los herederos y familiares adquirían preeminencia social.
Las capellanías fueron desapareciendo
con los procesos de desamortización del siglo XIX.
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