viernes, 1 de mayo de 2015

REINADO DE LOS AUSTRIAS (VII - Capellanías y otras)

Capellanías, fundaciones y obras pías

Muchas personas dejaban fundaciones y capellanías a perpetuo, para sufragio de su alma; en ellas se recogían tierras, viñas, huertas, casas, etc. Con estos bienes y los recolectados de añales, diezmos y primicias, los beneficiados de Mendavia repartían anualmente sus rentas, separando lo correspondiente al señor Obispo (y arcedianato de Santa Gema) y al Abad de Irache; y en algunas ocasiones al rey.
Un modelo de reparto típico de las fundaciones era: la mitad para el Abad de Irache y la otra mitad para  los Beneficiados. El Beneficiado mayor era el vicario. Tenía como una de sus obligaciones la de residir en el lugar del Beneficio.
La Capellanía consistía en la dotación de una plaza vitalicia de cura (un capellán) que se vinculaba a una ermita o templo ya existente o a una capilla privada con la obligación de cierto número de misas que el capellán se comprometía a realizar por el alma del fundador y, habitualmente, también por su familia. La erección de una capellanía conllevaba siempre un importante desembolso por parte del fundador ya que normalmente debía dejar bienes suficientes para conseguir sitio en la iglesia, construir una capilla y dotarla de enseres convenientemente, además de una parte de su patrimonio que generara rentas para el mantenimeinto de la capilla y el pago por las misas de aniversario. Los fundadores de capellanías, según la creencia religiosa del tiempo, aseguraban quien rezase por ellos, requisito imprescindible para acortar las penas del purgatorio y poder alcanzar la salvación eterna. De acuerdo a su patrimonio los fundadores establecían el tipo de capellanía, nombraban al patrono o administrador, designaban al beneficiario y establecían el proceso de sucesión cuando la capellanía quedara vacante. Esta decisión de dejar un número de misas a perpetuidad por su alma y las de sus familiares más allegados suponía dotar de unas rentas los dichos sufragios que en adelante formarían parte del salario de algún capellán, normalmente el pariente más cercano. En ocasiones, los religiosos pugnaban por opositar a las capellanías bien dotadas ya que les permitía completar sus precarias economías y llevar una vida más holgada, a cambio de rezar las correspondientes misas.
El Libro de Capellanías y Testamentos de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de la villa de Mendavia fue comenzado en 1663. Recoge algunas fundaciones anteriores anotadas por Bonifacio de Morentin. La última fecha del Libro es de 1804. Sebastián Fernández, fundó una capellanía, sobre una viña en Mata la Mora y sobre su casa del Arrabal (1564). Joan de San Miguel fundó una capellanía sobre una viña de 40 robadas en el Camino de Carre la Rueda y una pieza de regadío, en la pieza de Ranço, de 9 robadas y media. La viuda intercede ante la condesa de Lerín para que las piezas cambien el arriendo, pasando al usufructo de su hijo (1566). María Berthol, mujer de Lorenzo Escudero, fundó capellanía para sufragar misas a perpetuidad con dos viñas, una que llaman La Larga (5 robadas) en Carre la Rueda, y otra Tras el Castillo (2,5 robadas), que las usufructúen Mari Sanctorum o sus hijos, el que se usufructúe, deberá pagar dos misas cantadas cada año (1584). En 1576 fundan una capellanía sobre una viña de tierra blanca de 23 robadas poco mas o menos, en la endrecera llamada Río Hondo,  con la condición de que dicha heredad no se pueda vender ni enajenar, partir ni dividir, ni sobre ella cargar otro censo ni obligación, que la de los 50 reales destinados a sufragios por su alma. Otras se fundan sobre viñas en las Rozas, término de la Carrera de Logroño; en Camino que va a Arrúbal (La Rioja); y en La Fuente. Miguel Quadrado mayor fundó una capellanía, y como murió el día de San Juan de Junio, se mandaron decir misas en la víspera de San Pedro, a perpetuo (1591). Joan Quadrado fundó una Capellanía con buena parte de su patrimonio: “una pieza que dejo a Joan Remírez y María de Carasa, su mujer. Son 60 robadas en el término de esta villa que llaman Mende la Vieja y todas las viñas que pareciesen ser mías en dicho término. Y así bien les mando dos vacas con sus crías y dos yeguas con sus crías y un potro de dos años y una potranca de dos años, y les mando una huerta en el término de Entre los Ríos, y todo el ganado menudo que tengo y pareciese ser mío… Les mando también todo el semencero que tengo, un carro y todos los aparejos para labrar”. La capellanía es de una misa cantada cada semana, a perpetuidad (1592). En 1612 María Carasa debe declarar la ubicación de las 60 robadas de Mende la Vieja. Son en la Requeja, junto al palomar de Miguel Quadrado, en el sendero de la fuente, en Carra Legarda, en Río Ondo y en Carra Logroño. Petri de Osses, pastor nacido en el lugar de Osses en la Baxa Navarra y residente en Mendavia de Navarra la Alta, funda una capellanía con 500 ducados, una pieza de 3 robadas en Los Tiemblos, Cañamares, otra viña en el Prado, otra en Matalamora, otra en la Serna, otra en Carra la Orza a Unte de la Casa de Ntra. Sra. de Legarda y otra en las Tamarices (1607). Don Diego de Sada y Laguardia, Obispo en 1661, ordena se adecente la Basílica de san Andrés con la capellanía de Miguel de Oñate (Beneficiado y Mayordomo de la Parroquia en 1612). La capellanía de Francisco Remírez se funda sobre el cerrado de viña que tiene en el término de Tras el Castillo, otra en la Recueja, en la pieza de Carre San Felices, la pieza del camino que va por detrás de San Pedro y la de Carre Logroño (1613). Don Fausto Liñan, presbítero beneficiado de la villa de Mendavia, funda en 1673 una capellanía, con una viña en el Arenal llamado de los Sesmeros; una viña en el Camino de San Pedro, llamado Bazán; una viña en el término de Carra la Rueda llamado el Junco; otra viña en la Fuente; una pieza en el Olivar de María Carasa y Prado de la Villa; otra pieza en Carra el Soto que llaman Juanaz.; y otra en el Moredo, teniente en el camino que van a Ymas.
En 1682 se recoge una fundación sobre una viña en Carra la Rueda, que llaman la del Olivo. Otra, sobre once robadas de viña y pieza en el término que llaman Belzuz (1718). Y otra en 1799 sobre una viña en Carracuesta, una pieza en las Lagunas, otra en Carraymas y otra en el paraje de las Tamarices. En los testamentos se reflejan además otras fundaciones y mandas pías. Son de varios tipos. Algunas son encargos simples de misas. Dado que la capellanía solía salir muy cara para el fundador porque implicaba la creación de un patronato, de una capilla y la compra de ornamentos, retablos, etcétera, la dotación sencillamente de unas misas de tabla era una buena solución. Efectivamente, para muchos mendavieses de capital más o menos modesto existía esta opción que les permitía dejar una memoria anual a cambio de una pequeña cantidad de dinero. Para pagarlas bastaba con crear un pequeño censo sobre alguna de las propiedades legadas a sus descendientes, normalmente sus propias casas, viñas u otras piezas. A veces el encargo era limitado en el tiempo y número de misas, y variaba también la frecuencia anual de ellas. En la tabla que sigue se aprecian algunos ejemplos:




Cabo de año
Misas de cuerpo presente, de entierro
Misas rezadas
Misas cantadas
Misas de Cartujano
Cathalina de Ulzurrun, 1601


26
en San Juan del Ramo
100

Francisco de Larrea, 1601
si
1 + novena

100

Francisco Lezcano, 1604
si
1 + novena

40

Juan Sagredo, 1700

3
150


Magdala Mangado, 1722


1.000


Josefa Pagola, 1722


200


Francisca García, 1729
si
3
20


Juan de Gumiel, 1731
si
3
300

6
María Antonia Morcate, 1767


600


Ramón Carasa,1781
si
3
25


Magdalena Urquizu, 1791

3
200


Francisca Sarrate
si
3
200


Manuel Ruiz, 1795

3



Antonio García, 1807


500


Manuel Suberviola, 1823
si
1
1
(2 reales)


Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez, 1828
si
12
400


Justo Pérez, 1835
si


2



La Misa cartujana, testimonio viviente de la Misa romana - cluniacense del s. IX, se celebraba en una Cartuja. Los cartujos sacerdotes, de acuerdo con su vida eremítica, la celebraban en las solitarias capillas del claustro. No se sabe a qué Cartuja encargarían las misas los deudos de Juan Gumiel. Otras misas son encargos exclusivos para aniversarios:


Cathalina de Ulzurrun, 1601
24 robos de trigo de añal
Francisco de Larrea, 1601
cuatro cargas de trigo de añal
Francisco Lezcano, 1604
12 robos de trigo de añal
6 robos de ofrenda.
Magdala Mangado, 1722
5 aniversarios a favor del cabildo de la villa de Sesma;  2 a favor del de Mendavia
Antonio García, 1807
seis aniversarios
Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez, 1828
Cuatro aniversarios, los días del Dulce nombre de Jesús, Virgen de Nieva, San José y San Francisco Javier.

Podían darse, además, algunas condiciones específicas para estas mandas pías:

Justo Pérez, 1835
13 misas cantadas de la Hermandad del Cabildo con sus respectivos nocturnos
Andresa Ximénez, 1792
cuatro entierros mayores, y las misas rezadas a disposición de su marido

Algunos encargos testamentarios se refieren a fundaciones sobre casas o tierras, con el fin de que sus usufructuarios anualmente encarguen misas en fechas establecidas.

María Berthol, 1584
dos misas cantadas cada año a perpetuidad
Miguel Quadrado mayor, 1591
misa en la víspera de San Pedro, a perpetuo
Joan Quadrado, 1592
misa cantada cada semana, a perpetuidad
Juan Sagredo, 1700
fundación de dos aniversarios radicados a perpetuo
Juan de Gumiel, 1731
fundó una misa a perpetuo con limosna de 8 reales, para el día de la Natividad de San Juan Bautista.
Ramón Carasa, 1781
25 ducados para la fundación de un aniversario en la octava de San Antonio de Padua
Francisca Sarrate
fundado el aniversario el día de Sta. Teresa

Esteban Mira Caballos en un estudio sobre estas fundaciones en Montijo llega a sumar “974 misas rezadas de tabla así como unas 55 cantadas, en total unas 1.029 misas por las que se pagaban 2.957 reales”, a 2,25 las rezadas y 13,81 las cantadas. De Mendavia se conoce que el costo de una misa rezada en 1823 era de 2 reales, y que desde 1736 estaba regulado que las tierras dejadas para fundaciones agregadas a un Beneficio dieran a robo de trigo por robada y a 5 reales el robo. Como ejemplos del siglo XVI que ayudan a analizar los costos, se tiene que María Berthol dejó 7,5 robadas para dos misas cantadas cada año (1584), a 3,75 robadas por misa. Joan Quadrado dejó 60 robadas por 52 misas cantadas cada semana (1592), a 1,1 robada la misa. Al precio de 5 reales por robada, cobrarían entre 5,5 y 16 reales por misa cantada, dependiendo de las regulaciones del momento.
La obra pía tenía por objeto la beneficencia. Ésta podía ser de muy diverso tipo, desde dotar a doncellas huérfanas para el matrimonio o para entrar en un cenobio como monja, a la redención de cautivos, escolarización de pobres u hospitalización de enfermos. La obra pía era una fundación, generalmente de carácter benéfico, en la que se establecían una serie de servicios piadoso-asistenciales más o menos amplios sobre una base patrimonial, fijando también las condiciones, los beneficiarios y el funcionamiento. Los bienes que se destinaban a tales instituciones formaban un todo indivisible que pasaba a formar parte del patrimonio de la Iglesia como propiedades vinculadas, por lo que, en la mayor parte de los casos, no se podían enajenar sin el permiso de las autoridades eclesiásticas. Capellanías y obras pías existían en las ciudades, pero sobre todo se prodigaban en los ambientes rurales, más desatendidos y necesitados que la población urbana de la época.
El libro Pagamentos del Cabildo de Mendavia ofrece información  sobre algunas de estas obras pías en Mendavia. Las más comunes fueron la Redención de cautivos, la Casa Santa de Jerusalén, el Hospital de la villa y el Hospital de Pamplona. La tabla que sigue complementa lo dicho.

Bienhechor
Obra pía
Donación
Año
Francisco de Larrea
Hospital de la villa
dos sábanas
1601
Magdalena Urquizu, Viuda de Sebastián Sagredo
Redención de cautivos
Casa Santa de Jerusalén Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
1 robo de trigo
1 robo de trigo
2 robos de trigo
1 robo de trigo
1791
Andresa Ximénez
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
4 sábanas de estopa
1 peso duro
1 peso duro
1 peso duro
1792
José Sádaba
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1792
Josefa Gurrea
Hospital de la villa
1 robo de centeno
1793
Francisca Sarrate
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
Casa Santa de Jerusalén
2 pesetas
2 pesetas
2 pesetas
2 pesetas
1807
Antonio García (marido de Jerónima Ximénez)

Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
A los pobres
½ onza
4 duros
½ onza
½ onza
300 pesos (se pide que los reparta un sacerdote)
1807
Manuel de Urbiola y Bárbara Martínez
Hospital de la villa
Hospital de Pamplona
Hospital de Zaragoza
Casa Santa de Jerusalén
Redención de Cautivos
Niños expósitos
Pobres viudas
y huérfanos
1 onza de oro
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
1 robo de trigo
40 pesetas    (a peseta por necesitado)
1828
Manuel Suberviola
Hospital de la villa
dos ovejas jóvenes
1823

Junto a las posibles intenciones benéfico-asistenciales de capellanías, fundaciones y obras pías, se mezclaban algunas otras estrategias socio-económicas, pues:
  • los beneficiarios de las capellanías solían ser los familiares del fundador, con lo que este tipo de instituciones proporcionaban medios de vida a los allegados sin que las propiedades y sus rentas (al ser bienes eclesiásticos) estuvieran sometidas a pechas.
  • mediante las capellanías se adquirían unas rentas fijas que facilitaban el camino hacia el ennoblecimiento; la carrera eclesiástica era un medio para conseguir la promoción social, y estos beneficios convertían a sus beneficiarios en rentistas.
  • capellanías y obras pías servían como instrumento de prestigio social, en especial en el lugar del nacimiento del promotor. Del fundador se conservaba el recuerdo por "su generosidad" y los herederos y familiares adquirían preeminencia social.
Las capellanías fueron desapareciendo con los procesos de desamortización del siglo XIX.

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