Una pintura de la vega del Ebro en la Granja de Imas
Es interesante la comparación del mapa
satelital actual (en Google) con otro mapa al óleo probablemente de finales del
siglo XVII. Se describe en los archivos como una Vista cartográfica de la vega
del río Ebro en la confluencia con el río Salado, entre Alcanadre (La Rioja) y
Mendavia (Navarra) y situación de la Granja de Imas (Archivo de la Real
Chancillería de Valladolid, PLANOS Y DIBUJOS, ÓLEOS, 35).
La propiedad de Imas aparece con una
importancia desmesurada. Esto se logra desplazando los edificios de Imas hacia
el oeste, ganándole terreno a Mendavia.
El curso del Ebro aparece transformado.
El soto de Imas se ha desplazado hacia el oeste, y se ha rectificado su curso
bajo. En este caso, los cascajales en el Ebro podría ser que hicieran ganar
terreno a la Rioja modificando el curso real, hasta formarse el entrante
actual. La distancia entre la desembocadura de Río Salado y Alcanadre también
se ha reducido en la pintura con el fin de dar impresión de un terreno de Imas
mucho mayor. Me atrevería a sugerir que este Óleo fue realizado bajo encargo
del Monasterio. Legarda aparece con la grafía de Legaria, desplazada en este
caso hacia el este; de modo que al pueblo se le come el terreno de Soto junto
al Ebro.
Es
importante observar las estacadas al otro lado del Ebro, sobre las que
se tratará más adelante. Peña Roja, Peña Casa y Peña Prado son referentes al
otro lado del Ebro, fáciles de situar en un mapa actual y amplificado de
Google. Sólo es necesario observar que Peña Roja ha sido desplazada junto con Imas
hacia el Oeste, aproximándose al núcleo poblacional de Mendavia.
Los cultivos de cereal, vides y olivos,
y unos pocos frutales, parecen estar representados a grandes rasgos en la
pintura. En los montes predomina el cereal. Los cultivos de regadío se dan en
las cercanías del Odrón, en sus dos ramales,
junto al pueblo y junto a Imas, y en las desembocaduras, tanto del Odrón
como del Río Salado.
Se ve representada la caza del conejo o
liebre con perro, entre los matorrales bajos de Imas.
Hospital de Mendavia
Los hospitales en Navarra datan de muy
antiguo. Los primeros aparecen vinculados a la ruta jacobea. Se trata de
sencillos albergues o casas de acogida que sirvieron para el ejercicio de la
caridad acogiendo pobres, viudas, peregrinos y huérfanos.
El de Mendavia ya existe en el siglo
XVI. Se cita en un testamento: “También murió Francisco de Larrea, testó … al
hospital dos sábanas”. Francisco de Larrea había enviudado de Agueda de
Argandoña en 1592 y en aquellos años era alguacil. Era común en el testamento
incluir donaciones al hospital de la villa y al hospital de Pamplona. En el
siglo XVI se había constituido en Pamplona, como fruto de una fusión de
antiguas instituciones asistenciales, el denominado Hospital General de Nuestra
Señora de la Misericordia.
Sobre el hospital de Mendavia, hay
constancia de su vigencia a fines del siglo XVII, pues se pagan 2 robos y medio
de trigo a Martín García, de la villa de Lodosa, por una puerta que ha hecho
para el hospital de la villa (1690). Un estudio de Núñez de Cepeda describe
cincuenta y cinco centros asistenciales, hospitalillos y simples refugios, en
diversos núcleos de población navarros del siglo XVIII, entre ellos Mendavia.
Se trata en este caso de un hospital reconstruido. En 1746 se gastaron 150
reales en gastos de una bereda para su demolición, escombrado y conducción desde
la tejería 6.400 ladrillos y 1.700 tejas para la fábrica de un nuevo hospital.
El hospital lo gobernaban los cabildos eclesiástico
y secular. Destinado a los enfermos del pueblo y a personas abandonadas, estuvo
sostenido con réditos de algunos censos y la caridad pública; recibió
donaciones testamentarias; la existencia de la abadía de Irache en la Granja de
Imas, hace suponer el apoyo a esta institución asistencial desde antiguo; la
cofradía de la Vera Cruz también tuvo entre sus fines la asistencia a enfermos.
Desde el siglo XVIII un sacerdote beneficiado preside el centro asistencial. En
1789, por ejemplo, se conoce que D. Agustín Sagredo, Presbítero Beneficiado de
la Parroquia, es a su vez el Administrador del Hospital, incluidas las rentas
de las piezas (terrenos agrícolas) que son propiedad del Hospital. Se sabe que desde
el siglo XVIII el Hospital tenía tierras en propiedad que ponía a renta. Con
los gobiernos liberales las tierras del hospital fueron vendidas en subasta
pública, según se verá más adelante.
Existía el cargo de hospitalero, que
cumplió un importante función en las situaciones de epidemias. Ellos se encargaban de llevar los enfermos al Hospital,
y aún de trasladarlos al cementerio. Desde 1840 a 1856 se reseñan como
hospitaleros: Pedro Sádaba, Lucas Sádaba,
Aniceto Cenzano, Beremundo García
y Manuel Quijera. A los tres primeros consta que se les pagaba en especie.
Tras las guerras contra los franceses,
una ley de 1821 regula la creación de Juntas de beneficencia para el
sostenimiento de los hospitales rurales. Al promediar el siglo XIX según el
Diccionario de Pascual Madoz los hospitalillos o albergues en Navarra son
trece. De todos ellos, sólo poseían categoría de verdaderos hospitales,
descontados los de Pamplona, Tafalla, Tudela y Estella, los de las localidades
de Viana, Olite, Puente la Reina, Mendavia, Los Arcos, Villafranca, Lumbier,
Cascante y Corella.
El hospital municipal de Mendavia, despojado
de sus propiedades agrarias, es aún beneficiado con mandas testamentarias en
1896 y 1897. Al poco tiempo, ya al parecer insostenible, es privatizado.
Mediante una fundación testamentaria se constituye “un hospital que sirva de
asilo a los pobres en su enfermedad y vejez”. Se puso en manos de las Hermanas
de Santa Ana, quienes dirigieron el hospital-colegio de Nuestra Señora de los Dolores,
bajo el patronato de la iglesia local.
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