viernes, 24 de marzo de 2017

Origen de las burguesías rurales en Mendavia

Fin de la primera guerra carlista y Ley paccionada

En el Convenio de Bergara (1839) tras la muerte de Zumalacárregui y la traición de Maroto a los carlistas, culmina la guerra de los Siete Años con la victoria de los isabelinos. En el rendimiento de los carlistas se confirman los fueros navarros, “sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”.
Al poco de terminada la guerra, María Cristina renuncia a la Regencia y es nombrado el general Espartero. En 1841 se extienden a los bienes del clero secular las medidas desamortizadoras. En Navarra se eligió una Delegación Provincial por voto de los mayores contribuyentes y se aprobó en pacto de la Diputación Foral con el gobierno de Madrid la Ley de modificación de los fueros o Ley paccionada, dos años después (1841). En ella se eliminan las Cortes navarras, los tribunales de justicia propios, las aduanas y monedas propias… Se pacta la autonomía administrativa y el respeto de la legislación civil propia. Desaparece el reino de Navarra y su soberanía. Los grupos políticos en Navarra tendrán estas leyes como punto de discordia, por un siglo. La ley de 1839, frente a la del 1841, representará la “reintegración foral plena”.
Será esta nueva Delegación Provincial –no foral- la que autorice en Mendavia y otros pueblos ribereños la venta de los terrenos comunales, impulsando la creación de las burguesías rurales de la zona. Los periódicos de la época reflejan el negocio emergente de las tierras: en marzo de 1840 el sr. Hipólito de Frías anuncia en prensa arriendos de sus tierras, entre otras las yerbas del soto titulado Baldegón, mugante con Mendavia.
En 1840 aún entregaba Mendavia el censo perpetuo en cereal al duque de Alba, con algunos “atrasos” de años anteriores. En 1842 se restablecen las disposiciones del trienio liberal de 1820-1823. Se suprime la palabra Vasallo y Vasallaje. Se decreta la abolición legal de los derechos feudales del señor: Derecho de maltrato; Derecho de que se amamante con preferencia al hijo del Señor; Derecho de pernada. En este contexto, en 1843 y 1844 los pueblos del Condado de Lerín interponen un pleito al Duque de Alba para abolir el censo, tal como lo habían intentado los años 1820-1822.

Fin de las pechas

En documento fechado el 12 de marzo de 1844 se conoce una Exposición que los diputados de los Valles, Cendeas, y Pueblos y Vecinos Particulares de Navarra a quienes se conoce en este país con el nombre de pecheros elevan a las Cortes para que en Navarra sean una verdad las disposiciones que han abolido los odiosos tributos feudales y entre ellos las pechas, reliquias del sistema humillante de la antigua desigualdad civil..
Estas reflexiones de los Diputados expresan las principales preocupaciones del momento  en los pueblos bajo dominio señorial. El éxito de la legislación abolitoria de los señoríos habría que relacionarlo con la posible simpatía del pueblo navarro por el régimen liberal y su aceptación de los cambios introducidos por la Ley de Modificación de Fueros de 16 de agosto de 1841. Los pecheros y lo mismo cabe decir de otros grupos marginados presentaron sus reivindicaciones al calor de las ideas liberales, lo que inclina a pensar que, en principio, debían coincidir muy poco con los representantes del antiguo estado de cosas, que perpetuaba sus marginación. Todo ello plantea numerosos interrogantes acerca de los mecanismos de control sobre los trabajadores, sobre su percepción del liberalismo y del carlismo, el alcance, motivos y posible evolución de su adscripción política durante las guerras realista y primera carlista. La situación explica en parte, que, cuando a fin de siglo se debata con fuerza el asunto foral en Pamplona, la Mendavia que en la década de 1840 hizo su lucha para desprenderse del Duque de Alba y su palacio en Lerín no se lo tome tan a pecho. Para el jornalero o peón, caer en manos de los pequeños burgueses rurales podría parecer incluso ventajoso, pues se había dejado de pechar a monasterios y duques. Aún no habían previsto las consecuencias de la ley del 1841.
A partir de 1844 los asientos de cargo y descargo de trigo y cebada desaparecen en Mendavia y todas las transacciones del ayuntamiento se efectúan en metálico. En el Ayuntamiento suprimen el tesorero, quedando únicamente el depositario. Las cuentas con el Duque de Alba pasaron a la historia.

El general Zurbano

Hijo de ricos labradores de la montaña navarra, nació en Varea (Logroño) el 29 de febrero de 1788. A los 20 años se alistó en la partida de “Cuevillas” para luchar contra la invasión francesa en la Guerra de la Independencia, demostró su valentía en el combate que se dio en Sansol, en el que también participaron Espoz y Mina.
Terminada la guerra, Martín Zurbano volvió a sus faenas del campo hasta que llegó la guerra carlista. Preparó una partida isabelina y se lanzó al campo con su gente (15 de julio de 1835). En 1836 fue nombrado en poco tiempo capitán, mayor de Cuerpos Francos y comandante. En 1837 protagonizó numerosos y arriesgados hechos de armas en la zona de Vizcaya, donde destruyó las fábricas de plomo que surtían a los carlistas, por ello le nombraron teniente coronel.
Como premio y recompensa de sus heroicos hechos de guerra, las cortes españolas condonaron a Martín Zurbano la Granja de Imas.
Terminada la guerra civil, fue elevado al cargo de mariscal de campo y, aunque se retiró del ejército, volvió para sofocar algunas sublevaciones en Vizcaya y Cataluña. Cuando Espartero cayó del poder, se vio obligado a huir a Portugal y al regresar a España en 1844 se rebeló y proclamó la Constitución.
En noviembre de 1844 el rebelde Zurbano estaba por Montenegro. El coronel Ramón Corres lo persigue y logra que toda la infantería se rinda y entregue las armas. Su levantamiento no tuvo éxito. Zurbano, con sus dos hijos y su cuñado Cayo Muro, y seis individuos más se dan a la fuga hacia Yanguas. Y trata de pasar el Ebro por las inmediaciones de su Granja (por Mendavia). En cuatro días el rebelde Zurbano acabó. Finalmente fue detenido y fusilado en Logroño. El orden se reestablece en las provincias de Logroño y Soria. Es el Gobierno de Narvaez: en un año hubo 214 fusilamientos. Ese año se había suspendido la venta de bienes de la Iglesia.

Martín Zurbano casó en primeras nupcias con Francisca del Saz, y en segundas con Hermenegilda Martínez. Su viuda, que vivía en la Granja de Imas, falleció en ella en 1861; fue sepultada en el Camposanto de Mendavia.

viernes, 10 de marzo de 2017

Primera guerra carlista en Mendavia


Imagen toamda de http://hispaniareypastor.blogspot.com/2015/05/12-mapa-la-primera-guerra-carlista-1833.html

La primera guerra carlista                       

En 1833 muere Fernando VII de España. Su esposa María Cristina es regente por la minoría de Isabel II, de tan solo 3 años.  En Navarra se dividen las posiciones sobre la sucesión real. La Diputación proclama a Isabel I (II de España) como reina. Otros apoyan a Carlos de Borbón. Es la primera guerra carlista (1833 - 1840). Los levantamientos carlistas son paulatinamente sofocados por el ejército liberal. Se trataba de una guerra de guerrillas limitada a dominar pequeños enclaves estratégicos. Es en la merindad de Estella donde tienen lugar acciones importantes y donde destaca Zumalacárregui como estratega militar.
La actitud mayoritariamente favorable de la Iglesia al absolutismo causa que la mitad de los 64 obispados españoles estén sin cubrir y cuatro obispos estén exiliados en 1834.
En 1835 Mendizábal es nombrado Jefe de Gobierno. Se disuelven todas las ordenes religiosas, excepto las hospitalarias, por su apoyo al carlismo. En 1836 se decreta la desamortización, ordenando la venta de los bienes de las ordenes religiosas disueltas; y se suprime el pago de diezmos y primicias. Luego dimite Mendizábal como Jefe de Gobierno al enfrentarse con la Reina Regente Mª Cristina. Un motín popular obliga a Mª Cristina a restablecer la Constitución de 1812. En 1837 se promulga una nueva Constitución española. Sólo un 2,2% de la población son electores.

La guerra carlista en Mendavia

Los años 1833 y 1834, al comenzar la guerra, Mendavia no entrega la partida del censo al Duque de Alba. El grano se empleó para raciones de las tropas isabelinas.  La guerra de los Siete Años mostró su horrible rostro en Mendavia. La enfermedad del cólera se hizo presente en 1833 con más de 100 muertos en un mes. No hay referencias de arreglos en la escuela ni de maestros contratados en todos esos años. Hay nueve muertos por violencia, cuatro ahogados, dos cuerpos de vagabundos encontrados congelados, dos soldados muertos en los campos. 
En el año 1836, Mendavia es utilizada para el suministro de paja de las tropas isabelinas.
Con el control territorial de los isabelinos liberales, hacia finales de 1837, pudo concretarse la desamortización de la Granja de Imas en Mendavia.

Movimientos militares casi permanentes:

El 9 de julio de 1834 se instala en Mendavia el cuartel general contra los carlistas de Zumalacárregui. Se reúnen los tenientes generales marqués de Moncayo y D. José Ramón Rodil, encargándose éste del ejército de operaciones del Norte, junto con una fuerza de Portugal. El plan de Rodil es atraer a los carlistas hacia el Ebro. Mientras sus tropas van hacia Vitoria, el general, desde Mendavia, dirigió una proclama a los navarros. Luego se encamina a Estella. 

El 19 de agosto de 1834 la caballería carlista sorprende en Viana a la realista de la columna Rodil, mandada por el Coronel Amor y se produce un enconado combate con grandes pérdidas en ambos bandos. A fines de septiembre se dan a la retirada el coronel Amor y el brigadier Marcilla con sus hombres, desde Sesma hacia Mendavia, tras verse en inferioridad frente a los carlistas. Pasan las tropas por Mendavia y al menos unos cántaros de vino se llevan (Audiencias, 1835). Otros de sus contingentes huyen hacia Lodosa. El ejército isabelino al mando de José Ramón Rodil, tras su desafortunada campaña realizada durante el verano de 1834, tratando de destruir las tropas de Tomás de Zumalacárregui y apresar al pretendiente Carlos de Borbón, había quedado muy disminuido de fuerzas a finales de septiembre de 1834. Rodil fue destituido y encontrándose en Pamplona, recibió el 28 de septiembre de 1834 la orden de entregar el mando.

En abril de 1835, de nuevo son los llanos de Sesma y Mendavia lugar de reto entre los ejércitos de D. Juan y de Isabel. Pero no entran en acción. El mes de diciembre el general carlista  Iturralde ocupa con 12 batallones Los Arcos y Mendavia, para vigilar los movimientos de los isabelinos.

En febrero de 1836 cruzan el Ebro dos compañías de infatería (200 hombres) y 60 caballos de los carlistas. Están comandados por un canónigo de Sigüenza, Vicente Batanero. Salieron desde Oñate, pasaron por Sesma y se dirigieron a Guadalajara. Pasaron el Ebro por el vado de San Martín en el Soto de Mendavia entre Arrúbal y Agoncillo. Se enfrentaron con patrullas realistas que, con débiles fuerzas, se ven derrotadas. Los carlistas mataron a dos e hirieron a varios. Se llevaron prisionero al oficial Torres. El uniforme carlista es capote gris, pantalón rojo, boina azul con borla blanca. A los soldados les dieron un duro y un escudo de latón en el pecho con un una leyenda: Virgen Santísima, protégenos. Los de caballería llevan capotes colorados. Días después varias columnas y tropas isabelinas los acechan.

El 8 de junio regresa a Mendavia, desde los Arcos, la columna de la Ribera, compuesta por  800 infantes y 400 caballos. A las siete de la mañana del día siguiente la columna partió para Lodosa con un convoy de paja. El día 18 sigue en Lodosa. En la tarde vuelven a ocupar Mendavia, y a las siete y media de la mañana del 19 parten para Lodosa con más de 100 cargas de paja. El 22 vuelven a Mendavia y a las 3 de la tarde parten para Sesma por Lerín, y una partida con paja hacia Lodosa.

El día 13 de julio de 1836, el carlista Basilio García pasó por el vado de Agocillo frente a Mendavia con 80 caballos y 1250 infantes, hacia Murillo de Río Leza. El capitán Martín Zurbano sale en su persecución, apoyado por parte de la brigada de Bernuy. El 23 de julio pasan  por el vado unos 1300 infantes y 50 caballos al mando de Batanero y Basilio en dirección a Murillo y Galilea. A los pocos días contramarchan desde Mendavia, y se dirigen a tomar Oteiza. Iribarren y Benell los enfrentan y les hacen retroceder. El día 14 de agosto, la columna carlista que había en Mendavia se repliega hacia Los Arcos. La columna de Basilio también se ha retirado hacia Baltrojar. Bernuy y Zurbano los persiguen. Iribarren los apoya desde Lodosa.

En enero de 1837 el coronel carlista Conrad (mercenario a quien sus hombres llamaban padre)  vaga de Larraga a Mendavia con 6 batallones y 3 escuadrones polacos, exigiendo a los pueblos raciones con amenaza de incendio y saqueo. 

En mayo de 1837 el general Iribarren envía una columna de infantería y 900 caballos sobre Mendavia y alrededores para observar al enemigo carlista. El 15 de junio dos batallones de Navarra y 3 escuadrones carlistas atraviesan el Ebro por Mendavia y sorprenden a 35 nacionales que se llevan prisioneros. Su objetivo era llamar la atención sobre Espartero, que amenazaba Estella.

En agosto, el comandante de la primera division de la Ribera lleva a Mendavia más de 1000 robos de trigo, mucha cebada y 300 cabezas de lanar para obligar al pueblo a pagar raciones que debe al ejército. Cinco hombres de la partida de Alcanadre que habitaban en Mendavia son aprehendidos con caballos y armas. Unos 30 más son sitiados en la iglesia. Los isabelinos los detienen porque habían interceptado varios correos llevándolos a Estella.

El 29 de diciembre de 1837 atraviesa por el vado de San Martín, frente a Mendavia, aprovechándose de una densa niebla, una expedición carlista al mando de Basilio García, con 5 batallones y 1 escuadrón, con una pieza de montaña, hacia Corera. El General Segundo Ulibarri sale en su persecución el día 30, desde Miranda. El 1 de enero de 1838 Ulibarri sale de Logroño hacia Ausejo. Basilio va hacia Soria y lleva ventaja.  A fines de enero las tropas de Basilio han sido alcanzadas y destruidas, atrapando 200 prisioneros.  En febrero, escarmentado el enemigo en los vados de Mendavia y Alcanadre, dejan cubriendo el Ebro a la caballería y la columna del coronel Zurbano.