Nuestra Señora de Beraza
La patrona de Mendavia
era Nuestra Señora de Beraza. La devoción era muy antigua. Tenía dedicada una ermita
a unos dos kilómetros al norte del pueblo. Su fiesta se celebraba el día 8 de septiembre.
El Ayuntamiento tenía hecho voto de ofrecer ese día una misa con salve y una romería.
Cathalina de Ulzurrun, en 1601 dejó como testamento a esta patrona una carga de
trigo.
Durante siglos la devoción de los mendavieses por su
patrona se veía reflejada en numerosos actos como rogativas, novenas y procesiones
con su imagen para pedir lluvias, con motivo de enfermedades persistentes, etc.
Hicieron rogativa a la patrona Ntra. Sra. de Beraza al menos en los años 1699, 1700,
1702, 1705, 1706, 1710, 1712, 1713, 1716, 1724, 1727, 1754, 1764, 1767 y 1798.
A lo largo de los años el edificio se iba resquebrajando
y una visita del señor obispo obligó a restaurar la ermita o mandaría quitar el culto.
Los mendavieses repararon la cúpula y adecentaron la sacristía. Joseph fue el maestro
arquitecto. El 2 de octubre de 1713 se terminaron las obras. Ese día se trasladó la imagen de Ntra. Sra. de Beraza a la capilla nueva.
Se celebraron corridas de toros en honor a la Virgen, y se mataron 2 toros. La villa
pagó 40 ducados y los toros los pagaron los vecinos (1713).
La ermita de Beraza tenía un ermitaño que en la mayoría
de las ocasiones vivía en ella hasta su muerte, siendo enterrado bajo el altar de
la Virgen. En los archivos municipal y parroquial se registran cada año los gastos
en luminarias, así como las mandas de los devotos que dejaban sus bienes para el
culto o aumentaban la ganadería de la ermita donando bueyes, vacas o toros bravos.
En 1738, Gregorio Martínez, ermitaño de Nuestra Señora
de Beraza, mandó que se celebrase en dicha basílica cada 13 de septiembre, una misa
en el altar de Cristo, y una salve delante de Nuestra Señora. Para pagar dicha fundación,
dejó unas vacas y novillos que se vendieron a remate de candela.
Tenía la ermita un hermoso huerto y tierra de labranza,
a la cual se añadieron, en 1792, 100 robadas, con el fin de nombrar capellán a un
hijo de Ramón Ordóñez, y una pieza de 25 robadas de regadío en el paraje que llaman
El Altillo.
El deterioro, con el tiempo, fue imparable y la última
anotación que se encuentra sobre el culto en la ermita es del 15 de noviembre de
1825. El cabildo parroquial anota haber cobrado del ayuntamiento 18 reales por una
rogativa, procesión y salve con la Virgen de Beraza.
En 1850 estaba la ermita casi derruida. Hacia 1900, ya
casi en ruinas, la ermita fue transformada
en corral ovino. Se ha llamado el corral de
Beraza. De la ermita se conservó la pila del agua bendita. Una imagen de Nuestra
Señora de Beraza se encuentra en la parroquia de Mirafuentes; y hay quienes aseguran
que es la de Mendavia, aunque se desconoce el momento de su traslado.
Reliquia de San Gregorio
La basílica de San Gregorio Ostiense guarda
las reliquias de este obispo de Ostia que, según la tradición, vino a predicar a
nuestra tierra enviado por el papa Benedicto IX con ocasión de una peste que asolaba
La Rioja y Navarra. Murió estando en La Rioja el 9 de mayo de 1044. La iglesia se
alza en el el monte de Sorlada, lugar donde cayó el animal que transportaba sus
restos.
El cuerpo del santo reposa en la basílica.
La cabeza recubierta de plata es objeto cada año de un ritual que en tiempos anteriores
tuvo una gran importancia en toda la comarca. El agua que se introduce en el cráneo
de San Gregorio era y es, hoy día en menor medida, utilizada para combatir las plagas
del campo. Así mismo, muchos devotos imploran que les libre de la sordera, ya que
se le considera patrón de los sordos.
Cada año los pueblos de la comarca enviaban
a un cura que, tras decir misa en la basílica, traía el agua con la que se bendecían
los campos, colocando en éstos una pequeña cruz de madera para que los protegiera.
Cuando la plaga era tan grave que peligraban
las cosechas, se pedía que la cabeza del glorioso San Gregorio visitara la localidad
afectada, y a pesar de los importantes gastos que originaba su traslado, su presencia
era muy solicitada.
Los de Mendavia en 1772 tuvieron una plaga
de pulgón “cuquillo y otras semillas”, que obligó al ayuntamiento a enviar a Antonio
Sádaba a Cascante, donde estaba en aquel momento la reliquia, a solicitar que viniera
al pueblo con urgencia. Al llegar se hizo procesión general por los campos y estuvo
en Mendavia dos días, lo cual ocasionó un gasto de 264 reales.
Excomunión
Bernardo Ximénez
fue excomulgado hasta cumplir la voluntad de su madre, que le ordenó decir 200 misas.
Para que no pretenda ignorancia, se publica el auto en el ofertorio de la misa,
y se le impone además cuatro reales de multa (1722).
Arca de misericordia y préstamos de trigo
El Arca de Misericordia era una antigua institución,
organizada desde los dos cabildos, que en años de escasez prestaba trigo a los labradores
para poder sembrar. Lo recuperaban en especie. En ocasiones además de trigo se repartían
alimentos.
En 1700, 1708, 1710 y 1711 se prestan a los
vecinos entre 500 y 800 robos a causa de los malos tiempos y malas cosechas. Se
deben devolver en agosto. En 1752, 1764 y 1788 constan más préstamos.
Algún detalle de la organización de estos
préstamos se presenta en 1763, en que a causa de la piedra resultó corta la cosecha.
Los cabildos determinan que Andrés García y Xavier García, vecinos de la villa,
“personas inteligentes y prácticas, enterados de los sujetos que se hallan precisados
de sembrar y los barbechos que tienen preparados, formen cuadrillas, y estas cuadrillas
mancomunadamente reciban el número de robos de trigo que vayan a sembrar, y se obliguen
mancomunadamente a pagar cada robo al precio que corriere en los mercados para el
día de San Miguel, 29 de septiembre de 1764”.
Hay ocasiones en las que sólo se hacen algunos
préstamos a particulares: 12 robos de trigo prestados a Joseph, maestro arquitecto
de la Basílica de Beraza (1712); al maestro de escuela, al bueyero, que cuidaba
la ganadería concejil, y al vaquero (1747).
Cuando no había trigo en el granero para
prestar, el cabildo compraba trigo fuera. En 1724 pidieron 2.000 robos de trigo
al monasterio de Irache. En 1748 se compran varias partidas. En 1771 Ramón Ordóñez
mayor, Alcalde, compra 200 robos de trigo en el Reino de Castilla, por 2.400 reales, a 12 reales el robo. En 1775, en similares circunstancias,
el Alcalde Balentín Ordóñez, compró 1.500 robos. El precio fue de 8,5 reales el
robo. En 1777 se recuperan 6.375 reales de los prestados con anterioridad. En 1780
compran trigo endeudándose en 2000 pesos, pues el precio del trigo había subido
a 4 pesetas. Todas estas operaciones de endeudamiento y compra fuera del Reino las
autorizaba el Real Consejo.
ALGUNAS TRADICIONES
La vida de los habitantes
de Mendavia se regía por las celebraciones de los santos, Navidad, Semana Santa,
carnestolendas... Las principales actividades tomaban como punto de referencia el
antes o después de San Juan (24 de junio), San Miguel (29 de septiembre), San Martín
(11 de noviembre) o San Andrés (30 de noviembre).
Toros
A partir del siglo XVIII la principal fiesta era San
Juan Bautista celebrada el 24 de junio, con corridas de toros. Entre los ganados
de los particulares se apartaban desde mayo los toros bravos que se habían de correr
en la villa por San Juan. Quedaban al cuidado del boyero o pastor de la ganadería
concejil que cobraba en trigo (Pedro Lizanzu, 1709, 2 robos de trigo; Domingo Ganuza,
1759; Santiago Roytigui, 1772, 6 robos de trigo). Los toros venían al pueblo arropados
por vacas. La recogida de los toros también se hacía con vacas y novillos.
Los desperfectos en los panificados, viñas y demás frutos
de los vecinos, o en otros bienes, que ocasionaban los toros hasta el día 26 de
junio, los pagaba el ayuntamiento. En ocasiones los pastores alegan que los toros
se quedan por los campos del Rubio, riñendo entre ellos y no hay modo de recogerlos.
Igualmente los daños que sufrían los toros, eran responsabilidad de la villa. Había
cobradores del libro de daños que se encargaban de estos cobros (Joseph Rodríguez,
1749; Manuel Aragón, 1783).
A veces son los toros los afectados. Dependiendo las
circunstancias, así son los pagos. A Joseph Jemero (1729), Bartolomé las Peñas y
Mathias Balerio le deben pagar 64 reales por llevar a la plaza uno de sus toros
que resultó con heridas. A Ana María Bazán (1736) le matan un novillo en la corrida
de San Juan y se lo pagan en repartimientos de los vecinos. A Juan Bautista Ibarra
(1741) el Regimiento le paga 6,5 ducados pues a su toro le saltaron un ojo. A Manuel de Urbiola (1789), el pastor Beremundo García debe pagar 8 pesos por llevarse uno de sus novillos a correr
en la villa de Agoncillo y en Mendavia sin su licencia, quedando el novillo ciego.
Para la fiesta se acondicionaba la plaza cerrándola con
tapias de adobes, puertas, carros y galeras, tarea que ejecutaban los vecinos a
bereda. Algunos arreglos los pagaba el Regimiento. En 1750 el herrero hace una docena
de banderillas y pone unos clavos de refuerzo en las barreras de la plaza. En 1773
se enyesan unos pilares caídos, se hacen nuevas tapias y se levantan con adobe las
paredes del toril y la plaza. En 1799 se ponen en bereda 500 adobes a 1,5 reales
el ciento.
En 1754 el arrendador de la carnicería (Joseph de Arróniz)
se comprometió a dar un ''toro de muerte" para la festividad de San Juan.
Cuando había algún acontecimiento extraordinario los
mendavieses lo celebraban con festejos taurinos. Por el nacimiento del príncipe
Luis I (25 de agosto de 1707), hijo de Felipe V y María Luisa de Saboya, se hizo
una corrida de toros y se mató un toro. El gastó se repartió entre los vecinos.
Algún problema se ocasionaba para los pagos, pues no todos estaban de acuerdo con
esos gastos, o el presupuesto familiar no alcanzaba. Al nacer el tercer hijo del
rey, en 1712, de nuevo se festejó con vino, pan y queso, y corrida de toros para
los vecinos. En esta ocasión pagó el Regimiento. Similares festejos se dieron el
2 de Octubre de 1713 con ocasión del traslado a la capilla nueva de la imagen de
Ntra. Sra. de Beraza. Se mataron 2 toros. La villa pagó 40 ducados y los toros los
pagaron los vecinos (1713). La llegada del virrey se festejó con comida de 46 conejos
y corrida de toros (1724).
Una inversión particular hacían los mozos. Entre varios
compraban un toro del que eran "porcionistas", y lo llevaban a correr
por los pueblos vecinos. Por audiencias de 1727 y 1748 se constata que no era fácil
llegar a acuerdos sobre la utilización de estos toros. Pedro Sádaba, Miguel González,
Juan Miguel Alonso, Joseph Ordóñez, Ramón Marquínez, Mauricio Fernández, Santiago
Onofre, Sebastián Romeo y Jacinto Ocáriz se ven envueltos en estos negocios.
Fiestas menores
Otras fiestas a lo largo del año se relacionaban
con fechas religiosas en memoria de los santos o la vírgen María. El Ayuntamiento
tenía hecho voto de celebrar al año tres misas: el 1 de junio, en Legarda, con salve;
la segunda el 8 de septiembre en Beraza, también con salve y la tercera con toda
solemnidad y el Sacramento expuesto y procesión, la mañana de Resurrección.
Mientras existió la ermita de Beraza, patrona
antigua de Mendavia, se iba en romería a su ermita el 8 de septiembre.
San Gregorio, el 9 de mayo, era la fecha
determinada para entregar el diezmo de los corderos. Los pastores, casi siempre
roncaleses y de "Baxanabarra", y mesteros con sus rebaños acudían al pueblo
para que el vicario señalar qué corderos tenían que entregar de diezmo. Había varios
encargados, como "cogedor de corderos" y otros muchachos, que sujetaban
los elegidos. La fiesta era grande, la Vera Cruz sacaba su arquilla de las Animas,
los pastores generosos daban abundantes limosnas y los mesteros corderos.
San Blas se celebraba con bendiciones de
alimentos para personas y animales. San Roque era día de obligada comida en el campo
a las orillas del Ebro. El día del Ángel parece reminiscencia de algunas fiestas
de pastores.
Celebraban además rogativas, bodas, bautizos...,
incluso, ya de un modo más familiar, la matanza del cerdo, de la que las familias
hacían partícipes a sus vecinos con un presente de trozos de cerdo envueltos en
una hoja de berza.
Los pastores tenían unas fiestas específicas
en la que los amos invitaban a comer, con arreglo a la costumbre: la víspera de
Todos los Santos, Carnestolendas, Navidad y San Gregorio.
Juegos y apuestas
Desde antiguo se jugaba en el frontón al
juego de pelota, que daba nombre a una calle, al parecer cercana al lo que hoy es
la del Prado. Los juegos de cartas, dados, zacanete..., daban lugar a que los hombres
perdieran no sólo su dinero, sino sus bienes: animales u otras posesiones. Eran frecuentes las apuestas en el juego de pelota, y en el arrastre de piedras con bueyes.