viernes, 26 de junio de 2015

LOS REGADÍOS DE MENDAVIA (SIGLO XVIII)

LOS REGADÍOS

Regadío de Codés, puentes y proyectos de nuevo regadío

En 1702 se había ampliado el regadío de Codés, abriendo un nuevo canal en el término de Palomar. Para cruzar brazales de Codés, yasas y barrancos, se hicieron pequeños puentes. Se solían arreglar en trabajos comunitarios vecinales (beredas)  que incluían limpieza, arrancar piedras y trasladarlas en carros. Se contrataba algún maestro albañil. Por menos de 200 reales en cada año, se realizan arreglos y se construyen puentes menores, en yeso, cal, ladrillo y piedra. Veánse algunos de ellos:
1697: dos puentes nuevos, uno junto al huerto de Isidro Carasa y otro en Carra Imas; arreglo del de Ordóñez.
1699: puente nuevo de ladrillo y piedra, en el Río Madre de Carra Imas, para que pasen los carros.
1709: arreglo de puente de ladrillo en el río que pasa por la Villa.
1722: reparos al puente del Cespediado y al Puente Grande.
1741: arreglos de los pasos del Río del Moral y del Pontizo, destruidos por la crecida de septiembre.
Por estos años el arreglo más notorio fue el realizado en el Puente Grande, con bocales y calzada (1707). Se contrató a Mathias Calleja, Maestro albañil de la villa, a quien se le pagaron 409 reales.
El ayuntamiento, además de aprovechar las aguas de Codés, miraba ampliar el regadío de Ebro. Algunas mediciones y trazas hicieron los maestros Francisco de Echeverría, José González Falcón (1722), Juan de La Reya, de Larraga (1724), fray Marcos de Santa Teresa, del convento de carmelitas descalzos la villa Marquina, Señorío de Vizcaya (1724). Ninguna de sus propuestas pudo ejecutarse.

Reconstrucción del Puente Grande (1748)

A causa del maltrato del puente por el uso de carros forasteros, galeras y coches que transitaban por él, el ayuntamiento decidió reconstruirlo en 1748. Se queda con el trabajo el maestro Blas García, vecino de Lodosa, por algo más de 2.300 reales. En las condiciones del contrato detalla el trabajo de fortificación del puente, cambiando piedras dañadas, mejorando el arco, colocando pilastras y antepechos, etc…  Se agrega una calzada empedrada para la salida del puente (de 78 varas de largo y cinco de ancho). Para parte del trabajo se contrata al cantero Joseph de Iloro, al que se le pagan 430 reales, después del reconocimiento del mismo por el maestro Ventura de Ziarza, vecino de Sansol. Finalmente, se refuerza el puente mediante un trabajo menor de emplomado que realiza un herrero. El plomo se trae desde Logroño.

Obras en el río que baja de Codés y otros arreglos de puentes (1751-1758)

El 29 de enero de 1751 el ayuntamiento encarga a Santiago Eleta y Lorenzo Ibar, canteros franceses, residenciados en Mues, el arreglo de varios puentes en el regadío: dos en el camino a Legarda, otro en el Río Madre de Carra Logroño, otro en Parte el Prado, otro en San Felices, otro en la pasada de Legarda a Imas y otro en Carra el Soto. Las piedras las pueden sacar de las canteras de Imas. Al término del trabajo fray Pascual Galve, religioso de la Orden de San Bernardo,  hizo la declaración de conformidad.
El 6 de junio de 1751, sale a remate de candela la obra de arreglo del pontizo de dos bocales en arco y su calzada, que está cercano al Puente Grande y va para la Ciudad de Pamplona, por estar casi derruido. Queda rematada la obra por Domingo Ibar, maestro cantero, hermano de Lorenzo, en 342 reales. El 6 de octubre se termina.
Fray Pascual Galve presentó las trazas y condiciones para construir una presa en el regadío de Carra Imas. El 13 de Octubre de 1751 fray Pascual Galve hace la declaración de la obra; Domingo Ibar hace postura y se queda con la obra en 1.808 reales, que incluye presa, bocal, casilla y calzada en el lugar que donde se dividen las aguas entre Carra Imas y la granja de Imas. A fines de noviembre se vio necesario hacer otra presa, bocal y calzada para la conducción de las aguas hacia El Cabo y El Molino. Ocasionó 1702 reales de gastos adicionales. En 1753 se agregan calzadas al Puente Grande, más presas, bocales y casilla al río que baja de Codés. Se le pagan a Ibar 426 reales. El maestro de obras, Martín de Marcarán, da por buenas las obras, todas de Domingo Ibar, con trazas de fray Pascual. 
Fray Pascual Galve
Religioso San Bernardo, notable tracista y maestro de obras, es llamado a reconocer la capilla de Nuestra Señora de las Nieves hecha por Vicente Arizu en Puente la Reina el año 1752. En diversas ocasiones fue llamado por el Ayuntamiento de Mendavia para la realización y reconocimiento de diversas obras entre 1745 y 1755: el molino, la iglesia y los regadíos de Codés y Río Nuevo.

La mano de obra ordinaria la efectuaban los vecinos a bereda, a cambio tan sólo de pan, vino y queso. En 1743 llevan piedra desde Imas para reparar los puentes del Camino de Legarda, de San Felices, de la Madre de Carra Logroño y de El Palomar. En 1751 sobreponen y terraplenan la calzada desde los bocales hasta el Crucifijo. En 1752 terraplenan y componen las calzadas desde la villa al puente Grande. En 1758 realizan un trabajo mayor para arreglar “los rompimientos” ocasionados por el Ebro desde el puente Francés hasta el de la Cárcaba. Para dar paso al término de El Arenal, “para el gozo de aquel término del ganado del arrendador de la carnicería”, se hizo un puente de madera por El Matarral del Soto de Arriba.
En 1758 se le paga al cantero Martín Ibar un trabajo menor para componer el puente debajo de San Bartolomé que se dirige al camino que llaman Carra el Soto, para el uso y tránsito de caballerías.

Construcción del Regadío del Río Nuevo (1753-1756)

El río de Codés se hace insuficiente para el riego de las tierras de Mendavia. La villa de Los Arcos toma el agua para regar largos prados. Han extendido sus regadíos las villas de Aguilar, Azuelo, Espronceda, Torres y Sansol, la Granja de la Monjía, propia del Real Monasterio de Iranzu y el lugar de Lazagurría. A Mendavia escasamente llega una corta porción de agua y sólo en los meses de enero a abril.
El 15 de agosto del año 1753 se determina en junta de concejo, con 2/3 de vecinos, que fray Pascual Galve inicie las trazas para el Río Nuevo. Se pide al Real Consejo la autorización para tomar sus pagos de las rentas de la villa, que ésta obtendrá de los vecinos que se benifician con el riego. El 28 de agosto llega fray Pascual  a reconocer el cauce. Fray Pascual reconoce un primer intento de regadío en la Veguilla (1725-1726), abandonado por costoso, largo y hondo. Un segundo intento lo hizo el maestro catalán Joseph de Montelion, sin éxito. Y propone el cauce que se conocerá como el Río nuevo.  Nace en el Pontón, atraviesa el río de El Arenal (del regadío viejo), pasa otro río en el camino de Legarda; llega al río viejo de Belzunz; pasa a la Vega, donde propone construir un molino; y desde ahí llega hasta la Granja de Imas, que podría también regarse. Esteban de Muzquiz, maestro de Obras, recibe casi 500 reales por un mes de reconocimiento y nivelación del cauce, desde la caseta del Pontón hasta el término de la Granja de Imas, según la traza de fray Pascual. En noviembre, Esteban de Muzquiz propone en nueva declaración la construcción de siete puentes: en el Sestil (1), Fustero (2), San Pedro (3), viña de Ramón Ordóñez (4), Legarda (5), San Felices  (6) y El Altillo (7). Pueden apreciarse en el mapa de Google.



El 16 de abril de 1754, Jerónimo Marquelí, ingeniero jefe, realiza una segunda nivelación, que hace ver que el proyecto resultará más costoso de lo estipulado en la primera. En un informe presenta los puntos principales y el costo de su proyecto: a) en el Portalón, caseta sobre la Peña y conductos: 3.500 reales; b) protección con 4.000 carretadas de piedra gruesa: 8.000 reales; c) fortificación con triple estacada: 1.200 reales; d) cauce hasta encontrase con el Río Mayor de 23.500 pies de largo: 30.680 reales y medio; e) conducto embovedado por debajo de la corriente de Codés: 5.800 reales; f) continuación del cauce de 5.444 pies: 12.094 reales y 12 maravedíes; g) paraderas y sangraderas: 400 reales. Más otros detalles, el total es de 62.484 reales y 30 mrs. de plata. Los diversos puentes, el molino proyectado y el terreno comprado a los vecinos no se calculan en esta primera etapa.
Se proyectan regar 13.200 robadas, a saber: 9.200 de la villa de Mendavia y sus vecinos y 4.000 del Monasterio de Irache. Incluye los términos de El Arenal, hasta Legarda (con viñas); de Legarda al Río Mayor, incluidos los Sotos; del Río Mayor hasta la Granja de Imas; y la Granja de Imas.
El 14 de Julio de 1754 se saca en candela la obra de la caseta y bocales por donde se ha de sacar el agua para el nuevo regadío. Se hicieron viajes de reconocimiento y de búsqueda de fondos para el proyecto. Domingo Ibar, maestro cantero, hizo la caseta y los bocales. Simón de Irigoien comienza a trabajar en la estacada y se llevan 89 peones para limpiar un juncal cerca de la caseta del Río Nuevo antes de la llegada del invierno. El Real Consejo les concedió facultad para cortar en los sotos las estacas necesarias, con la condición de vender los despojos. Cortaron 390 estacas. Se necesitaron 27 yuntas, cinco carros, y más de 50 hombres. A los peones les pagaron a 2 reales de costa y jornal.
En 1755 Fernando Díaz de Jáuregui, maestro de obras de Pamplona, hace un tercer reconocimiento del cauce y de los puentes: los mide y los tasa. Joseph Gaspar de Iriarte, agrimensor y maestro de la escuela de Mendavia midió de nuevo el cauce. Irigoien construye los puentes, que deben hacerse anchos para el paso del ganado concejil. Se pide a Esteban de Muzquiz que los regule y trace. Se traen 25 carretadas de piedra de la villa de Murillo para fortalecer la caseta y vocales ya construidos. Martín Barcaraz, cantero, hace las trazas para una paradera. Se retrasan las obras. En septiembre las crecidas del Ebro rompen la estacada y se repara.

Esteban de Múzquiz

En el Obispado de Pamplona, a partir del siglo XVII se sucedieron en el cargo de veedor de obras de cantería Francisco Palear Fratín (1602-1637), su hijo Pedro Palear Fratín (1637-1698), Juan Antonio San Juan (1698-1741), y ya en la segunda mitad del siglo XVIII diversos maestros entre los que destacan José Pérez de Eulate, Esteban de Múzquiz, Manuel de Iribarren o Manuel de Larrondo. (Tomado de José Azanza)

El 9 de Octubre de 1755, el alcalde Francisco Lodosa, en presencia de Regidores y vecinos convocados a concejo, observan lo sucedido desde el día 7 en que el alcalde abrió la llave de la caseta para echar el agua por el cauce del Río nuevo: algunos terrenos se vinieron abajo. Para continuar con las obras se acuerda pedir dinero prestado a algunos vecinos pudientes de la comarca y al abad de Irache.
En diciembre de 1755 deciden construir una antepara que frene las aguas. Los acuerdos no eran fáciles. Se saca a candela el 15 de diciembre de 1755. Se presenta Barcarán, maestro cantero. Expone su proyecto de paradera que proteja el canal de Río Nuevo en caso de crecidas del Ebro. El proyecto y el costo se envía al Real Consejo. Barcarán da las trazas para su construcción y la valora en la cantidad de 1.500 reales. Manuel Pavía rebajó 80 reales. Antonio García, maestro albañil de Lodosa, se ofrece en 1.250 reales. El 22 de Diciembre se encendió una candela. Manuel Pavía la valoró finalmente en 1.901 reales y medio. Este Pavía, el 29 de Diciembre cedió la obra a Martín de Barcarán.
El 21 de febrero de 1756 echan de nuevo el agua por el río nuevo y a su impulso se rompen algunas porciones y el borde de la Cárcaba. En marzo de 1756 dos vecinos rompen el canal para tomar agua para su siembra. Son apresados y obtienen, en el Tribunal de Lerín, libertad bajo fianza. En mayo de 1756 Martín de Barcarán declara que el trabajo está concluido en el paraje que llaman el Sestil y que la pared de la antipara está concluida con su paradera. Joseph del Castillo, Maestro de Obras de Piedramillera, declara que la obra está bien, aunque hace algunas observaciones. Antonio Albaina, agrimensor de Viana, mide las tierras de los vecinos en el Raso y Matalamora. Manuel Iribarren, Maestro de Obras, en el mes de julio reconoce finalmente las aberturas en el Arenal y la obra de la caseta y bocales en la orilla del Río Ebro, y declara ser conforme, ajustando algunas mejoras y comprometiéndose Ibar con algunos trabajos adicionales.

El río de Codés

En  1760 se trata en junta con los vecinos sobre el regadío de Codés. No hay agua suficiente y se administra mal, por lo que se decide reparar la presa del río Mayor destruida por una riada y nombrar un encargado de administrar el agua.
En 1763 se hace una bereda para construir la presa, y en 1764 se decide que se rieguen los huertos por turno, antes las hortalizas que los cáñamos y linos; y se nombra regador a Simón de Yrigoien. A finales de este año se conducen 12 carretadas de piedra desde Imas, para reparar la caseta y bocales que dividen el Río Mayor entre la villa y Carra Imas. El monasterio aportó 90 reales para ese arreglo, por las 24 horas semanales que toma para el propio riego. Por nuevas crecidas, en 1969 se volvieron a reparar brocales y caseta. Nuevos arreglos se realizaron en años posteriores. En la presa del Sosal se hizo una paradera en 1786, para poder regar los términos de Carra Imas y los de Imas. La Granja apagó un tercio de los costos.
La relación con el Monasterio por el uso de estas aguas se complicó poco después. En 1771 hay abierta una causa de la villa en su contra por la llave de esta caseta. En 1773 delimitan con mojones las tierras de Monte Redondo y otras, a causa de las disputas habidas con el Administrador de Imas, los pastores y criados. En 1783 el prior denuncia que le quitaron el agua el día que le correspondía.
Los riegos ocasionan algunos problemas más entre vecinos y en varias ocasiones se realizan denuncias, varias de las cuales terminan en sanciones. Bien sea por dejar pasar el agua a otros huertos (1765) o a la carretera (1784)  o a las casas cercanas (1788). En 1769 y 1776 es sancionado el molinero por no echar el agua a los huertos a la hora señalada.

El Río Nuevo (1757-1767)

En 1757 Barcarán concluye la obra de la antepara del río Nuevo. Ildefonso García menor, maestro albañil, la reconoce como hecha conforme a arte y debida perfección. Se organiza además el riego de los sotos por el nuevo cauce para la producción de hierba y leña, por cuanto no baja agua por el regadío viejo. Para ello se planifica la limpieza del cauce.
En 1758 se contratan un carro con dos yuntas y ocho personas en La Salceda, para sacar del Ebro una madera de pino que el río bajó en una de sus crecidas.  Se trae al pueblo, y con su madera se hace un canal para pasar el agua sobre el cauce del Nuevo Regadío. Se reparan rompimientos del Ebro desde el Puente del Francés hasta la Cárcaba que  impedían el trabajo de labor en El Arenal y el crecimiento de pastos para los ganados de la carnicería. Se hizo un puente provisional de madera para el Matarral del Soto Arriba para estos ganados. Juaquín de Sesma se queda con el remate para hacer siete bocales en el cauce del Nuevo Regadío.
En 1759 y 1760 se hacen caseta y bocales para regar los términos del Raso y Matalamora del río Nuevo.  Se añaden orejones y entibo para recoger mejor el agua en tiempos de “aguas bajas” (entibo: muro que se usa para contrarrestar el empuje del agua). Se compone la antepara del Sestil con una estacada, y se refuerza el puente de la Cárcaba. Diego de Estenoz, Domingo Ibar y Pedro Arizpe, maestros canteros, se quedan con los trabajos. En octubre de 1760 los reconocen Martín Maduro, vecino de Viana, y Antonio Barinaga.
En 1761, mediante beredas se conducen las aguas del Río Nuevo a los Sotos (árboles y hierbas) porque al río de Codés le faltó el agua, y se fabrican estacadas en la Cárcaba. Se decide hacer una presa para poder conducir el agua hasta el término de La Vega.
En 1767 se llama a  Sebastián de Ondecola y a Juan de Alzuat, maestros canteros, para que continúen la obra de la antepara. Los canteros piden traer la piedra de la cantera de Imas, a 4 reales fuertes la carretada.

Desde 1757 a 1764 se realizan trabajos en bereda para limpieza del cauce del Río Nuevo. Se pagan repartimientos para ello. Aunque en ocasiones se obliga a realizar los trabajos a los jornaleros. En 1764 se obligó a los interesados, so pago de pena de multa, a la limpieza del cauce principal para regar  el Raso y Matalamora.

sábado, 20 de junio de 2015

SEÑORÍOS Y POLÍTICA AGRARIA EN MENDAVIA (siglo XVIII)

SEÑORIOS EN NAVARRA Y  LA MERINDAD DE ESTELLA

A finales de la Edad Media, en medio de enfrentamiento de las realezas, éstas reforzaron la expansión de las noblezas rurales como política que les permitía mantener cierto control de las poblaciones y espacios. Así sucedió en toda la península. Pero así como en Castilla en el siglo XVI se dieron concesiones y ventas de territorios, en Navarra sólo se confirmaron los privilegios que ya tenían.

Mapa de la distribución geográfica 
del espacio señorial en Navarra
(Fuente: Usunáriz 1997a: 11)


El mapa  señorial  en la Navarra  del siglo XVIII presentaba  una  distribución  espacial  cuyos orígenes se remontan en gran medida a tiempos de la Reconquista. Los reyes de Castilla premiaron el apoyo de algunos nobles navarros otorgando oficios y dinero. Las excepcionales concesiones de tierra las hicieron sin perder territorios propios, sino tomando las del bando agramontés perdedor.
Los señoríos habían sido adquiridos por tres grupos: hombres de negocios y militares en ascenso, hacia el final del periodo de los Austrias; servidores de los ejércitos del rey; pequeña y mediana nobleza que obtuvo territorios mediante reclamos por derechos usurpados con anterioridad. La mayor parte de estos señoríos ocuparon el sur de Navarra. La distribución total de los señoríos en el Reino navarro acaparaba el 19,8% de la  superficie total y el 17% de la población. En tres merindades del sur -Olite, Tudela y Estella- los dominios señoriales superaban el 35% del territorio. Y entre ellos destacan el condado de Lerín y el marquesado de Falces. La otra parte de territorio se dividía entre los hidalgos enriquecidos en la zona (pequeños terratenientes) y los territorios comunales de las villas.
Mientras que el 13,67% de la población navarra (30 .727 habitantes) estaba sometidos al régimen señorial, el porcentaje en la merindad de Estella era el más alto con un 31,5% (14.728 hab.). Por su población destacan los señoríos del duque de Alba, y del marqués de Falces, ya que entre ambos concentraban un 57,1% (17.528 hab.) del total de la población de señoríos.
Mientras que un 14,7% (1 .476 km2 ) de la superficie de Navarra estaba sometida al régimen señorial, la merindad de Estella destaca con un 30,75% (635,7 km2) de su superficie. Del total de la superficie de señorío, el duque de Alba y el marqués de Falces, concentran el 53,3% (191,6 km2) .
Observando la distribución entre señoríos laicos y eclesiásticos, los laicos abarcan el 80,13% (1.183,45 km2) de la superficie de señoríos, mientras que los eclesiásticos alcanzaban el 19,58% (289,2 km2) .
En las tablas que siguen se aprecian los porcentajes más altos de señoríos en las merindades de Estella y Olite, tanto en población como en superfie; el porcentaje de señoríos laicos y eclesiásticos; la relación de población y superficie de los principales señoríos de la merindad de Estella, según censo de 1786; y un mapa territorial de los señorios en la merindad de Estella.

Señoríos en Navarra
(por merindades)


Población
Superficie

Realengo
%
Señorío
%
Realengo
%
Señorío
%
Merindad de Pamplona
81577

857

2437,85

12,15

Merindad de Sangüesa
38994

2226

2916,5

65,5

Merindad de Tudela
22213

6176

1061,1

330,9

Merindad de Estella
31971
68,5
14728
31,5
1097,3
69,25
432,7
30,75
Merindad de Olite
19240
74,33
6644
25,67
1431,3
76,23
635,7
23,77
TOTAL NAVARRA
193955

30727

8944,05

1476,95


Merindad de Estella


Población
%
Superficie
Km2
%
Señoríos eclesiásticos
4395
14,30
289,2
19,59
Señoríos laicos
25343
82,48
1183,45
80,13
Sin determinar
989
3,22
4,3
0,43

Principales señoríos de la merindad de Estella

    
Señores
Población
Superficie
Conde de Lerín (Allo, Arellano, Arróniz, Cárcar, Cirauqui, Dicastillo, Lerín, Mendavia, Sesma, Eslava, Sada, Estemblo)
10297
501
Marqués de Falces (Andosilla, Azagra, Falces, Funes, Marcilla, Peralta)
8014
322
Conde de Lodosa (Lodosa, Barillas)
2303
47,8
Marqués de San Adrián (San Adrián, Montreagudo)
828
32
Señor de Sartaguda (Sartaguda)
201
14,8
Monasterio de Irache (Imas, Irache, Legardeta, Yarte, Zumbelz)
140





Mapa de los señoríos de la Merindad de Estella
(censo de Floridablanca, 1786)




POLÍTICA AGRARIA EN MENDAVIA

Política de arriendos de tierra en Mendavia

El primero de enero el ayuntamiento de Mendavia sacaba las arrendaciones. Los interesados hacían su postura, y la mejor de ellas era admitida. Días más tarde se hacía el segundo “auto” y se encendía candela para ver si alguien mejoraba dicha postura. 20 días más tarde, por cumplirse el “veinteno” que marcaba la ley, sacaban a remate de candela lo que se prentedía arrendar. Las tierras se arrendaban por sorteo cada ocho o nueve años. Los nuevos vecinos, llegados de fuera, y las familias recientemente constituidas, se incorporaban a la lista para tener derecho a caso.  Estas listas ocasionan problemas de preferencias y reclamos ante el Real Consejo. Se decide que cada año las revise el consejo de vecinos. Si algún caso queda vacante, se asigna por lista antes de los nuevos sorteos. A Martín Etaio le asignan un caso en estas condiciones en 1741. Más tarde, en 1760, se regula que si alguien emigra, en tres meses pierde el derecho al caso, y se asigna al siguiente en la lista.
Los casos eran tierras de comunal. En los primeros tiempos se referían a tierras mayoritariamente de sequero, sobre las que pesaba el censo perpetuo (o pechas) al Duque de Alba. Los casos se distinguían de las suertes. Suertes eran terrenos libres, sin pecha. Como algunos de ellos fueron entregados antiguamente por méritos de guerras, o adquiridos en posteriores apropios, todo ello realizado mediante sorteo, se impuso la terminología de suertes. Se generalizó posteriormente este nombre (desde 1786 al menos), tanto para secano como para regadío, cuando eran adjudicardos a sorteo cada nueve años. Todavía hoy se aplica el nombre de suerte a la porción de terreno equivalente a unas siete robadas en secano y cinco en regadío (tal vez corresponda este tamaño a la división que se hizo en el reparto de El Arenal en torno a 1770).

La Lomba, La Yasa, Baloria, Beraza y otros arriendos

En 1699 ya se arrienda por 9 años lo que llaman tierra blanca: Pieza del Moral, Era del Moral, Era de la Tejería, Era del Crucifijo, Lomba Alta, Lomba Baja, los tres Pedazos junto a la viña de Fernández, los Pedazos de Carra el Soto, los de Tamarices y los de Lagunazas. La Lomba y La Yasa, según se refirió, se arrienda a lodosanos y sesmeros, con el compromiso de que lleven ese grano a depositarlo en Lerín. Se ahorran de ese modo gastos en portes. En 1703 los casos de sequero son 137. En 1704 se sortean los términos de Baloria y Beraza. En 1712 se componen las suertes en un libro, con vistas al nuevo sorteo. En 1731 hay arriendos en La Vega, Majadales de Carra Imas, pieza de La Caballera, Lomba, Prado Carra las Viñas, Pieza Regadío de Ebro y Tamarices, Eras del Mora, Eras de Carra Legarda, piezas de Bejerilla y Castillar, Alto de la Vega, Carra la Orza, Carra Imas y Yasa. En 1737 se abre un nuevo libro para la administración de los arriendos.
No obstante los apropios de tierras realizados en los años sucesivos, se mantuvo la política complementaria de arriendos. Entre 1780 y 1788 se reciben pagos por arriendos de amplios terrenos (de regadío) en el Prado y debajo de la ermita de Ntra. Sra. de Legarda, y otros más pequeños en el Raso (7 suertes nuevas) y en Carra Legarda. Se siguen arrendando muchos terrenos de secano.

Apropios de El Urzagal y El Arenal (1768-1771)

Con el nombre de apropios se señalan las ventas de tierra que a lo largo de la historia de Mendavia se hicieron por parte del ayuntamiento. A la venta precedía un roturo organizado, por eso el nombre de apropio. En 1768, en el contexto de los motines de Esquilache, el Ayuntamiento no sólo arrienda tierras, sino que “autoriza a roturar el Soto llamado del Urzagal que es propio de la Villa, dividiéndolo en porciones, repartiéndola con igualdad entre todos los vecinos, por cuanto dicho Soto está contiguo a las heredades que comprende el Nuevo Regadío y que en esta inteligencia determinen los vecinos (aún no existe Junta de veintena) lo que tengan por conveniente. Por unanimidad dijeron que se roture y reparta dicho Soto, quedando éstos con la propiedad y la libre facultad para enajenar sus porciones, y que todos los gastos que se han de hacer para su apropio, repartimientos y demás que ocurra, se han de soportar con igualdad por dichos vecinos, sin que la villa tenga que  contribuir a gasto alguno”.
Este deseo inicial de reparto igualitario, impulsado legalmente tras los motines de Esquilache, se fue desfigurando tanto en Mendavia como en todo el país. En las condiciones establecidas de pago igualitario, pero sin aporte de la villa para créditos, estará la raíz de la concentración de las tierras en pocas manos. Los que no tenían como pagar, se quedaban sin tierras. Había que pagar al agrimenor, además del trabajo de roturo, y el costo de las mismas tierras.
El Ayuntamiento se reservó algunos de sus derechos, con ambiguas redacciones: “En cuanto al gozo que en dichos parajes tiene o puede tener el ganado vaquío, quede refundido en los demás Sotos”. ¿Significa que los animales tenían o no el derecho de pastar en esos apropios? Respecto a la caza, bajo algunas condiciones, queda el Ayuntamiento con el derecho al cobro del arriendo del soto de caza.
Además del apropio de El Urzagal, se intenta realizar el apropio de El Arenal, solicitado desde 1760. En diciembre de 1759 se estaba en discusión sobre le apropio de El Arenal, considerando si se hacía regable o no. En esa ocasión no hubo acuerdo. Finalmente se decidió hacerlo regable. En El Arenal había dos tipos de tierras, desde el punto de vista de la propiedad: suertes y casos. Según se vio con anterioridad, en los documentos de la época llaman suertes  a las tierras “que gozan los vecinos de tiempo inmemorial a esta parte, y que las laborean y perciben sus frutos sin carga ni obligación, por ser suertes, son libres”. Junto a ellas están los casos, tierras labradías repartidas entre los vecinos, por las que éstos pagan al Condestable (duque de Alba) en calidad de censo perpetuo (o pecha) 500 robos de cebada. Argumentan los vecinos al Duque de Alba que de los apropios de casos en El Arenal sólo le resultarán las ventajas económicas por la venta de los terrenos (“refundirse en su bolsa el caudal del importe de cada suerte, en su justa estimación”). Para hacerlos regadío, pues pertenecen al regadío Nuevo, nada le exigirán al Duque. Los interesados correrán con los gastos.
En 1770 se constata que se ha repartido la tierra del término de El Arenal entre sus vecinos y a cada uno le corresponde pagar al Duque 79 reales y 21 maravedíes y medio por lo que les ha tocado como apropio. Hizo la tasación Joaquín Corroza y Lapedriza, vecino de Cárcar, persona nombrada por el Real Consejo, regulando el precio de cada robada a 14 reales y habiéndose hecho el sorteo y vareación (medición en varas) de dicho término lo mismo en el terreno de Aguas bajas como el de Aguas altas, le cupo a cada vecino 5 robadas y 11 almutadas y por ellas cada uno debió pagar 79 reales, 22 maravedíes y un cornado. Se cobraron 1.832 reales, 15 maravedíes. Con estos datos puede deducirse que las tierras se repartieron entre 23 vecinos, aproximadamente; y que el terreno total correspondía a unas 120 robadas. Pocos fueron los favorecidos. Con las condiciones establecidas en estos apropios, pronto se fue concentrando la tierra…. Los primeros apropios, obra de justicia y buena distribución, dieron paso a otro modelo más preocupado por la solvencia fiscal de los municipios que por la justicia agraria. Se van incoando los procesos sociales que darán origen a la burguesía agraria del siglo XIX. En 1771 piden los vecinos, a causa de los malos años y gran enfermedad, la espera de pagos del apropio de El Arenal.
Aunque es el mismo alcalde, Ramón Ordóñez, quien dirige los apropios desde 1768 a 1773 parece que va cambiando de estrategia, según va evolucionando la situación nacional, interesado finalmente en la propia solvencia municipal, complicada tras la inversión en el Nuevo Regadío y en los arreglos de la iglesia.

Nuevos apropios en El Urzagal y El Raso (1773; 1781), con impugnación

En 1773 el Regadío Nuevo, del que se tratará después, presenta muchas deficiencias. Se llama a Roque Bieu, ingeniero francés residente en Tudela, quien presenta un proyecto “sobre el modo y forma de perfeccionar el cauce como también del coste que pueda tener. Habiendo hecho el cálculo dijo que tanto como de treinta y cuatro mil a treinta y cinco mil pesos”. Como la villa no dispone de ese dinero el alcalde propone que los vecinos cedan para ser vendidos los terrenos de El Urzagal que están arrendados. Así se conoce que el primer apropio de 1768 no había alcanzado a todo el Urzagal. La experiencia habida hace que los vecinos estén divididos. Algunos vecinos, los favorecidos en los primeros apropios, apoyan al alcalde. Otros no, pues consideran que vender las tierras es un perjuicio para la villa. El escribano Manuel Antonio Remírez de Orisoain, vecino de Mendavia, interesado en que no se ceda la tierra, impugna el auto. Los vecinos que están a favor del alcalde le dan potestad para que a nombre de ellos acuda al Real y Supremo Consejo y demás tribunales. La postura del alcalde prevaleció. Las tierras se apropiaron. El proyecto de regadío se realizó. En menoscabo de las propiedades de la villa y con menos posibilidades de arrendamiento justo para los pobres.

La marcha de apropios continúa: en 1781 Ramón Lodosa y 16 vecinos más solicitan se apropie el Raso del Ricial Alto como se hizo con El Arenal, con la intención de hacerlo regadío, con la contribución de cada vecino. Parece que estos 16 vecinos corresponden a la incipiente Junta de Veintena que empieza a actuar de modo clasista. A partir de estas cesiones a particulares evolucionará la política de tierras en el siglo XIX mendaviés.

viernes, 12 de junio de 2015

HISTORIA POLÍTICA siglo XVIII (2da. parte)

Soldados, raciones y paja

Tanto en tiempos de guerra como en épocas de paz Mendavia fue punto de paso de soldados. En alguna ocasión custodiaban un preso. Iban en dirección a Pamplona, Logroño o Tudela. El pueblo gastaba para los soldados raciones de pan, vino, aceite y trigo, o ayudaba con caballerías para el traslado de los equipajes. Además suplía paja para el mantenimiento de los caballos. Se mencionan a su paso por el pueblo los Regimientos de la Reina, de Navarra, de Andalucía y los de Burgos y Pavía (años 1708, 1721, 1725 y 1739). En cierto momento se solicita que se desvíen hacia otro lugar, pues en la villa no hay recursos para atenderlos. Sin embargo, el Regimiento pasó, sólo que en esa ocasión una vecina de Estella se encargó de pagar las raciones (1725).
A veces las raciones son para los propios soldados-labradores de Mendavia. En 1706, en medio de protestas y de persecución de desertores, se enviaron hombres mendavieses, caballerías y armas en defensa del rey.
En el punto más crítico de la Guerra de Sucesión, en diciembre de 1709, todos los vecinos fueron a Pamplona al servicio del rey Felipe, contra los invasores europeos. Éstos optaron por la retirada.
En el año 1733 fueron detenidos y apresados en Mendavia unos soldados (posiblemente desertores) por orden real. En ellos y su vigilancia la villa aportó sus recursos propios.
El pueblo siguió gastando en algunas raciones para los soldados a lo largo de todo el siglo. Pasaban regimientos con soldados y caballos a los que se atendía normalmente con cereal. Transitaron por la villa el Regimiento de Dragones de Villaviciosa (1766), el Regimiento de Infantería de Galicia, en resguardo de 104 reclutas en dirección a Zaragoza (1768), un soldado del Regimiento del Príncipe (1769), el Regimiento de Numancia y Mallorca (1786) y el Regimiento de Dragones de Numancia (1787).
De 1791 a 1797 pasaron varios regimientos de soldados a quienes se entregaron raciones. Se mencionan específicamente el Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey (1791), el Regimiento de la Princesa, los Dragones de Villaviciosa (1796), el  Regimiento de Montesa y los Dragones del Rey (1797). A veces se trata de unos pocos soldados.
En 1794 pasa la 2ª Compañía del segundo Batallón de voluntarios de Navarra, y solicitan alimentos para varios desertores que conducían a Pamplona. Los tales voluntarios no debían serlo tanto cuando se muestra a las claras el fenómeno de la deserción. Con ocasión de la guerra de Convención requirieron las armas de la villa y hubo de ir más tarde el alcalde a recuperarlas a Pamplona (1795).
La deserción se consideraba como falta contra la fe y era juzgada por la Inquisición. El Tribunal de la Inquisición de Logroño (s. XVIII) conserva una alegación fiscal del proceso de fe de José del Castillo, desertor de varios regimientos, y originario de Mendavia.

Vicarios parroquiales y beneficiados

El cabildo parroquial continuó manteniendo su estructura y composición al menos hasta la segunda mitad del siglo XIX; lo formaban generalmente un Vicario, seis beneficiados y un presbítero de medio beneficio. Uno de ellos lo proponía el Abad de Irache. El resto eran de la villa. Los propietarios de casas vecinales en Mendavia tenían derecho a voto en el concejo para elegir vicario. Los organistas de la parroquia eran seglares contratados. La vicaría y el cabildo beneficial, como tantas instituciones de la época, sufrieron las consecuencias de la crisis del siglo XIX.
Agrupados en torno a los vicarios elegidos componiendo el Cabildo Ecelsiástico es posible reconstruir la siguiente cronología de vicarios beneficiados:
1593: Vicario: Fernando Díaz de Baquedano
Beneficiados: Pedro de Lodosa (1576), Joan Pérez (en 1597), Sebastián Pérez  (1617-1631, quien es también mayordomo del Cabildo Eclesiástico).
1631-52: Miguel Ximénez de Leorin, bendice la campana grande. Miguel Ximénez de Leorin era natural de Morentin (1646-1647). Único que presenta oposiciones a la vicaría de San Cernín en el siglo XVII de quien consta que ignoraba el vascuence, razón por la que fue impugnado el nombramiento. Acabó renunciando en favor de su opositor Juan de Arregui (Jimeno Jurío lo refiere en un estudio significativo).
Beneficiados: Miguel de Goñi, Pedro Martínez, Juan de Arando y Sebastián Pérez (mueren en 1631), Juan de Arlucea (muere en 1643), Fausto Liñán (1673).
1694-1720: Beremundo de Arteaga y Dicastillo
Recibe 183 reales por las misas votivas que se celebraron en 1706 por la salud de Su Majestad y para que le diese victoria contra sus enemigos. Recibe 70 robos de trigo anuales por administrar los Sacramentos.
Beremundo fue un beneficiado, natural de Arbeiza, que llegó en 1676 a Zufía para tomar posesión de un beneficio en la parroquia de San Miguel. Entre sus papeles llevaba las bulas concedidas por el santo padre Clemente X y confirmadas por el obispo de Pamplona don fray Pedro Roche: “Viendo que en Veremundo concurren las cualidades necesarias para ser aprobado y que está legítimamente ordenado de menores órdenes, le hacemos colación y canónica institución del beneficio referido en dichas bulas, por imposición de un bonete sobre su cabeza. Por eso le damos el título para que pueda gozar de dicho cargo durante los días de su vida, percibiendo todos los frutos y rentas sin descuento alguno y le guarden y hagan guardar los honores y preeminencias que le son debidos”. Existía un ritual para la toma de posesión del beneficio, y a él se atuvieron. Veremundo de Arteaga acabó sus días en Mendavia, donde fue vicario desde abril de 1687 hasta el 30 de agosto de 1720, día en que murió. Su cuerpo fue llevado para ser enterrado en Arbeiza, su pueblo natal.
Beneficiados: Bonifacio Merino (1702), Lucas Bazán (1704-1712), Bernardo Assin (1719),
Francisco Ayala (1693, mayordomo)
1706: Juan de Arteaga Dicastillo
Lo nombraron obispo de Oviedo, por poco tiempo (del 11 de abril de 1707 al 17 de septiembre de 1707).
1730:  Diego Fermín Solano
Beneficiados: Miguel de Irigoien (1735, primiciero), Luis Iraízoz  (en 1744 recibe 28 robos de trigo por la renta de la tierra del Beneficio).
1745-1752: José Solano Velasco
Realizó obras del encajonado de la iglesia, capilla y sacristía; adquirió algunas alhajas; pasó a ser vicario de Sesma y donó un retablo en 1752.
Beneficiados: Miguel de Irigoien, Juan José de Azanza (1745-1754), José Antonio Rodríguez Escudero (1745-1757), Miguel Ángel Sagredo (1745-1752).
1752-1781: Miguel Ignacio Echalecu
Colocó y limpió un nuevo retablo. Recibía 70 robos de trigo anuales por administrar los Sacramentos. La vicaría tenía un benefico anexo de 250 pesos. En esos años existen en el pueblo seis beneficios enteros más (servidos, de 200 pesos, y no servidos, de 70), y uno medio. El abad de Irache los provee. Los beneficiados los propone libremente la villa, excepto uno de ellos que lo determina el abad, y lo  llaman beneficio de mensa (Libro del obispado de Pamplona, 1753).
En estos años el cabildo eclesiástico lo componen sucesivamente Miguel Ángel Sagredo (1745-1752), Francisco de Echaur (muere en 1753), Juan José de Azanza (1745-1754), José Antonio Rodríguez Escudero (1745-1757), Pedro Herce (medio beneficiado, o de media ración), Ramón Carasa (muere en 1781), Juan Antonio Zalduendo (1780), Lino Ordóñez, Joaquín Irigoyen y Miguel Ángel Pascual (medio beneficio, 1776).
1788: Juan Agustín Sagredo
Vicario interino por muerte de Miguel Ignacio Echalecu, vicario en propiedad. Revisa libros de tazmías en 1789, y pide 7 robos y almud y medio de trigo, por la renta de la pieza del Hospital.
1790-1818: Ramón de Sádaba
Bendice el cementerio nuevo (1807). Muere repentinamente el 20 de octubre de 1818.
Beneficiados: Gonzalo Liñán, Joaquín Belunza (1791, compra el mosto de la primicia).
De entre los beneficiados, no faltaron ganaderos y mesteros, sobre todo entre los nacidos en Mendavia, que solían ser mayoría al tener el "derecho de pila" para su elección. Sebastián Pérez (1631), Lucas Bazán (1704), Ramón de Sádaba (1790-1795) y Gonzalo Liñán (1792), entre otros, son nombrados como Beneficiados y mesteros. Ramón de Sádaba aparece recibiendo 182 reales por 14 corderos para el pique de la carnicería (1795).

Escribanos

Los escribanos cumplen un importante papel en esta sociedad. He aquí una lista de los de Mendavia durante los siglos XVII y XVIII, con su fecha del cargo:

COLOMO Juan
1587-1611
MARTÍNEZ Miguel
1589-1606
PEREZ Pedro
1606-1617
COLOMO LAINEZ Juan
1612-1641
GUERRERO Valentín
1618-1653
VERGUILLA MENDOZA Pedro
1640-1669
GARCIA Juan de
1670-1680
CARASA Pedro
1689-1708
NAVARRO ACEDO José
1719-1775
IBARRA Juan Bautista
1719-1775
MARQUINEZ Fausto
1732-1764
NAVARRO Gregorio
1741-1747
RAMÍREZ DE ORISOAIN Manuel Antonio
1765-1778


Abogados de Mendavia

Existen documentos con el nombre de algunos abogados de Mendavia: Ramón Ibarra Remirez Rivera Lopez de Araujo  (1746); Joaquín Irigoyen Remírez Ganuza López de Araujo  (1763), primo del anterior; y Tiburcio Urbiola Martínez Miguel Labeaga (1829).

Estudiantes de teología

Se conservan también en los archivos de Alcalá y Pamplona cierta información de los Estudiantes de teología mendavieses: Asiento de grado de Licenciado en Teología por la Universidad de Alcalá (1753) de Manuel Ordóñez Monreal, natural de Mendavia (Navarra); Certificación de estudios en la Universidad de Alcalá (1780) de Tiburcio Ordóñez, natural de Mendavia; Lucas Jiménez (1759), natural de Mendavía, solicita al obispado de Pamplona que se le vuelva a admitir a examen.

Caballeros de la Orden de Santiago

Otros mendavieses consiguen hacerse miembros de la Orden de Caballeros de Santiago. Se conserva el documento de Fermín de Carasa Yrurzun. Era nieto de Pedro Carasa, escribano y alcalde en 1701. Firma Ibarra, alcalde en 1762, cuando lo nombran caballero. 



Familias en los cabildos civiles y eclesiásticos. La unión de poderes.

El poder político y religioso se expresa en los dos cabildos: civil y eclesiástico. Es de hacer notar la presencia de un grupo de siete familias que concentran su presencia en ambos cabildos a lo largo del siglo XVIII.
La familia Lodosa cuenta con cuatro miembros: Pedro Antonio Matías Lodosa (alcalde, 1745); Francisco Lodosa (alcalde 1753, 1755);  Antonio Lodosa (alcalde, 1764, 1781); Matheo Lodosa (regidor, 1756-1800). Su antepasado Pedro de Lodosa, había sido Beneficiado en 1576.
La familia Carasa, emparentada con los Lodosa, sitúa a tres: el beneficiado Ramón Carasa (1752-1781); y los alcaldes Pedro Carasa (1701) y Manuel Carasa (1722). Este Pedro Carasa fue además escribano desde 1689 hasta 1708. Los padres de Pedro eran Bartolome Carasa y María Roldán. Pedro se casó el 29 de diciembre de 1675, en Mendavia, con Maria Lodosa Cenzano, nacida el 27 de febrero 1655. Los padres de María eran Antonio Lodosa de la Fuente  y María Cenzano. Una de las hijas de Pedro fue María Carasa Lodosa, nacida en 1690. Juan y María Carasa tenían olivares. Fermín de Carasa, nieto de Pedro Carasa, será nombrado Caballero de la Orden de Santiago en 1762.
La familia Ordóñez tiene tres alcaldes: Diego Ordóñez Barrón (1724, 1742), Ramón Ordóñez (1768-69, 1771-73) y Antonio Ordóñez (1793, 1805). Se agrega el regidor Joseph Ordóñez (1780, 1752) y el beneficiado Lino Ordóñez (1752-1781). Manuel y Tiburcio Ordóñez estudiaron Teología en Alcalá.
La familia Liñán, emparentada con los Ordóñez, contaba con un antecesor beneficiado y propietario de viñas en el siglo XVII: Fausto Liñán (1631-1673). Liñán y Sada fue alcalde (1732). Gonzalo Liñán fue otro beneficiado (1790-1818).
La familia Irigoyen asienta a dos beneficiados en el cabildo eclesiástico: Miguel de Irigoien (1730-1752), Joaquín Irigoyen (1752-1781), en lo que parece establecerse un principio de sucesión en el beneficio. Tres más pertenecen al civil: Mathías de Irigoien (alcalde, 1766); Joseph Alonso e Yrigoien (regidor, 1771); y Domingo Irigoyen (regidor, 1746-1747). Joaquín Irigoyen fue abogado (1763).
La familia Sagredo cuenta con un Vicario: Juan Agustín Sagredo (1788); dos beneficiados: Agustín Sagredo (1724-1745) y Miguel Ángel Sagredo (1745-1752); y cuatro regidores Benito Sagredo (1726, 1752), Santiago Sagredo (1744), Sebastián Sagredo (1755) e Ignacio Sagredo (1766-1781). Su antepasado Juan Sagredo dejó dos fundaciones en 1700. Fueron propietarios de viñas y productores de vino.
La familia Sádaba sitúa un vicario Ramón de Sádaba (1790-1818) y tres regidores Esteban de Sádaba (1746-1752), Basilio de Sádaba (1755, 1782) y Fernando Sádaba (1761).

De las asambleas de vecinos a las Juntas de Veintena

Los tres Estados de las Cortes de Navarra de 1780 dijeron… “que las villas de Villafranca, Milagro, Uxue, Lerín, Sada y Ablitas hicieron presentes los graves daños y perjuicios que resultan de que sus negocios se determinen en Concejo abierto como tienen costumbre porque, por los alborotos que regularmente suceden, no se vota en libertad, se falta al respeto que se debe a las personas de gobierno y por ser el numero de la gente popular quedan sin efecto las resoluciones de los mas instruidos y que con mas conocimiento atienden a la convivencia y utilidad de las mismas Repúblicas, y que para ocurrir a estos y otros inconvenientes seria bien que en dichas villas las juntas de Concejo se redugesen a veintenas como se estableció para otras ciudades y villas”.
Esta ley de 1780 es una conquista de las clases acomodadas que ya estaban instaladas en los cargos de alcaldes y regidores. Desde ese momento las clases acomodadas de los pueblos navarros estarán en las Juntas de Veintena. Así se abolió la asamblea o concejo abierto de vecinos y sus atribuciones fueron asumidas por ley por una Junta de Veintena. La Junta de Veintena es algo que perduró hasta tiempos recientes en las poblaciones de Navarra con más de 500 habitantes.
El 17 de Mayo de 1798 ya se realizó una Junta de Veintena. En esa ocasión determinaron vender una porción de tierra sobrante en el término de la Lomba. A partir de este final de siglo esta Junta de “notables” en el pueblo se hizo cargo de las decisiones políticas y económicas de gobierno local, que hasta entonces había estado al cargo de “los vecinos” en asamblea.
De esta época datan algunas casas señoriales situadas en la Villa, la Plaza y la calle La Virgen, de Mendavia. En el caso de los propietarios originales de esas casas se puede deducir  su posición económica preeminente en el pueblo.

Denuncias y audiencias

La denuncias ante el alcalde ofrecen informaciones sobre los modos de las audiencias locales. Comparece el acusado, presta juramento en la vara del alcalde; el Alcalde pronuncia la sentencia. Cuando se trata de tasar bienes el Alcalde llama a los entendidos del oficio: músicos, herreros…. Para confirmar informaciones se buscan testigos. Es un sistema que protección entre gremios. Los jornaleros tienen todas las de perder si no pertenecen a ningún gremio. Con frecuencia las demandas se culminan reponiendo bienes o dinero. En cierta ocasión indica el alcalde la posiblidad de apelar ante otros tribunales.

Informan también del sistema comercial del momento, a medias trueque, a medias monetario (dos pintas de vino por unos barzones, dos pesetas por una espadilla). Pero se va pasando a un sistema principalmente monetario. Los contratos dejan de pagarse en especies (trigo u otros) y aparecen las monedas con casi exclusividad comercial.