miércoles, 25 de marzo de 2015

REINADO DE LOS AUSTRIAS (1515-1700)


Carlos I y IV de Navarra (1516-1556)
Felipe II y IV de Navarra (1556-1598)
Felipe III y V de Navarra (1598-1621)
Felipe IV y VI de Navarra (1621-1665)
Carlos II y V de Navarra (1665-1700)

Carlos I y Felipe II

Carlos de Gante reunió las herencias reales, convirtiéndose en rey de Castilla, Aragón y Navarra en 1516, en señor de los dominios habsbúrgicos en Europa y en emperador de Alemania (1519). Esta compleja herencia determinó su política. Estuvo constantemente ocupado en guerras, pasando más tiempo fuera que dentro de España, y sin una Corte estable. Los préstamos de banqueros alemanes y genoveses comprometieron gravemente el futuro económico de sus reinos. Así, su hijo Felipe II tuvo que declarar la bancarrota tres veces a lo largo de su reinado, en 1557, 1575 y 1597.
Con Felipe el Imperio ultramarino español adquirió dimensiones colosales, aunque también iba a resultar más difícil de defender. Sus fracasos marcan el comienzo de la decadencia imperial española, aunque su hegemonía en Europa todavía se mantuvo durante cierto tiempo. Pero la economía en España estaba ya arruinada.

Felipe III , Felipe IV, Carlos II

El declive se agudizó bajo el reinado de Felipe III. Esta precariedad económica se agravó con la expulsión de los moriscos (1609) importantes sostenedores de la economía agrícola y manufacturera de algunos territorios. Los validos nombrados por él se revelaron como mediocres gobernantes.
El ascenso al trono de Felipe IV (1621) significó la asunción de las tareas de gobierno por un nuevo valido, el conde-duque de Olivares, que sí tenía ambiciones políticas y capacidad de estadista. Su objetivo era lograr que la monarquía unificase de forma efectiva todos los recursos económicos, humanos y militares de sus distintos reinos. Y eso era algo que los distintos Reinos no estaban dispuestos a tolerar. La década de 1640 fue desastrosa para el gobierno de Olivares. Se produjo un levantamiento en Cataluña (1640-1652) que a punto estuvo de separar este territorio de la monarquía española. La economía acusaba de nuevo los esfuerzos bélicos, complicados con las malas cosechas, las continuas devaluaciones de la moneda y la enajenación de cargos; por otra parte, el problema demográfico causado por la muerte o ausencia de tantos hombres jóvenes se agudizaba. Se declararon cuatro bancarrotas (1627, 1647, 1656 y 1662), mientras las posesiones y el comercio con América sufrían el acoso de ingleses y holandeses, y Francia se expandía a costa de las posesiones españolas en sus fronteras. El tratado de Münster (1648) y el de los Pirineos (1659) ratificaron el fin de la hegemonía española en Europa, que pasaba a la pujante Francia de Luis XIV.
La muerte de Felipe IV significó la entronización de Carlos II el Hechizado, llamado así por sus síntomas de retraso mental y físico. Su reinado representó el punto más bajo de la decadencia española, con una corte llena de intrigas.

Nueva organización político administrativa

La conquista de Navarra por Castilla trajo consigo una nueva organización político-administrativa, iniciada por Fernando el Católico y continuada por los Austrias. Navarra es un reino aforado, que conserva en principio sus leyes, fueros y libertades, y que, teóricamente, admite tan solo la sustitución de una dinastía por otra. Prácticamente, se inicia un proceso de evolución que afecta a las instituciones fundamentales en el fondo y en la forma.
El poder político se constituye por el Virreinato, los tribunales (Consejo Real, Corte y Cámara de Comptos), las Cortes y la Diputación. Con los Austrias ocupados en otros sauntos, los virreyes tienen en sus manos el gobierno político y militar de Navarra (en su calidad de capitanes-generales del Reino).
Las Cortes tenían ya un largo historial al advenimiento del nuevo régimen y los reyes siguen reuniéndolas con regularidad, aunque más espaciadamente a medida que avanza el siglo XVI (cada tres y aún cada cuatro años). Su misión es legislativa y la concesión del servicio voluntario o donativo de cuarteles y alcabalas.  En 1525, el Brazo Eclesiástico se componía de 10 miembros, el Militar o de los Caballeros, de 36, y el de las Comunidades, de 27 ciudades y buenas villas, encabezadas por Pamplona. Esta distribución numérica sufre variaciones, sobre todo en el Brazo Militar.
La Diputación inicia propiamente su vida en 1550. Las actas empiezan a redactarse y copiarse por el Secretario en el libro correspondiente, en 1592. Se regulan las sesiones a celebrar, representación de cada Brazo, etc. El presidente del Brazo Eclesiástico es a la vez el de la corporación, que en el siglo XVII tenía siete miembros. Cuidaba la Diputación de la administración del Vínculo del Reino, caminos, montes, etc.
Los Tribunales son el Consejo Real, la Corte y la Cámara de Comptos. Las funciones específicas de cada uno se insertan en las Ordenanzas del Consejo. Interesan particularmente los órganos de la Hacienda, encabezados por la Cámara de Comptos (compuesta de cuatro oidores), creada en el siglo XIV por Carlos II. Conocían en primera instancia los pleitos o cuestiones tocantes a la Hacienda y Patrimonio Real, pechas, cuarteles, alcabalas y demás servicios que se hiciesen en el Reino. Era función suya, examinar y aprobar las cuentas presentadas por el Tesorero General (el primer funcionario de la escala administrativa), los recibidores (encargados de la recogida de tributos, pechas y censos), el Patrimonial (encargado del Patrimonio Real, caminos, puentes, etc) y otros oficiales reales. Tenían a su servicio dos notarios y varios oficiales subalternos.
El Tesorero recibe y distribuye los fondos puestos a su disposición, procedentes de Cuarteles, Alcabalas, Tablas o Aduanas, pechas y Censos y Receta del Patrimonial.
El Patrimonial vela por el Patrimonio Real, y debía dar 1.000 ducados de fianza para ejercer el cargo. Podía nombrar sustitutos; hasta tres podía haber en cada merindad, diferentes de los fiscales. Los montes, pastos de ganados arrendados, la nieve, vigilancia de la Bardena (a donde acudían unas 300.000 cabezas de ganado lanar), pastos y mestas de Andía y Urbasa, caza y pesca, etc., estaban a su cuidado y constituían una fuente de ingresos por denuncias, arriendos, ganados mostrencos, etc. como se especificará en su lugar.
Los recibidores cobraban lo tocante al Patrimonio Real en sus respectivas merindades. Se encargaban de pechas, cuarteles, alcabalas y otras rentas, teniendo a su disposición a los porteros reales, que, además, hacían embargos a los morosos o a los que se negaban a pagar. Además de su sueldo, percibían una comisión (impuesto de colectaje o cedulaje) por su trabajo en los pueblos.

Cuarteles y alcabalas

Los reyes, ya desde el siglo XV, pretendieron regularizar las ayudas y subsidios extraordinarios que recibían mediante un pago que llamaron cuarteles. Para establecer la cuota de cada pueblo o merindad tomaban en cuenta, en un principio, el número de vecinos; más tarde consideraron la riqueza territorial (tipo y producción de cultivos, principalmente). La aportación más importante que hacía Navarra a la corona, durante la época de los Austrias, eran estos dos impuestos: los cuarteles, basados -en su origen, al menos- en la riqueza estante; y las alcabalas, basadas en los intercambios comerciales.
Los cuarteles eran impuestos pagados por pueblos y ciudades considerando principalmente su riqueza estante y su población. En 1513 la merindad de Estella pagaba 558 libras (80.919 reales) por este concepto, mientras que la de Pamplona 988. Tras varios reajustes, Estella pasa de 559 libras en 1522-23, a 617 en 1524 y a 863 en 1527-29. En 1530 queda establecido el cuartel en 826 libras.
En aquellos lugares asignados a nobles, como el conde de Lerín, lo común era  que el  recibidor de la merindad, dígase Estella, cobrara todo lo correspondiente a su merindad, y luego entregara a los nobles lo que a ellos les correspondía.
La alcabala o veintena era una imposición que se hacía sobre cualquier tipo de intercambio comercial. El nombre de veintena le viene de que suponía el 5% (un veinteavo) del producto total del intercambio. Según Yanguas, esta imposición empieza a ser utilizada por los reyes de Navarra en 1361. En la merindad de Estella suponía, en 1513, 2.029 libras, y en 1692, 2.045 libras. Normalmente el Tesorero General consigna en la recepta todos los lugares sobre cuya alcabala tiene derechos el condestable de Navarra, entre otros señores; pero luego se descarga de ellas.

A Mendavia se le eliminó el pago de alcabala desde 1423. Sin embargo, aún se mantuvieron los cuarteles hasta principios del siglo XVIII. En 1706 se envía una junta con las villas del Condado de Lerín a la Ermita de San Julián. Es lo que llaman “el pleito de los quarteles” contra el Duque de Alba, que pretende cobrárselos de nuevo. En 1720 la villa paga 219 robos por este concepto (a 4 reales de media el precio de trigo entre 1718-1723 en Estella, son 876 reales; casi el 1% del pago de toda la merindad de Estella).

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