Carlos I y IV de Navarra (1516-1556)
Felipe II y IV de Navarra (1556-1598)
Felipe III y V de Navarra (1598-1621)
Felipe IV y VI de Navarra (1621-1665)
Carlos II y V de Navarra (1665-1700)
Carlos I y Felipe II
Carlos de Gante reunió las herencias
reales, convirtiéndose en rey de Castilla, Aragón y Navarra en 1516, en señor
de los dominios habsbúrgicos en Europa y en emperador de Alemania (1519). Esta
compleja herencia determinó su política. Estuvo constantemente ocupado en
guerras, pasando más tiempo fuera que dentro de España, y sin una Corte
estable. Los préstamos de banqueros alemanes y genoveses comprometieron gravemente
el futuro económico de sus reinos. Así, su hijo Felipe II tuvo que declarar la
bancarrota tres veces a lo largo de su reinado, en 1557, 1575 y 1597.
Con Felipe el Imperio ultramarino
español adquirió dimensiones colosales, aunque también iba a resultar más
difícil de defender. Sus fracasos marcan el comienzo de la decadencia imperial española,
aunque su hegemonía en Europa todavía se mantuvo durante cierto tiempo. Pero la
economía en España estaba ya arruinada.
Felipe III , Felipe IV, Carlos II
El declive se agudizó bajo el reinado de
Felipe III. Esta precariedad económica se agravó con la expulsión de los
moriscos (1609) importantes sostenedores de la economía agrícola y manufacturera
de algunos territorios. Los validos nombrados por él se revelaron como
mediocres gobernantes.
El ascenso al trono de Felipe IV (1621)
significó la asunción de las tareas de gobierno por un nuevo valido, el conde-duque
de Olivares, que sí tenía ambiciones políticas y capacidad de estadista. Su
objetivo era lograr que la monarquía unificase de forma efectiva todos los recursos
económicos, humanos y militares de sus distintos reinos. Y eso era algo que los
distintos Reinos no estaban dispuestos a tolerar. La década de 1640 fue
desastrosa para el gobierno de Olivares. Se produjo un levantamiento en
Cataluña (1640-1652) que a punto estuvo de separar este territorio de la
monarquía española. La economía acusaba de nuevo los esfuerzos bélicos,
complicados con las malas cosechas, las continuas devaluaciones de la moneda y
la enajenación de cargos; por otra parte, el problema demográfico causado por
la muerte o ausencia de tantos hombres jóvenes se agudizaba. Se declararon
cuatro bancarrotas (1627, 1647, 1656 y 1662), mientras las posesiones y el
comercio con América sufrían el acoso de ingleses y holandeses, y Francia se
expandía a costa de las posesiones españolas en sus fronteras. El tratado de
Münster (1648) y el de los Pirineos (1659) ratificaron el fin de la hegemonía
española en Europa, que pasaba a la pujante Francia de Luis XIV.
La muerte de Felipe IV significó la
entronización de Carlos II el Hechizado, llamado así por sus síntomas de
retraso mental y físico. Su reinado representó el punto más bajo de la
decadencia española, con una corte llena de intrigas.
Nueva organización político administrativa
La conquista de Navarra por Castilla
trajo consigo una nueva organización político-administrativa, iniciada por
Fernando el Católico y continuada por los Austrias. Navarra es un reino
aforado, que conserva en principio sus leyes, fueros y libertades, y que,
teóricamente, admite tan solo la sustitución de una dinastía por otra.
Prácticamente, se inicia un proceso de evolución que afecta a las instituciones
fundamentales en el fondo y en la forma.
El poder político se constituye por el
Virreinato, los tribunales (Consejo Real, Corte y Cámara de Comptos), las
Cortes y la Diputación. Con los Austrias ocupados en otros sauntos, los
virreyes tienen en sus manos el gobierno político y militar de Navarra (en su
calidad de capitanes-generales del Reino).
Las Cortes tenían ya un largo historial
al advenimiento del nuevo régimen y los reyes siguen reuniéndolas con
regularidad, aunque más espaciadamente a medida que avanza el siglo XVI (cada
tres y aún cada cuatro años). Su misión es legislativa y la concesión del
servicio voluntario o donativo de cuarteles y alcabalas. En 1525, el Brazo Eclesiástico se componía de
10 miembros, el Militar o de los Caballeros, de 36, y el de las Comunidades, de
27 ciudades y buenas villas, encabezadas por Pamplona. Esta distribución
numérica sufre variaciones, sobre todo en el Brazo Militar.
La Diputación inicia propiamente su vida
en 1550. Las actas empiezan a redactarse y copiarse por el Secretario en el
libro correspondiente, en 1592. Se regulan las sesiones a celebrar,
representación de cada Brazo, etc. El presidente del Brazo Eclesiástico es a la
vez el de la corporación, que en el siglo XVII tenía siete miembros. Cuidaba la
Diputación de la administración del Vínculo del Reino, caminos, montes, etc.
Los Tribunales son el Consejo Real, la
Corte y la Cámara de Comptos. Las funciones específicas de cada uno se insertan
en las Ordenanzas del Consejo. Interesan particularmente los órganos de la
Hacienda, encabezados por la Cámara de Comptos (compuesta de cuatro oidores),
creada en el siglo XIV por Carlos II. Conocían en primera instancia los pleitos
o cuestiones tocantes a la Hacienda y Patrimonio Real, pechas, cuarteles,
alcabalas y demás servicios que se hiciesen en el Reino. Era función suya,
examinar y aprobar las cuentas presentadas por el Tesorero General (el primer
funcionario de la escala administrativa), los recibidores (encargados de la
recogida de tributos, pechas y censos), el Patrimonial (encargado del
Patrimonio Real, caminos, puentes, etc) y otros oficiales reales. Tenían a su
servicio dos notarios y varios oficiales subalternos.
El Tesorero recibe y distribuye los
fondos puestos a su disposición, procedentes de Cuarteles, Alcabalas, Tablas o
Aduanas, pechas y Censos y Receta del Patrimonial.
El Patrimonial vela por el Patrimonio
Real, y debía dar 1.000 ducados de fianza para ejercer el cargo. Podía nombrar
sustitutos; hasta tres podía haber en cada merindad, diferentes de los
fiscales. Los montes, pastos de ganados arrendados, la nieve, vigilancia de la
Bardena (a donde acudían unas 300.000 cabezas de ganado lanar), pastos y mestas
de Andía y Urbasa, caza y pesca, etc., estaban a su cuidado y constituían una
fuente de ingresos por denuncias, arriendos, ganados mostrencos, etc. como se
especificará en su lugar.
Los recibidores cobraban lo tocante al
Patrimonio Real en sus respectivas merindades. Se encargaban de pechas,
cuarteles, alcabalas y otras rentas, teniendo a su disposición a los porteros
reales, que, además, hacían embargos a los morosos o a los que se negaban a
pagar. Además de su sueldo, percibían una comisión (impuesto de colectaje o
cedulaje) por su trabajo en los pueblos.
Cuarteles y alcabalas
Los reyes, ya desde el siglo XV,
pretendieron regularizar las ayudas y subsidios extraordinarios que recibían
mediante un pago que llamaron cuarteles. Para establecer la cuota de cada
pueblo o merindad tomaban en cuenta, en un principio, el número de vecinos; más
tarde consideraron la riqueza territorial (tipo y producción de cultivos,
principalmente). La aportación más importante que hacía Navarra a la corona,
durante la época de los Austrias, eran estos dos impuestos: los cuarteles,
basados -en su origen, al menos- en la riqueza estante; y las alcabalas,
basadas en los intercambios comerciales.
Los cuarteles eran impuestos pagados por
pueblos y ciudades considerando principalmente su riqueza estante y su
población. En 1513 la merindad de Estella pagaba 558 libras (80.919 reales) por
este concepto, mientras que la de Pamplona 988. Tras varios reajustes, Estella
pasa de 559 libras en 1522-23, a 617 en 1524 y a 863 en 1527-29. En 1530 queda
establecido el cuartel en 826 libras.
En aquellos lugares asignados a nobles,
como el conde de Lerín, lo común era que
el recibidor de la merindad, dígase
Estella, cobrara todo lo correspondiente a su merindad, y luego entregara a los
nobles lo que a ellos les correspondía.
La alcabala o veintena era una
imposición que se hacía sobre cualquier tipo de intercambio comercial. El
nombre de veintena le viene de que suponía el 5% (un veinteavo) del producto
total del intercambio. Según Yanguas, esta imposición empieza a ser utilizada
por los reyes de Navarra en 1361. En la merindad de Estella suponía, en 1513,
2.029 libras, y en 1692, 2.045 libras. Normalmente el Tesorero General consigna
en la recepta todos los lugares sobre cuya alcabala tiene derechos el
condestable de Navarra, entre otros señores; pero luego se descarga de ellas.
A Mendavia se le eliminó el pago de
alcabala desde 1423. Sin embargo, aún se mantuvieron los cuarteles hasta
principios del siglo XVIII. En 1706 se envía una junta con las villas del
Condado de Lerín a la Ermita de San Julián. Es lo que llaman “el pleito de los
quarteles” contra el Duque de Alba, que pretende cobrárselos de nuevo. En 1720
la villa paga 219 robos por este concepto (a 4 reales de media el precio de
trigo entre 1718-1723 en Estella, son 876 reales; casi el 1% del pago de toda
la merindad de Estella).
No hay comentarios:
Publicar un comentario