Prehistoria
Aunque en Navarra hay huellas de la presencia de los antecesores del Homo Sapiens desde hace 200.000 años, y también de los posteriores hombres de Cromagnon, en Mendavia no se han encontrado restos humanos anteriores al neolítico.
Este periodo neolítico indica la revolución económica de los pueblos cazadores y recolectores. Los humanos comienzan a domesticar animales y cultivar semillas. Entre los años 4000-3000 aec se sitúan los primeros indicios de ganadería en la región mendaviesa. Una muestra son los descubrimientos de El Castillar. Lo encontrado en los estratos más antiguos arroja luz sobre la presencia de una posible cabaña de pastores nómadas. Sin embargo, no hay una vertebración clara de los hallazgos para sacar demasiadas conclusiones sobre las características de estos pobladores.
En todo caso, la situación del asentamiento es estratégica. Desde su cota máxima se divisa una amplia panorámica en todas las direcciones. El acceso ofrece un desnivel de 50 mts. en total y resulta difícil en todo su perímetro, salvo por el flanco nororiental, que ha sido modificado por los trabajos de cultivo de cereal. No se observan en su contorno restos de protección de muro, si es que los tuvo. El abastecimiento de agua no debió presentar problemas a sus habitantes, ya que se encuentra enclavado en una zona de balsas. A los pies del cerro corre el barranco denominado los Torcos del Castillar; próximo a él se localizan la Balsa de la Parra y algunos pozos, hoy en día secos. Con estos datos podemos pensar que antaño fue una zona con gran abundancia de agua, y que su aspecto nada tendría que ver con la sequedad actual; por el contrario, se divisaría un paisaje frondoso y fértil.
En torno al 3000 aec se pueden situar otras primeras presencias humanas. En los terrenos de Rubio Arriba, Lomba Alta, Beraza y Cubillas (Viña Sancho) se han encontrado útiles de sílex, cuarcita y cristal de roca, principalmente raspadores y puntas. En Legarda aparecieron adornos. Aunque no hay datos suficientes para conclusiones definitivas, podría tratarse de pequeños grupos más sedentarios.
Los celtas
Los celtas atraviesan los pirineos hasta ganar el valle del Ebro durante los siglos VIII al VI aec. En lucha con los vascones presentes (ya hablantes de euskera) se adaptan al medio, pasando progresivamente hacia una economía más agraria, durante los siglos V al I aec. Sus poblados se sitúan en altozanos. Son pastores de ganado vacuno y lanar. Cultivan el trigo y la cebada. Sus casas son rectangulares y espaciosas, con hogar central. La cerámica se hace primero a mano y luego a torno con arcillas de la región. Cereal y agua se guardan en vasijas de arcilla.
De la etapa llamada de Hierro I, siglos IV y III aec, son significativos en Mendavia los hallazgos de El Castillar, que permiten señalar la presencia de una alta densidad de población en la zona. En las excavaciones realizadas relativas a este estrato, se distingue un modelo de casa de tendencia rectangular, así como restos de cerámica para almacenaje de cereal. Las casas eran de adobe y piedra, con muros de una anchura aproximada de 50 cms. Posiblemente los de piedra fueran exteriores y los de adobe interiores. Disponían de hogar (“fogón”) de forma algo alargada, construido por adobes y abundante tierra refractaria. Los pisos eran de tierra fuertemente apelmazada. Los techos serían probablemente de cañas y ramajes amasados con barro. Otros restos indican la presencia de una chimenea; y se hallaron 20 pesas de telar.
La agricultura pudo constituir una importante base de subsistencia como lo demuestran la presencia de seis molinos de mano, además de los restos de cereales. La producción cerámica adquiere unas características propias por la arcilla utilizada de procedencia cercana. Es curiosa la abundancia de tapas. Se han hallado pocos objetos de adorno: una pulserita y un botón de cobre, y un adorno de hueso trabajado.
La ganadería tendría también su importancia, a juzgar por el número de restos óseos recuperados. Los restos de mamíferos encontrados son de vacas (bos taurus), cabras y ovejas (ovis-capra), cerdos (sus domesticus), caballos (equus caballus) y perros (canis familiaris), entre los domésticos; y de ciervo común (cervus elaphus), entre los salvajes. Por la edad en la que murieron estos animales y por el conjunto de ellos, la población humana podría ser tanto de pastores como de agricultores, aunque con predominio de los primeros.
Hasta 50 poblaciones similares se han encontrado en la Ribera Navarra (cerca de Castejón, Los Arcos, Viana, Arroniz, Cortes…). Se trata de grupos humanos asentados en altozanos, con aspecto de fortaleza o castillo. Son comunes en estos lugares los descubrimientos de casas rectangulares y cerámica para almacenaje de grano.
De la etapa llamada de Hierro II, en Cogote Hueco, a orillas del Ebro en terreno de Imas, se han hallado varios molinos de mano y piezas de cerámica de almacenaje. Contrastan con otros poblados de la época en los que se abandonaron víveres almacenados y vasijas puestas al fuego, lo que indica su destrucción violenta. Por el contrario, la población de Cogote Hueco fue abandonada en el s II aec en forma no violenta. Por la cercanía al Ebro y el conjunto de los restos se trataría de un grupo sedentario predominantemente de agricultores pre-romanos.
Se insinúa el adentramiento de los fenicios hasta esta región, en una época en la que el Ebro era navegable posiblemente hasta esta cota. No obstantes, vascones y celtas marcaron la presencia cultural de Mendavia hasta la llegada de los romanos.
Villas romanas y vascones
Graco se internó por el valle del Ebro y fundó Gracurris (Alfaro) el año 179 aec. Pompeyo dio el nombre de Pompaelo a la ciudad en la que provisionó sus tropas en año 75 aec. Así comenzó la romanización de esta región que formó parte de la provincia romana Tarraconense. Fue un tiempo de miscegenación cultural: euskera y latín, dioses indígenas y panteón romano, mitos y ritos reelaborados.
A diferencia de lo sucedido en el Alto Imperio, en el Bajo (incluido el valle medio del Ebro) no son las aristocracias urbanas las principales protagonistas de los cambios económicos y sociales, sino las aristocracias rurales que, sin romper completamente con la ciudad próxima, rechaza la dependencia de sus instituciones. Es una aristocracia que vive en su villa campestre, a la que acondiciona suntuosamente y desde la que dirige la explotación agraria del fundo. Estas villas casi siempre se localizan en las bajas tierras aluviales, aquellas de mayor capacidad productiva. Los asentamientos en la ribera navarro-riojana y en las tierras bajas de los afluentes del Ebro por sus dos márgenes sobrepasaron los 200.
Es frecuente detectar en ellas actividad transformadora de productos agrarios (vino y aceite, principalmente), así como también de autoproducción metalúrgica, textil, cerámica y otras. Es curioso destacar que el número de villas se intensifica más en el entorno próximo de las ciudades, como ocurre en Gracchurris, Calagurris, Vareia o Tritium. Se confirma, de ese modo, que las ciudades siguen siendo para las villas un referente obligado, aunque ahora las relaciones ciudad-territorio se definan de modo distinto al Alto Imperio. Otro dato también importante; en la línea del Ebro y de sus afluentes es frecuente que las villas aparezcan escasamente distanciadas (de 1 a 2 km.), hecho que se acentúa de modo particular en los agrupamientos suburbanos.
Con el Ebro navegable entre Calagurris y Vareia, en terreno actual de Mendavia nacieron varias villas, en el centro de los fundos o campos de explotación agrícola. En el Puente Fustero se hallaron cerámicas romanas de los siglos I a IV dec. En Legarda, tejas y cerámica pintada, en un asentamiento que perduró hasta época medieval. En El Altillo se encontraron tejas; en el Rubio Abajo, sigillatas (cerámicas romanas de color rojo); y en La Chana, cerámicas rojas. Todo son indicios de villas romanas en el municipio de Mendavia. En ellas se cultivaron la vid y el olivo, además de los cereales ya conocidos. Se elaboró el vino, se trilló y molió el cereal.
En la parte baja del Ebro a su paso por Mendavia, se han encontrado los restos de un acueducto romano que nacía en terreno mendaviés, en dirección a Lodosa, y recogía el agua del río Odrón. En una nota de prensa histórica de 1883, Fructuoso Miguel Mauleón informa a la comisión de Monumentos históricos sobre la existencia de este acueducto y lo describe “en el camino de Mendavia a Alcanadre, que aún usan los vecinos de Arróniz para ir a la estación de ferrocarril de Alcanadre”. En esa nota se incluyen otras observaciones sobre materiales hallados que indican una posible villa romana en terreno de Arróniz, propiedad de Cándido Jiménez (La Correspondencia de España - Año XXXIV Número 9074 - 25/01/1883).
La sociedad de la época corresponde a la de todo el imperio romano, con una estructrura piramidal de clases. Los hombres libres, propietarios de los fundos agrícolas; los labradores sujetos a pechas o estipendios; y los esclavos rurales, trabajadores de la tierra. La explotación del campesino es creciente. El siglo V ec es una época de profundo malestar y crisis económica y social. Los campesinos bagaudas del valle del Ebro protestan contra los grandes propietarios (443-449) hasta el punto que los ejércitos romanos son movilizados contra ellos.
Visigodos y vascones
Los visigodos dan fin al Imperio romano en la península. Toman Hispania, establecen en Toledo su capital e intentan someter a Vasconia. En la montaña de Aralar asientan un primer santuario cristiano. En Pamplona se establece una sede episcopal visigoda.
Los habitantes de la región Navarra, replegados, adoptan formas propias de gobierno y costumbres, en resistencia constante a los francos del norte y a estos visigodos del sur. A mediados del siglo VII los vascones descienden por el valle del Ebro y mantienen a raya a los visigodos de Toledo. Mendavia, al igual que otros pueblos del Ebro medio, de la tierra llana (el Ager), quedó entre dos fuegos, sufriendo frecuentes daños y destrucciones.
Vasconia y los Banu Qasi
Con la derrota y muerte del rey visigodo Rodrigo en el año 711 los musulmanes penetraron Hispania y rápidamente la conquistaron. En la primavera de 714 las tropas musulmanas se presentaron en la Ribera vascona. El conde visigodo Casius, emparentado con los primeros reyes pamploneses, abrazó el Islam y se hizo amigo de los musulmanes. Sus descendientes, en alianza posterior con los Arista, caudillos vascones, se hicieron dueños de Navarra y convivieron en paz musulmanes y vascones por siglo y medio.
La monarquía pamplonesa compartía el poder con los barones, los llamados en el primer Fuero General escrito los XII ricos hombres o más ancianos sabios de la tierra. Sin ellos no se podía hacer guerra o tregua o paz. De este núcleo primitivo colegiado surgen las instituciones forales.
A pesar de que los gobernadores musulmanes se alzaron contra el poder de Córdoba y a pesar de la entrada de Carlomagno hacia Zaragoza y su regreso, esta situación de relativa paz entre pueblos no se vio alterada en la región mendaviesa a excepción de las expediciones de Abd al-Rahman I y II en los veranos de los años 781, y 824-825, en las que quemaron los campos de cereales y los poblados de la zona, y se llevaron rehenes.
Hacia finales del siglo IX, García Iníguez, de los Arista, rompió con los Banu Qasi y se alió con el rey Ordoño de Asturias, tomado algunas poblaciones del Ebro medio. El emir de Córdoba Muhammad I los castigó y tomó de nuevo el control de toda la Ribera Navarra.
La tensión anterior entre los vascones de la montaña y los del llano, sometidos a los visigodos, se transformó en una mayor, pues la vasconia ribereña quedó bajo la órbita islámica hasta el siglo XII, aunque Mendavia sólo lo estuvo hasta el año 908.
Mendavia, bajo el reino de Pamplona: Dinastía Jimena
El año 905 se produce en Navarra un cambio dinástico. Sancho Garcés, proclamado rey de Pamplona, conquista las tierras de Navarra, rebasando el Ebro. En 908 toma Mendavia a los musulmanes.
De 920 a 924 Sancho Garcés se enfrenta en repetidas ocasiones contra Abd al-Ramán III que desarrolla campañas desde Córdoba, produciéndose importantes batallas en Calahorra, Carcar, Tafalla, Navascués y el Roncal, entre otras.
No obstante, los lazos entre vascones y musulmanes alcanzan a las familias de emires y reyes. Abd al-Ramán III es hijo de una vascona y descendiente de los Arista. La hija de Sancho Abarca será esposa de Almanzor. Así que a tiempos de guerra sucede la paz. A principios del siglo XI, con Sancho el Mayor, de los Jimeno, Navarra amplía sus dominios. Sancho establece su residencia en Nájera, ocupa el condado de León y Astorga (1032) y unifica las tierras del norte de España. El reino pamplonés alcanza su mayo prestigio y solidez. Se acercan los tiempos de la llamada reconquista.
A la muerte de Sancho el Mayor y tras las diferencias entre los hermanos herederos queda fraccionado el reino. García, el primogénito, muere luchando contra Fernando de Castilla. Navarra y Castilla continuarán enfrentadas.
Guerra de los tres Sanchos (1067)
Sancho IV el de Peñalén, rey de Navarra, se alió con el rey moro al-Muqtadir de Zaragoza para rebelarse contra Sancho II de Castilla. Se inicia así una contienda entre el navarro y el castellano en la que pronto entraría Sancho Ramírez, rey de Aragón, en ayuda del pamplonés. Los tres Sanchos eran primos hermanos entre sí. El castellano sería derrotado al tratar de defender la ciudad de Viana. En el Rubio Abajo, entre Mendavia y Viana, protegen al rey de Navarra unos arqueros. Se escucha el grito: Vivan los de los arcos. Según algunos investigadores, esto dará origen al nombre de la villa de Los Arcos, pues de ahí procedían los arqueros (otros remiten el nombre de la villa a los arcos de algún acueducto romano); el rey de Castilla huye atravesando el Ebro.