Propiedad del
Monasterio de Irache
Las primeras noticias documentadas sobre
el monasterio de Irache datan de 958. Se cree que pudo ser fundado por Sancho Garcés I en 908 después de que conquistara el castillo de
Monjardín,
antes castillo de San Esteban, aunque no está claramente establecido. En la
segunda década del siglo X, fruto de la expansión territorial realizada por el
rey Sancho Garcés I, Irache adquiere relevancia adquiriendo grandes posesiones
mediante donaciones y compras de otros monasterios.
De este siglo X y el siguiente provinieron
sus propiedades en la granja de Imaz, Mende la Vieja y Legarda, en el entorno
de la actual Mendavia. Cada monasterio disponía de una iglesia, una vivienda,
un grupo de hombres que hacían profesión de vivir bajo una regla religiosa y
unas tierras o heredades de cultivo que les permitían subsistir, aunque se debe
precisar las variantes terminológicas relativas a ellos: monasterio,
monasteriolo, decanía, iglesia propia… Imaz y Legarda corresponden más bien a
los que serían monasteriolos, y Mende la Vieja, una iglesia propia.
El esplendor de Irache llega con San
Veremundo como abad. Una de las leyendas que se vinculan a Irache es la de su
abad San Veremundo (1056-1098) el cual solía llevar a escondidas alimentos a
los peregrinos del Camino de Santiago que paraban en el hospital monacal en
contra de las disposiciones de la congregación. Escondía las viandas bajo los
hábitos. Cuando los hermanos le interrogaban por lo que llevaba y le obligaban
a enseñarlo, los alimentos se convertían en flores o leña.
El monasterio de Irache acató la autoridad
del obispo de Pamplona en el siglo XII. La granja de Imaz siguió adquiriendo,
por donación o compra, nuevas heredades e incluso una participación en los
regadíos de la «acequia nueva del Ebro» abierta por el concejo de Mendavia
(1321). En el término de Imaz, cuyos mojones con el de Sesma aprobó el
gobernador Guerin de Amplepuis (1282), se alzaban a mediados del siglo XIV un
palacio mayor vinculado a la dignidad abacial y otros palacios o dependencias
del convento de Irache.
Reforma
eclesiástica del s. XVI
La reforma eclesiástica del s. XVI surtió efectos
también entre las instituciones monásticas. Irache fue afiliado a la
Congregación benedictina de San Benito de Valladolid (1522). Esta congregación
revitalizó la vida monástica y, de acuerdo con las disposiciones del Concilio
de Trento, superó los vicios arrastrados de siglos anteriores. Los abades de
Irache pasaron a ser de elección cuatrienal y desde 1652 se escogían sólo entre
monjes navarros. No lograron devolver a las abadías todo su pasado esplendor,
pues sus numerosas rentas iban decreciendo. Sin embargo, los abades mantenían
el prestigio y el poder político que les daba ser miembros del brazo
eclesiástico de las Cortes del reino. En la granja de Imaz, la jurisdicción
civil y criminal correspondió al abad de Irache, quien nombraba para eso un alcalde.
En las edificaciones del monasterio se incluía una capilla dedicada a San
Martín. Un nichal albergó una imagen de la Virgen del Pilar.
La parroquia de San Andrés de Mendavia
parece depender del monasterio de Irache, al menos durante el siglo XVI, a
juzgar por los pleitos sobre su reparación. En las fuentes posteriores de los
archivos parroquiales de Mendavia, en relación con la organización
eclesiástica, junto al prior de la granja de Imaz y Legarda, y el vicario
parroquial, aparecen los presbíteros beneficiados, que tienen la obligación de
cantar en el coro parroquial. Todos reciben su parte de beneficios en grano y
otros privilegios.
Economía de la granja
y cartografía del s. XVII
Además de edificación religiosa, la Granja
siguió siendo un centro agrícola de producción de trigo y cebada, y en menor
grado de vino y aceite. Recibía una parte de los impuestos de los labradores de
Mendavia. Un pago de la villa en trigo, cebada y avena, corresponde a Irache:
es el diezmo de Mende la Vieja.
Es interesante establecer la comparación
de un mapa satelital actual con otro mapa al óleo probablemente de finales del
siglo XVII. Se describe en los archivos como una Vista cartográfica de la vega del río Ebro en la confluencia con el río
Salado, entre Alcanadre (La Rioja) y Mendavia (Navarra) y situación de la
Granja de Imaz (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Planos y dibujos,
Óleos, 35).
La propiedad de Imaz aparece con unas proporciones
desmesuradas. Para ello se desplazan los edificios de Imaz hacia el oeste,
ganándole terreno a Mendavia. El curso del Ebro aparece transformado. El soto
de Imaz se ha trasladado hacia el oeste, y se ha rectificado su curso bajo.
Respecto a este detalle, es posible que los cascajales en el Ebro hicieran
ganar terreno a la Rioja modificando el curso antiguo, hasta formarse el
entrante actual. La distancia entre la desembocadura de Río Salado y Alcanadre
también se ha reducido en la pintura con el fin de dar impresión de un terreno
de Imaz mucho mayor. Legarda aparece con la grafía de Legaria, desplazada en
este caso hacia el este; de modo que al pueblo se le come el terreno de Soto
junto al Ebro. Me atrevería a sugerir que este Óleo fue realizado bajo encargo
del Monasterio, con el interés aparente de incrementar sus propiedades a costa
de las del pueblo.
Es importante observar las estacadas al
otro lado del Ebro. Peña Roja, Peña Casa y Peña Prado son fáciles de situar en
un mapa actual. Sólo es necesario observar que Peña Roja ha sido desplazada
junto con Imaz hacia el Oeste, aproximándose al núcleo poblacional de Mendavia.
Los cultivos de cereal, vides y olivos, y
unos pocos frutales, parecen estar representados a grandes rasgos en la
pintura. En los montes predomina el cereal. Los cultivos de regadío se dan en
las cercanías del Odrón, en sus dos ramales, junto al pueblo y junto a Imaz, y
en las desembocaduras, tanto del Odrón como del Río Salado. Adicionalmente, se
ve representada la caza del conejo o liebre, con perro, entre los matorrales
bajos de Imaz.
Población, derecho
de aguas y hierbas (finales del s. XVIII)
En censo de principios del siglo XIX se
dice que no tiene más habitantes que “los criados de labranza”, por ser
propiedad todo del monasterio.
El derecho de aguas del monasterio, o sus
pretensiones sobre el riego con agua del Ebro, acarrearon varios pleitos, a
pesar de la aprobación de las Ordenanzas, o tal vez a causa de ellas. En 1798 y
1799 se denunció repetidas veces al prior de Imaz, fray Plácido Gutiérrez, y a
fray Félix Peláez, prior de Legarda, por haber roto brazales para regar con
agua del Ebro (en La Vega y en Legarda). En la Real Corte se llegó a abrir un
litigio contra el Monasterio de Irache por esta causa.
Finalmente, se hizo el amojonamiento con
el administrador de la granja de Imaz para señalar lo correspondiente al goce
de las aguas vertientes y el Monte Redondo, según expresan las Concordias que
la villa tiene con el Monasterio de Irache y a causa de las dudas y
dificultades que había sobre el modo de gozar dichos términos, lo que ocasionaba
muchas disputas con el administrador de Imaz, sus pastores y criados.
Un lechonero o porquero cuidaba la piara
de la granja de Imaz, evitando que los cerdos traspasaran los límites de la
propiedad.
Guerra y desamortización del siglo XIX
La casa-granja de Imaz
y la basílica de Legarda tenían posesiones que a raíz de la guerra de la
independencia quedaron a cargo del ayuntamiento al menos durante dos años,
hasta que volvieron los frailes. Durante esos años el terreno se rentó a los mesteros.
Durante la Guerra de Independencia, Manuel La Calle aparece como arrendador de
las tierras de Legarda, y Antonio Ordóñez de las tierras labradías de la granja
de Imaz (1811). El ayuntamiento ajusta posteriormente las cuentas con el
Monasterio.
En 1827, se pagan
al Monasterio por orden del Real Consejo, los frutos que los monjes tenían en Imaz
durante la Guerra de Independencia, y que fueron aprovechados por la villa. Por
las tierras de secano en Beraza se paga a los monjes 62 robos de cereal anuales
generalmente cebada; o moneda: 658,27 reales en 1824. Hay pagos variables entre
1811 y 1833, pero excluyendo los años de gobierno constitucional (1818-1822).
En 1834 se paga lo negado por el gobierno constitucional, los retrasos y lo
impedido de pago por la Guerra Carlista. Después viene la desmortización y
desaparece este censo.
Aunque se habían dado procesos de
desamortización desde el siglo anterior, resultará clave la desamortización de
Mendizábal (1836-1837). Hasta entonces, los terrenos desamortizados por el
gobierno fueron principalmente los pertenecientes al clero regular. En los años
complejos de 1811 a 1836, la granja de Imaz pasó sucesivamente de manos del
Ayuntamiento a manos de los monjes. En 1830 estaba en manos del Ayuntamiento,
pero en 1831 y 1832, estaban al frente los abades. Fray Pedro Briones (1817),
Fray Cayetano Álvarez (1818, 1920), Fray Braulio Cónsul (1823), Fray Ramón
Fernández (1824), Fray Tomás Pérez (1831) y José Martín (1832) son algunos
Priores de la Granja.
Con Mendizábal, la granja de Imaz volvió a
manos del Ayuntamiento de Mendavia, que las arrendó por muy poco tiempo. Con el control territorial de
los isabelinos liberales, hacia finales de 1837, pudo concretarse definitivamente
la desamortización de la granja de Imaz en Mendavia cuando, como premio
y recompensa de sus heroicos hechos de guerra, las cortes españolas se la
condonaron a Martín Zurbano.
Familia de Martín
Zurbano, propietaria
En
la granja de Imaz vivieron el matrimonio de Hermenegilda Martínez Badarán y
Martín desde 1837 hasta la muerte de este en 1845, con las ausencias de Martín
propias de su vida militar. En 1844 Eustaquio Nieto era dependiente y Guarda de
la Granja de Ymas y representaba al general D. Martín Zurbano, en los pleitos
ordinarios por agua, en Mendavia. La bodega, para ese año de 1844, presentaba
un inventario muy limitado: una cuba como de doce cargas de cabida vacía y en
muy mal estado. Dos pipas como de a dos cargas cada una vacías y en muy mal
estado. Dos comportas castellanas viejas. Nueve tinajas vacías de a doce cántaros
de cabida cada una. Un cubetillo viejo. Tres cántaros de barro para agua.
Después
de 1845, la viuda de Martín siguió viviendo en Imaz hasta el 2 de enero de
1861, fecha de su muerte, ocurrida a sus 56 años. Fue sepultada en el
cementerio de Mendavia.
Un par de
situaciones conflictivas son dignas de mención. En 1845, la citada viuda hace
un inventario por haberse procedido al embargo de sus bienes por parte del
capitán general de esta provincia. En el inventario de bienes raíces consta el
arriendo a don Laureano Ibar Navarro del edificio con sus hierbas. Además de
500 robadas adicionales en otros arriendos. León Zalduendo le entrega
formalmente algunos bienes de la granja, una vaca entre ellos, pero no las
tierras. El 19 de diciembre de 1858 se reunió la Veintena, presidida por el Sr.
D. Isidro Vidondo, Alcalde Constitucional de Mendavia, y presentaron una
denuncia contra la viuda del general Zurbano, por impedir conducir piedra de
Imaz a Mendavia. La Veintena, en represalia, acordó no dejar correr el agua por
la Madre llamada de Carraimaz.
Dos años después de la muerte de
Hermenegilda, se conoce por un Pleito Civil Ordinario, en 1863, que Ángel
Ximénez es dueño de la granja de Imaz, y demanda al ayuntamiento sobre el
derecho que tenía a gozar de las hierbas del ejido de la Viñas y prado de la
Melera.
Desde el
fallecimiento de Hermenegilda en 1861, su nieta Milagros mantuvo un pleito por
la granja de Imaz que su abuela había donado al administrador Juan López. La
justicia le dio la razón a Milagros y en 1869 recuperó dicha propiedad. Años
más tarde, la finca de Imaz aparece en venta en El Eco de Navarra (1897 febrero 18). En agosto se publica el
arriendo de sus hierbas. Las propietarias eran María Barbería y hermanas.
Francisco Diez de Ulzurrun, residente en Pamplona, es el anunciante de la
venta. José Modet se encarga del arriendo de hierbas.
Propietario Jiménez y conflictos en torno a las
tierras
En noviembre de
1898 era administrador de la granja de Imaz José María Modet y pidió a la
diputación, en nombre de las propietarias de la granja, el plano general de la
misma. El 16 de abril de 1899, la tía de José María, Agueda Dorotea Narcisa
Mauleón Jiménez, nacida en 1846 en Mendavia, ya viuda, adquirió la granja de Imaz
por escritura otorgada en Pamplona ante el notario Polonio Escola. Pasó más tarde la Granja a su hijo Ángel
Jiménez.
El movimiento de
obreros campesinos crece en el entorno de Mendavia y algunas situaciones de
consideración se dan en relación con la granja de Imaz. En 1912 se tiene
noticia de la cercana sociedad fabril en Lodosa que recolecta una gran cosecha
de patatas y a ella le encargan la recolección de 5.000 robos de maíz en la granja
de Imaz. Se trata de un modelo cooperativista de organización campesina de
Lodosa, pero sin ese tono de denuncia sobre la propiedad con el que aparecerá
después.
La conciencia
política iba en aumento. Y así, en Mendavia, el año 1914, los jornaleros se
organizaron en torno al Centro Obrero (UGT) y a formaciones anarquistas, y
continuaron haciendo roturos, sobre todo en terrenos de los corraliceros y en
la granja de Imaz, exigiendo el reparto de las tierras en manos de los grandes
propietarios. En la granja se cultiva y se crían animales, pero buena parte de
la propiedad permanece inculta. En 1927, Ángel Jiménez, dueño de la granja de
Imaz, ofrece en venta 500 carneros (Diario de Navarra, 30-6-1927 y 5-7-1927). A finales de octubre de 1931, 500 campesinos mendavieses deciden salir a
roturar las corralizas, siendo desalojados por la guardia civil
(Diario de Navarra,
25-10-31). Ángel Jiménez escribe un telegrama el 23-10-1931 a la
Comisión Gestora informando de roturos y daños en sus tierras. Es necesario que
acuda el Gobernador y, en una reunión con la UGT y propietarios, acuerdan la
entrega de los terrenos al ayuntamiento y su posterior reparto, tras el pago
convenido a los corraliceros (ABC, 27-10-1931). Este procedimiento fue interrumpido. En 1936 los jornaleros roturan y
siembran los terrenos de Imaz. Durante la guerra civil, a dos mes de haber sido
tomado el pueblo por los golpistas, el 2 de octubre de 1936, el gobernador de Navarra autoriza al
alcalde Fermín Martínez de Luco y a Máximo García, de la Junta de Guerra, a
apropiarse de unas 700 robadas que habían sido sembradas colectivamente por los
campesinos pobres unos meses antes; para ello reclutan a los hombres del pueblo
más pobres, y a los de izquierda presos en el cuartel, y se les lleva con un
brazalete blanco, a realizar trabajos de recolección (maíz y remolacha,
sobretodo). Algunas mujeres recuerdan haber llevado la comida a sus padres. Fue
trabajo esclavo, no pagado. De los mismos detenidos nombraban encargados de
grupo de trabajo. Los jornaleros detenidos no podían regresar a sus casas:
dormían en Imaz. Se organizó como campo de reclusión y trabajo. Cuentan que el
Jefe de la Falange acompañaba en horas de la noche con el fusil al hombro a dos
de los detenidos para echar el agua desde la Central eléctrica. Hacían el
camino a pie entre Imaz y la Central, en el Río Nuevo. En cierta ocasión,
transcurridos varios días, les hizo el encargo, a ellos solos, de echar el
agua. Al regreso, uno de ellos quiso pasar por la casa de su mujer. Se puso de
acuerdo con el otro para que fuera lentamente y lo esperara en un punto del
camino, antes de llegar a Imaz. Con esa pequeña treta pudo verla esa noche. Lo
recolectado en Imaz ese año se lo quedó la Junta de Guerra. Al poco tiempo, las
tierras de Imaz serían entregadas por los sublevados a su anterior propietario,
el terrateniente Ángel Jiménez. S. M., labrador y falangista destacado, había
ido con un grupo de ellos a pedir reparto. Ángel Jiménez convocó a la guardia
civil, haciéndoles ver lo engañoso de sus promesas. Eso sí, como medida
práctica, a los pocos años empezó a ofrecer algunas de esas tierras a renta.
La Granja pasó del
padre Ángel Jiménez, al hijo Ángel Jiménez, casado con Rosario Palacios. Al
morir trágicamente sus dos hijos varones, la finca pasó a José María Sanz
Pastor (hijo de José Mª Sanz, antiguo rentario de las hierbas del Encimero).
Las tierras y edificios después de 1980
Tras la muerte de
Franco, el gobierno adquirió las tierras de Imaz y las vendió a los campesinos
del pueblo, organizándolas en lotes. El edificio fue adquirido más tarde por
empresarios que instalaron, tras las reformas pertinentes, la Bodega Barón de
Ley.
La granja,
actualmente, se compone de una serie de edificaciones muy transformadas que se
organizan en torno a un espacioso patio cuadrado. De entre ellas destaca una
construida en sillarejo, con muros reforzados por cinco contrafuertes
cilíndricos con remate cónico. Otros edificios nuevos o restaurados completan
la estructura para responder a su uso como Bodega. Resaltan dos escudos del
siglo XVII, uno de comienzo y otro de finales.
Fuera de este
recinto queda un edificio rectangular al que llaman la ermita, que debió de ser
la del patrón San Martín, y un torreón circular de sillería.
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