El salario de los artífices
Los llamados artífices (médico, boticario,
maestros, cirujano, albéitar, etc.) cobraban un salario especial en trigo. Para
efectuar los cobros, le entregaban un “rolde” o lista. En el apartado de Audiencias,
veremos los conflictos que tenían, en ocasiones, para cobrar.
En 1755 el boticario conducido por la villa
era Juan Bautista de Urra; en las condiciones para los dos años en los que fue contratado,
se especifica que los vecinos deberán pagarle 450 robos de trigo por año. Entre
los vecinos se incluyen criados, criadas y pastores. Cobrará para Nuestra Señora
de agosto.
En 1756 la conducción del médico don Joseph
de Chalecu vence, y deciden prorrogarle por tres años más. Le corresponden 500 robos
de trigo, que cobrará de los vecinos.
El cirujano Bernardo la Fuente tenía fijado
en su conducción a robo y medio de trigo por vecino y a los que “afaitare” en sus
casa, dos robos y medio. Las viudas le pagaban tres cuartales de trigo.
En 1757 el herrero conducido Pedro Asa tenía
como salario dos robos de trigo por yugada.
Los vecinos también pagaban en trigo además
de otros servicios en dinero; por ejemplo, el herrero conducido de la villa, en
su salario de cada un año, que comenzaba por san Miguel, cobraba dos robos de trigo
por “iugada” con la obligación de componer sus “harramentas”, por lo cual no podrá
cobrar más de medio robo de trigo (1757).
En el concejo celebrado el 12 de octubre
de 1788 para conducir como carretero a Jacinto Rada, se acuerda que los vecinos
le paguen 100 robos de trigo, repartidos entre las yuntas.
Al albéitar Ignacio Ocáriz le pagan 7 cuartales
de trigo “auna” parte y dos reales, 6 maravedíes a otra, por el salario de 4 caballerías
(1734).
El relojero que cuidaba el reloj de la villa,
cobraba en trigo su conducción, parte pagaba el Ayuntamiento y parte la Parroquia.
Albañadores, linoseros o guervilladores
Cuando el trigo y
la cebada presentaban gran cantidad de semillas o estaban sucios y húmedos, las
cuadrillas de linoseros los limpiaban con cribas y trigueros (en algunas audiencias
decían que lo “lavaban”) para que estuvieran con suficiente calidad para su venta
o para ir al molino. “Albañar” es palabra que ya no se utiliza, significa limpiar
con criba el cereal y otras semillas como el lino, de donde vendría linoseros; “guervilladores”
tendría el mismo sentido, por llamar guervilla a la criba.
En el año 1703, entre
numerosas denuncias hechas a vecinos por coger leña, anotan una multa a un criado
de doña María Arando, llamado el Linosero, por haberlo prendado con una carga de
fresno.
Algunos años la villa
debe pagar el trabajo de guervilladores para limpiar el cereal antes de entregar los robos de pecha en Lerín
(1730, 1732, 1733, 1740, 1752, 1755, 1758, 1759, 1760, 1763, 1765, 1773, 1806, 1818).
El año 1755 se anota que ese año era muy necesario pues el trigo “se recogió con
algunas semillas”. Por resolución de 1745 se sabe que los “casquijos” sobrantes
del cereal se venden a los mercaderes de la zona.
Segadores estajeros
En la época de la
siega aparecen segadores a destajo procedentes de Briñas, Haro, Fuenmayor, etc…
Las audiencias municipales se hacen eco de varios de sus reclamos por jornales que
le deben. Esas informaciones permiten conocer algunos de sus sueldos y parte de
los trabajos realizados. La mayor parte de los pagos se hacían en reales de vellón.
En el acuerdo sobre la superficie segada se realiza la medida en fanegas, al modo
castellano, pues la mayor parte de los estajeros provienen de la rioja castellana.
También se introducen
las monedas de peso y peseta con estas equivalencias:
·
Real
de plata (fuerte) = 2 reales de vellón, a partir de 1775
·
Peseta
de plata = 2 reales de plata = 4 reales de vellón
·
Peso
duro de plata = 20 reales de vellón = 10 reales de plata
Pagos a algunos estajeros
en Mendavia
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|
|
Reales por robada
(fuertes) - de vellón
|
Relación de reales
Fuerte/de vellón
|
1742
|
8 7/8 reales de
vellón
|
1 fanega
|
(1,8) - 4,4
|
2,5
Hasta 1775
|
1750
|
6 reales (fuerte)
|
6 robadas
|
(1) - 2,5
|
|
1776
|
20 reales (fuertes)
9 reales (vellón)
|
9 robadas 1 fanega
|
(2,22)
4,5
|
2
Desde 1775 en adelante
|
1783
|
10 reales fuertes
|
1 fanega
|
(5) -10
|
|
1783
|
16 robos de trigo
|
4 robadas
|
(5) -10
|
2 (a
2,5 reales de vellón el robo de trigo)
|
1788
|
116 reales fuertes
10 reales ¼ vellón
|
22 fanegas
1 fanega
|
(2,63)
5,12
|
2
|
1792
|
14 ½ pesos
1 peseta la olla
|
294 reales de vellón
|
|
|
Espigadoras
Una vez recogidos
o levantados los haces de mies de las piezas, las espigadoras entraban antes que
los rebaños a recoger las espigas que se habían caído o quedado sin segar entre
los “lintes” de las heredades. Las ordenanzas eran bastante rígidas con ellas.
En 1783 Teresa Merino
y tres mujeres más son denunciadas por espigar entre haces en El Arenal, contraviniendo
el bando que lo prohibía. Les imponen 2 reales de multa.
Pastores
Entre los pastores
había diferentes categorías. Los mayorales, llamados también pastores mayores, eran
hombres responsables que tenían a su cargo todos los demás pastores y zagales que
hubiera en la casa del mestero. Profundos conocedores de las concordias, pasadas,
mojones, términos y costumbres, eran consultados por los señores del regimiento
y licenciados para resolver dudas que se planteaban ante algunas denuncias, acompañaban
a las visitas anuales a revisar mugas, mojones y pasadas, además de ser conocedores
de reses y calidad de carnes. Aleccionaban a los que estaban a su cargo para evitar
carneramientos, multas y menoscabos en los ganados que llevaban "bajo su palo".
Son mesteros: Gonzalo
de Liñán (1692), Lucas Bazán (1704), Francisco Palacios (1742), Balentín Ordonez
(1758), Angel Ximenez…
Son mayorales Domingo
Vidagain (1692), Ramón de Monjelos y Pedro Antonio Armendáriz (1774), Pedro Suberviola
y Tomás Miquelay (1794), Jacinto Aramendía, Ambrosio Suberviola, Manuel Lizanzu,
Miguel Baquedano, Antonio Suberviola y José Xil (1783), entre otros.
Los pastores tenían
diversas procedencias: del propio pueblo, de Castilla y de las provincias de Álava,
Guipúzcoa, Vizcaya... y de la Baxa Navarra. Solían ir por parejas, a veces con rebaños
de distinto amo. Generalmente habían sido antes zagales y eran contratados por un
año que vencía por San Gregorio (9 de mayo). Lucas Garamendia (1758), Domingo Vidaurre,
de Baxa Navarra (1765), Mangorrada… son pastores. Ignacio Ansuarena es pastor de
la Granja de Imas (1788). Los pastores, con cierta frecuencia son citados a acudir
a audiencias por entrar sus rebaños en hierbas vedadas.
Los zagales eran
niños, aprendices de pastores, de hasta 9 años. A veces son acusados por alguna
imprudencia y les hacen pagar sus descuidos. El pago es muy inferiior al de los
pastores. Jacinto Suberviola y José García son zagales. Algunos son hijos de los
pastores, como parece ser Jacinto. El pastoreo se convierte en un ofico de familia.
Motil es zagal de Francisco Palacios y el Sardesco lo es de Lucas Bazán (1704).
Condiciones del contrato de
los pastores
El día de San Gregorio
comenzaban a servir los pastores, generalmente por un año; dependiendo de su categoría
les daban sueldo y a veces unos robos de trigo, se les proporcionaba pan y companaje
(alimentos para hacer la comida).
Un dato preciso de
su contrato se tiene de 1795:
697 reales de plata
fuertes pagados a Beremundo García, Mayoral de la Edesa por su salario en el año,
y dos meses, habiendo ganado 25 ducados en dinero al año y de companaje a dos reales
y medio fuertes por mes y dos robos de trigo mensuales, cuyo precio es de 12 reales
fuertes robo.
Pasado todo a reales
serían 25x11 (efectivo al año)+ 25x11/6 (adicional por dos meses) + 2,5x14 (companaje
mensual) + 2x12x14 (trigo mensual) = 275 + 45 5/6 + 35 + 336 = 691,83
Sucede que en los
cálculos que se hacen suele quedar una pequeña diferencia, esta vez de 5, 16 reales,
que se supone iban a las arcas de Tesorero o Escribano, sin contar lo exagerado
del estimado del precio del trigo y el companaje. Las “pequeñas” corrupciones son
cosa antigua.
A los zagales Benito
García, Beremundo Suberviola, Josef Igal, Manuel de Zúñiga, Sebastián de Sádaba,
etc., se les pagó a 572 reales de plata fuertes, por la soldada que ganaron en el
mismo tiempo, a razón de 15 ducados al año. De pan y companaje, lo mismo que al
mayoral.
Pasado todo a reales
serían 15x11 (efectivo al año)+ 15x11/6 (adicional por dos meses) + 2,5x14 (companaje
mensual) + 2x12x14 (trigo mensual) = 165 + 27,5 + 35 + 336 = 572,5
Corresponde a 0,75
y 0,45 reales diarios de efectivo, respectivamente, que recibían al retirarse del
trabajo mayorales y zagales. Para el ayuntamiento suponía 1,64 y 1,34 reales diarios,
pero en esa diferencia de 0,89 reales más se beneficiaban los administradores que
los pastores, pues ¡podían comprar trigo a menor precio y quedarse con la diferencia,
pues lo que asentaban era el gasto en reales!
Puede apreciarse
lo que suponía de trabajo esclavo, considerando además las multas que debían pagar
los pastores, en el caso de que sus animales fueran sorprendidos pastando fuera
de sus terrenos. En 1792 se muestra esta situación de semi-esclavitud de los pastores.
El pago sólo se lo hacían los mesteros al final del contrato. Si el pastor, en este
caso Joaquín García, se retiraba antes de cumplirse el tiempo podía ser obligado
a pagar los alimentos recibidos o ser forzado a regresar.
La Dula
Las cabras las recogía
el cabrero concejil. Sus dueños las llevaban temprano a un punto fijo; una vez recogidas,
marchaban al campo donde pastaban bajo la custodia del cabrero, que al atardecer
las traía al pueblo. El servicio era únicamente para los vecinos. Entre las cabras,
algunas eran propiedad del concejo.
Si las cabras salían
de la Dehesa (hacia el Urzagal, o en el Soto arriba, por ejemplo) eran multadas.
Podían pastar en el Puente Grande. La multa la pagaban los mayorales (5 reales en
1705). Al pastor Domingo González querían cobrar 44 reales (fue absuelto por tener
autorización, 1787). Si introducían cabras de los residentes, pero sin categoría
de vecinos, también se multaba al pastor (20 reales por 5 cabras, en 1763). Cuando
el pastor no tenía cómo pagar le quitaban algún bien personal y se vendía en subasta
pública. Bernardo Ocáriz (albéizar), Francisco Quintana (carretero) y Domingo Arce
son residentes y no tienen derecho a echar las cabras en la dula. Cuando los maestros
de algún oficio llegaban al pueblo a trabajar se consideraban residentes hasta que
se establecían y arraigaban con sus familias. Debe trascurrir un buen tiempo para
ser considerados vecinos, pues el primer Ocáriz ya estaba en 1734 en Mendavia y
Francisco estaba antes de 1753, para las obras del Río Nuevo, y en 1763 aún no era
vecino.
Si las cabritas de
la Dula se vendían para carne el comprador perdía el derecho de enviarlas, pues
la cabrita madre se quedaría sin leche (un reclamo tal se lee en 1750).
El cabreo concejil
ordeñaba y vendía la leche de las cabras concejiles. Algunos vecinos se quejaban
si descubrían que había ordeñado sus cabras. Por supesto, acostumbraban ordeñarlas
al amanecer, antes de enviarlas a la Dula. El precio de la leche de cabra en 1794
era a 10 mvs la pinta. Multan al cabrero Beremundo García por venderla a sobreprecio
(a 12 mvs).
Los dueños de las
cabras sólo pagaban al cabrero por su cuidado sin aportar cantidad alguna al ayuntamiento.
Los regidores hicieron diligencias en 1795 con el Licenciado D. Juan Fernández,
Abogado de los Tribunales Reales, para intentar cobrar por el goce delas hierbas
comunales. El abogado les dio autorización para cobrar, pero los vecinos se negaban
a pagar y retiraron sus cabras de la Dula. El médico aconsejó al concejo comprar
al menos 14 cabras para administrar su leche a los enfermos (1805).
Además de los terrenos
reservados para las cabras de la Dula, otros terrenos de la Dehesa se reservaban
para las ganaderías concejiles y caballerías
de los vecinos. Los derechos sobre las hierbas también estaban regulados. En 1789,
multan en 88 reales al P. Fray Luis Giraldo, Prior de Imas, por haber introducido
algunas de sus vacas en la Dehesa, sin tener tal derecho.
Albéitares
El albéitar era un maestro en el arte de
curar animales. En las condiciones de la conducción, la villa le daba un «rolde»
para que cobrara en trigo según la categoría de los ganados y se obligaba también
a ponerles herraduras a los que lo necesitasen.
En 1697 llaman al albéitar de la villa de
Lodosa Gaudioso Benito, para que trate a la ganadería concejil que padecía una epidemia
de bazo. Pero durante el siglo XVIII los albéitar residirán en Mendavia. La familia
Ocáriz son los más destacados de entre ellos. Los Ocariz llegan a Mendavia desde
Ocáriz, en los tiempos de las obras del Río nuevo. Son familia de albéitares, curan
animales y ponen herraduras.
Ignacio Ocáriz es albéitar entre 1726 y 1742.
Curó diversos animales heridos: una mula herida de buey, un rocín herido a mano
airada… Un vecino fue obligado a pagar 16 reales por la curación de su animal. Juan
Francsico Lacalle fue otro albéitar contemporáneo de Ignacio. Francisco Ocáriz fue
albéitar entre 1756 y 1780. Fue contratado por el ayuntamiento. Recibía de cada
vecino un aporte en trigo a cambio de la obligación de atender sus animales enfermos
o heridos. Reclama a un vecino que posee una pollina 14 almudes de trigo. Clemente
Ocáriz es albéitar y herrador entre 1778
y 1813. Además de poner herraduras a las caballerías del pueblo, pone herraduras
a los caballos de las tropas francesas. El regimiento le pagó 71 reales, 6 mrs.
En 1781 también es nombrado como albéitar
Gabriel Mazquiarán.
Esquiladores
Los esquiladores de ovejas venían contratados
de fuera, y la lana se vendía. Para el esquilado de las caballerías hubo un momento
en el que el ayuntamiento contrató esquiladores. En 1786, a propuesta del Alcalde
son contratados como esquiladores Manuel Colás, Antonio Joseph Colás y Joseph Sainz,
vecinos de Lodosa.
Se acuerda conducirles por tres temporadas al año, durante tres años: del
9 de marzo a fin de mes; del 9 de septiembre a fin de mes; del 2 al 22 de noviembre.
Se les pagará cada esquilo a real fuerte las caballerías mayores y a sueldo fuerte
las menores (la mitad). Se establecen algunas otras condiciones particulares.
Herreros y cerrajeros
Los herreros del siglo XVIII cobraban su
conducción en trigo. El ayuntamiento les proporcionaba una piedra de amolar para
que los vecinos afilasen sus azadas, cuchillos y otras herramientas. Se disponía
en la villa de una casa de herrería.
Pedro Assa es herrero conducido por la villa.
Ejerce desde 1712 a 1723. Además de hacer rejas y herramientas para los agricultores,
hace grillos para la cárcel, una cerradura para la nevera, argollas para la puerta
de la plaza, entre otros. Con él se establece la conducción que sirve de modelo
para otros: “Su salario será de dos robos de trigo por yugada, a excepción de que
por las rejas castellanas, para calzarlas, solo ha de llevar cuatro reales, y para
quitar dudas a los habitantes que no tienen yunta ni media yunta, les ha de asistir
a la composición de sus herramientos arreglados a dicho arancel y no les pueda llevar
más de medio robo de trigo”.
Alejandro Arrieta (1733-1736) compone el
candado del cepo, hace clavos para las barreras de la plaza, y para una ventana
de la cárcel, componer el fuelle de la herrería, la cerraja del granero de la villa,
la puerta de la herrería, además de los trabajos comunes realizados a los vecinos.
Fermín Latasa es herrero desde 1740 a 1751.
Hace un molde para fabricar tejas, clavos para el canal del molino, pesas para la
nieve, clavos para barras de un puente, clavos para ruedas, un punto para la puerta
del toril…
Francisco Greño (1729), Juan Joseph Lazcorreta
(1739) y Pedro Larqui (1753) son también mencionados como herrreros.
Joseph Pérez es herrero entre 1754 y 1760.
En 1757 consta su elección como herrero de la villa por los vecinos y el regimiento.
El contrato se renueva por San Miguel. Hace cerrojos y anillos o argollas para puertas
de corrales, una abrazadera para la cárcel, picas para el molino, hace clavos, arregla
la fragua de la misma herrería, fabrica hoces para segar… En 1782 hay otro herrero
de la familia, Santos Pérez, que compone el peso y la cerraja de la carnicería,
y más tarde, para la guerra de 1795, fabrica 22 lanzas para los vecinos (44 pesetas
= 93,18 reales; 1 pta=2 1/9 real)
La casa de herrería, existente desde siglos
anteriores, sufrió diversos arreglos. Un fuelle nuevo se le había puesto en 1711. Y en 1734 se había hecho un pilar y la pared que
divide el fogal del fuelle y la chimenea.
En 1750 el albañil Antonio García, de Lodosa, reconoce la casa de la herrería,
propia de la villa: la tapia que la separa del corral de Andrés García está gastada,
el fogal y la chimenea se han deplomado, la parte del fuelle amezanza ruina. Para
reconstruirla se necesitan 1.800 ladrillos, 144 robos de yeso, 300 adobes, entre
otros. En 1757 le ponen en el tejado madera de álamo.
Algunos trabajos especializados de cerrajería,
en particular para las prisiones, se encargan a Juan de Irigoien (Los Arcos, 1718),
Juan Crespo (1725) y Francisco Ilarduia (1749).
Otro trabajo especial es el de enyugado y
ajuste de las campanas. Los herreros Alejandro de Arrieta (1736) y Manuel Arbea
(1750) lo realizan.
Carreteros
El oficio de carretero era primordial por
ser los carros el único medio de transporte rodado que había. El maestro carretero
era conducido por el ayuntamiento. Su oficio durante el siglo XVIII incluía las
tareas de los carpinteros. En 1699 un carretero de Mendavia era Martín Pérez; arregla
el molino y el pozo de la nevera (1706). Ignacio Politi es carretero en 1732; arregla
la puerta del corral del concejo, arma la muela de la herrería y hace 7 cruces para
el Calvario. Javier Preciado (1759-1774) hizo 4 cruces de madera más (1759), camas
de carro, bolanderas chiquitas y grandes, arpillas, yugos herrados con abrazaderas…
En una ocasión lo denuncian por no cumplir a tiempo (1768). Para el ayuntamiento
hace un marco para la puerta de la nevera (1770) y un marco para hacer adobes (1774),
entre otras. Francisco Quintana hizo 4 pisones para pisar la nieve en la nevera
(1746), y compuso la puerta del Ayuntamiento (1768). Tiene que acudir a diversas
audiencias (hasta 1778) por trabajos mal hechos o por no pagar algunos materiales
que compró.
Jacinto Rada, de Sesma (1788) dura como carretero
apenas unos meses. En su conducción estaba las siguientes condiciones:
1.- Cobro de conducción: 100 robos de trigo.
2.- Que se repartan los 100 robos de trigo
entre las yuntas, entendiéndose un carro equivalente a una yunta.
No se estaban conformes con él y se le despidió
contratando a Antonio Mateo. Se conserva el detalle de su condución por 3 años,
que cumplen por San Miguel, del 16 de Junio de 1789 al 1792.
1.- Que durante ésta
conducción estará obligado a preparar los aradros navarros sin cobrar cosa alguna,
poniéndole los dueños la fusta y lo mismo cualquier rompimiento que tengan.
2.- Que los aradros
castellanos los compondrá pagándole real y medio fuerte por cada pieza, cuando la
ponga Mateo, pero si la lleva el dueño, la pondrá sin que se le pague cosa alguna.
3.- Los horquillos,
horcones y rastros, llevándole el material, nada cobre.
4.- Que los carros
es de su obligación poner un husillo herrado en 4 pesetas y los blancos en 3 pesetas,
un pértigo en 9 pesetas, un limón en 5 pesetas, un contralimón en 4 pesetas, cada
costilla un real fuerte, el cabezal delantero 2 reales fuertes, el trasero, entablar
la cama poniendo el amo la tabla en 3 reales, por cada pina otros 3, por cada rayo,
uno, por dar un tirante otro, por echar un clavazón a las ruedas 4 pesetas, por
barrenar y componer cada baranda un real, por poner mocillos y contramocillos y
estaquear los carros, no han de pagar cosa alguna, por poner los cabos a las azadas
y azadones, llevándolo el dueño, nada debe cobrar, pero si no tuviesen yugada, pagarán
por cada uno 6 maravedíes.
5.- Si se ausenta
de la villa, o estuviese enfermo, traerá otro maestro a su costa.
6.- Que faltando
a cualquiera de las condiciones, tenga de pena 4 reales. (sic)
Además de los trabajos de arreglo de carros,
Antonio Mateo, arregló el molino (1784, 1802) y las barreras del Soto y del Corral
del monte (1787). Le sucedió como carretero, de la misma familia, Domingo Mateo.
Hizo la silla y asientos de la sala del Ayuntamiento para el señor Alcalde, Regidores,
individuos de la Veintena y escribano, compuso la puerta de la reja de la cárcel
e hizo unos bancos (1816). Lorenzo Mateo, otro de la familia, hizo las puertas del
Campo Santo (1807). José Rada, carretero, hace bancas para la escuela (1817).
Blanqueadoras, hilanderas, tejedores y tejedoras
Tras el proceso de arrancar el cáñamo o lino,
dejar secar, peinar con peine de hierro, remojar, agramar y volvera peinar para
quitar la estopa, se hilaba y finalmente se entregaba a blanquear. Son blanqueadoras
la mujer de Fernando Canillas (1782), Baltasara de Galdeano (1826, de Legaria),
Nicolás Gil de Alda (1842) y Catalina de Arcaya, mujer de Juan Blas Canillas (1789),
entre otros. Este proceso parece que era muy delicado, pues son numerosas las reclamaciones
que suscitaba.
El hilado se dejaba para ocupar las largas
y frías noches de invierno. Con el incremento de la producción de lino y cáñamo
a finales del siglo XVIII se acrecento la industria textil familiar. La gente se
juntaba en las casas, por la noche, hoy en casa de uno y mañana en casa de otro.
A la reunión acudían mujeres, hombres y en ocasiones niños, siempre que no fuera
muy tarde. Generalmente las que hilaban eran las mujeres. El lino, el cáñamo y la
lana eran los principales elementos con los que se confeccionaba la ropa tanto para
uso personal como para la casa.
Con el lino se confeccionaba desde sábanas
hasta paños de cocina. Con la estopa se hacían sábanas, calzones para los hombres,
camisones interiores para las mujeres. Con el lino más fino se tejían sábanas finas,
toallas, manteles, camisas para hombres, vestidos para las mujeres. Con mezcla de
diferentes linos se hacían colchas y alfombras.
Son citados como tejedores foráneos que han
hecho tejidos a mendavieses: Benito San Xil, de Lerín (1750), Joseph San Juan, de
Lerín (1766), Juan Roldán, de Cárcar (1768), Juaquín Baigorri, de Lodosa (1776),
Juaquín Arcinega, de Sesma (1796), Mateo Montón, de Gastiain (1805), Monteagudo,
de Estella (1829).
De Mendavia se nombran como tejedores y tejedoras:
Juan de Azanza (1726), Miguel Abalos (1727),
José García Parra (1742), María Josepha Martínez y Zenzano (1760), Joseph
Martínez (1789), Juaquina Irigoyen (1792), Francisca Alonso, el matrimonio Gervasio García y Tomasa Zunzarren, Joseph Canillas (1789), María
Sesma (1800). Juan Cruz Martínez (1810-1811), León Zalduendo (1817), Antonio Ocáriz
(1819), Juan Blas Canillas y su mujer Catalina Arcaya (1821-1827), Silvestre Canillas
(1827), Antonio Zalduendo.
El material que utilizan para tejer es estopa
u ovillos de cáñamo, estopa, madeja o estopilla de lino, estopa de aterliz, cabecilla,
hilaza, lanas negras y blancas. Generalmente se entrega por peso en libras o por
ovillos. El producto resultante es diverso: costales (medido en libras), hilo, sayal,
granillo y otras telas (medidos en varas), medias de lana…
Se tienen alguna información del pago por
el trabajo realizado de hilar: Miguel Abalos (1727) cobra a medio real la libra de hiladura. Francisca
Alonso pide real y medio por hilar una madeja de lino. Gervasio García y Tomasa Zunzarren, su mujer, cobran a razón de
17 maravedíes por vara. Mateo Montón pide 20,17 reales por 39 varas de tejedura,
a 0,51 la vara, muy similar al precio anterior. Por un trabajo de hilar realizado
por Joaquina Irigoyen se sabe que de 5 libras de estopa salieron 6 varas (una vara
requiere 0,83 libras de estopa). Si los precios los estimamos similares, las madejas
estandar serían de unas 3 libras. Y si el rendimiento fueran también similar, el
cobro de medio real por vara de producto equivaldría a 0,6 reales por libra de materia
prima. En este asunto del rendimiento suele haber algunos reclamos por inconformidad.
Algunos de los tejedores toman niños aprendices
a su cargo, de común acuerdo con los padres. Joseph Canillas tiene a un hijo de
Antonio Maestre en 1789. Un caso judicial de 1874 informa del niño Expósito Hermenegildo
Palacio, tejedor de 14 años, residente en Mendavia, quien abandonó la casa de Benficencia
de Logroño. Acusan a Lucas García de inducirlo a huir.
Los sistema de tejeduría se van perfeccionando
con el siglo. En 1819, ya a principios del siglo XIX, Antonio Ocáriz, maestro tejedor,
cuenta con un telar complejo que le cuesta tres días trasladarlo de una casa a otra.
La hechura de medias de lana es un proceso
diferente. Phelipa Alonso (1800) es llamada a declarar, como maestra especialista,
sobre los costos de un par de medias hechas por María Sesma. Allí regula el trabajo de hilarlas en 4 pesetas;
hacerlas, un duro los dos pares; el torcerlas y el aceite 1 peseta (10 pesetas en
total).
Cordeleros
La fabricación de cuerdas de cáñamo o lino
se hacía al aire libre debido al espacio amplio que requería esta actividad. Generalmente
se trataba de lugares específicos situados en las afueras de los centros urbanos.
Al cordelero o soguero le ayudaba un aprendiz, casi siempre niño, cuya función fundamental
era darle movimiento a la rueda.
El cordelero reunía alrededor de su cintura
los manojos de cáñamo de los cuales tomaba una hebra que retorcía, obteniendo el
primer hilo, amarrándolo en el gancho de la rueda, que recibía el movimiento de
rotación por medio de un torno accionado manualmente por el aprendiz. En 1842 se
menciona a Ramón Bueno como soguero de Mendavia.
Un tejido diferente es el de las esteras
y capazas. En Sesma son especialistas en ellas: Antonia Montoya (1781), Ramón Ciordia
(1792), Ana de Phelipe (1800) y Josefa Sánchez (1829) realizan diversos encargos
para mendavieses. Se cobran a real y medio cada dos varas de estera. Se reclama
si tienen paja revuelta o el tejido es claro.
Sastres y costureras
Algunos sastres de Mendavia, tanto del siglo
XVIII como del siguiente son: Juan de Pablo (1739-1747), Domingo Herce (1764-1765),
Domingo Aguirre, vecino de Viana (1767), Félix Martínez (1782), Luís Ibarra (1797), Tomás de Sádaba (1805), Esteban
Ramírez (1808-1815), Manuel Ibáñez (1815), José Ocáriz y Manuel López (1819), Manuel
Carrillo (1819-1828), Miguel Martínez (1874). Los sastres tienen sus ayudantes o
aprendices. En 1871, Simón López es ayudante del sastre Clemente Ocáriz. Simón López
se independiza como sastre en 1874.
Con frecuencia hacen trabajos de costuras
y remiendos con la tela o ropas que les entregan: camisas, chaquetas, calzones,
polainas… Laortiga (1813) hace un chaleco un soldado en 7 reales fuertes. Josepha
Sainz (1780), Feliciana Abalos (1788) y Catalina de Arcaya (1789) son costureras.
Francisca Etaio hace un camisa de lino en 10 reales (1764).
Por una demanda de 1815 se sabe que los sastres
no siempre entregaban las prendas que habían recibido, de modo que se hacía necesario
llamar a declarar a otros entendidos en telas.
¿Victoria del sindicato de sastres o del libre mercado?
Algunos sastres eran contratados por jornal
por los pudientes del pueblo. En 1809, los pudientes quieren seguir pagándoles el
jornal de hace años, de 1 peseta. Ellos reclaman hasta 5 sueldos fuertes. Luis Ibarra
y Manuel Carrillo se rebelan ante los Regidores que les imponen una multa. El Virrey
de Navarra y Duque de Mahón da la razón a los sastres, pide que les devuelvan las
multas, y a partir de entonces pueden acordar el jornal libremente con el que los
llame.
Zapateros
Los varones calzaban borceguíes, abarcas,
zapatos, zapatillas y alpargatas con suela de esparto. Las mujeres calzaban zapatos
y alpargatas. En las cuadras, algunos usaban almadreñas de madera.
El material de los calzados es variado. Se
usan tanto las pieles de animales como las fibras vegetales: calzones de ante, baqueta
o piel de castor para zapatos, pellejo de novillo para abarcas, entre otros… Son
zapateros de Mendavia Joseph de Torrecilla (1726-1747), Francisco Aróstegui (1733),
Joseph Lizuain (Lizanzu) (1747-1749), Gracia de Hugarte (1752) y Ramón de Torrecilla
(1766-1782). Hacen calzados para mendavieses Antonio Peralta, de Sesma (1750), Andrés
y Cruz Alonso, de Los Arcos (1833) y Antonio Fernández, de Viana (1842).
El precio de hacer un par de zapatos oscila
entre 3 y 4,5 reales. 1,5 reales es el valor un par de abarcas. Ponerle suelas (asolar)
a los zapatos cuesta dos reales. El zapatero Torrecilla “alquila” o presta zapatillas
para ocasiones especiales. Si se las estropean deben pagar su costo (1,5 reales).
Caldereros
Hay maestros caldereros que reparan cántaros
y envasadores de la taberna. Y otros que los venden. Beltrán Dancausa vende un cántaro
y envasador a la taberna por 85 reales en 1792. En 1797 los repara un calderero
por 6 reales 13 mrs. Francisco Cintora, maestro calderero de Estella cobra 44 reales
23 mrs. por un envasador nuevo de cobre, recibiendo el viejo (1799).
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