Las pechas como asunto social
La iglesia y la nobleza poseían más de
la mitad de las tierras, y el trabajo agrícola era su principal fuente de
ingreso. Los señores laicos (y también los abades) intentaban mejorar sus
ingresos. Los vasallos normalmente
cultivaban las tierras del
titular del dominio en régimen de arrendamiento, a largo o corto plazo,
con rentas elevadas y revisables. Algunas de estas tierras pertenecían a los
labriegos y no al noble, pero dependían del noble que les obligaba a usar sus
molinos o trujales monólicos.
Por lo general, las rentas las recibían
los nobles en especie hasta bien entrado el siglo XIX. Ellos comerciaban el
grano fuera de su señorío o lo
vendían a sus propios vasallos. Del trigo que se vendían en los señoríos
navarros, aproximadamente el 90%
procedía de los propios graneros territoriales. En algunos lugares la
pecha era ‘tasada’, es decir, tenía carácter concejil y el concejo de
labradores debía pagarla al señor del lugar. Mendavia debía efectuar este tipo
de pagos. Varias casas, desde el siglo XVI,
intentaron estar exentas alegando hidalguía pero finalmente la Corte
Mayor de Pamplona le dio la razón a los
señores.
El pago de la pecha, además del
componente económico, llevaba un componente social. Ser ‘pechero’ era ser
inferior; recibir pechas era ser superior en la jerarquía social. El conflicto
se presentaba entre labradores pecheros
y señores. Un punto de debate
jurídico, en la lucha por los derechos sociales de los pecheros, fue acerca de
si el pago los debían hacer por su
condición personal de pecheros o por la renta
de las tierras.
En este debate se dio el cambio de nombre de pecha a censo, que nada cambió
en lo económico.
En 1766 fray José de Beriáin, en su obra
Pechas de Navarra, escribió: “Muchos
pobres, por necesidad permiten que se
les dé ese título de pecha a la deuda que no es de esa calidad. Y los que abrogan lo hacen por
librarse con ese título de la paga de cuarteles y alcabalas [...] ¡O
cuántos abusos habrá como éste! ¡Cuántos
títulos de pecha intrusos como
éste! Y así no sería malo examinarlos todos; y
los que se hallare no tener
legítimos títulos, borrarlos sin que les favorezca la confesión de los que
las pagan, porque en esto puede haber o mucha maula, o mucha ignorancia,
o mucha violencia, y esta es materia odiosísima”. No se atreve a combatir las
pechas, fundamento económico del sistema señorial, pero cuestiona las trampas,
la ignorancia y la violencia que las sostienen. Hay que esperar hasta 1848 para
que se ponga claridad en el asunto, asociando las pechas al sistema feudal
servil, y postulando así su abolición a partir de la aprobación de la ley de
1837.
Breve apunte: organización del condado de Lerín
La
estructura organizativa del condado de Lerín era compleja. El duque (o
duquesa) de Alba tenía un tesorero y
varios contadores para la recaudación de pechas de los pueblos y palacios bajo
su señorío, y para el cobro de las rentas de salinas y molinos. El Duque, como
el resto de los señores, generalmente residía en una ciudad, alejado de sus
súbditos. Mediante la aplicación de la justicia señorial mantenía el control
sobre la población.
De algunos tesoreros de Lerín se conoce
su nombre y otras funciones: Baltasar de Lezáun (1701); José de Mañeru (1718);
Martín de Corroza, Alcalde Mayor de la villa de Lerín y Tesorero del Sr. Duque
de Alba (1737); Manuel Ortigosa (1782); Manuel Urra, Tesorero y Administrador
del Sr. Duque de Alba (1792).
Los condes de Lerín (y duques de Alba,
entre otros títulos), en el siglo XVIII fueron:
9º Conde de Lerín: Antonio III Alvarez
de Toledo y Velasco, hasta 1701.
10º Conde de Lerín: Antonio IV Martín
Alvarez de Toledo y Guzmán-Dávila, hasta 1711.
11º Conde de Lerín: Francisco Alvarez de
Toledo y Silva, hasta 1739.
12ª Condesa de Lerín: María-Teresa
Alvarez de Toledo y Haro, hasta 1755.
13º Conde de Lerín: Fernando IV de Silva
y Alvarez de Toledo, hasta 1776.
14ª Condesa de Lerín: María del Pilar
Teresa Cayetana de Silva-Alvarez de Toledo y Silva Bazán, hasta 1802.
Las pechas de Mendavia al Condado de Lerín
La relación de sometimiento de los
pueblos se expresa con claridad cuando el alcalde de Mendavia, Pedro Carasa, va
a Lerín a felicitar el nombramiento de Baltasar de Lezáun, nuevo tesorero del
también nuevo 10º Conde de Lerín – Duque de Alba, Antonio IV (1701).
Cada año se entregan en el palacio de
Lerín 500 robos de trigo y 500 de cebada. Se pagan además entre 250 y 500
reales por llevar el grano. Todo sale de los graneros de la villa de Mendavia
que dispone de un tesorero depositario para administrar el grano. Si no alcanza
la cosecha de cebada se puede completar con trigo; a veces compran trigo fuera
del pueblo; o lo piden prestado (en 1823 al Arcediano de Santa Gema); en
ocasiones sale muy sucio y tienen que cernirlo antes de entregarlo, con un
gasto adicional; o, en casos de malas cosechas o guerras, se dejan deudas
pendientes para próximos años.
Pero no todo se realiza en “sana paz”.
La presión señorial va en aumento y los pueblos se van organizando en su
resistencia. En 1709 el Tesorero no quiere recibir un trigo “por ser mojado”.
En 1721 y 1725 les exige unos robos de más por ser de mala calidad (por la
“esmerma”); y en 1722 el Tesorero de Lerín les hace limpiar el grano y medirlo
de nuevo. En 1712 deben justificar que el Rey obligó a que llevaran el grano al
Recibidor de Estella. En 1716 le entregan al rey 4.500 reales de lo que se
pagaba al Duque, más 500 robos de trigo en Estella. Para el Duque quedan los
500 de cebada.
El pago por portes se detalla en un par
de ejemplos. En 1758: 338 reales para llevar las cargas a Lerín a razón de 7
cuartillos por carga y desde Lodosa a real y medio por carga, en esta cantidad
se incluye la ocupación del medidor y los levantadores del robo. En 1796: 448
reales, 20 mrs. gastados en llevar las cargas a Lerín, a 2 reales y medio de
plata fuertes por cada carga de 6 robos de trigo y de 7 la cebada. Se incluye
el trabajo de los medidores.
El tesorero tiene el “gesto” de entregar
poco más de 50 reales (generalmente en torno al 15% de los portes) en concepto
de “merienda de conducir las cargas”. Si no se llevan las cargas a Lerín (como
sucedió los años 1712, 1793 y 1794) tampoco hay meriendas. Para abaratar estos
portes, al menos a partir de 1704 se sabe de vecinos de Lodosa y Sesma a
quienes la villa arrienda tierras en los términos de La Yasa y La Lomba,
ajustando en su contrato el compromiso de entregar el grano en Lerín.
Los problemas de la villa con Lerín, se replican
en Mendavia con los vecinos pobres del pueblo. En 1733 un vecino es llevado a
la Audiencia porque no había entregado todo el trigo que debía en diezmos; él
intentó justificarse diciendo que los ocho robos que faltaban salieron de
“neguilla, azelga (malas semillas) y tierra”.